Ucrania tiene dificultades para satisfacer su demanda de soldados. Los voluntarios no bastan. El país necesita constantemente reemplazar a las decenas de miles de muertos y heridos. Muchos soldados están agotados, después de 18 meses luchando contra la invasión a gran escala de Rusia.
Sin embargo, algunos hombres no quieren luchar. Miles han abandonado el país, a veces tras sobornar a funcionarios, y otros buscan formas de esquivar a los oficiales de reclutamiento, que han sido acusados de tácticas cada vez más duras.
«El sistema es muy anticuado», afirma Yehor, quien vio a su padre sufrir problemas de salud mental tras luchar con el Ejército soviético en Afganistán.
Por eso no quiere luchar. Ha pedido que omitamos su nombre real para proteger su identidad.
Antes de la invasión rusa, a los hombres que no querían hacer el servicio militar por sus creencias religiosas se les ofrecía una alternativa, como trabajar en la agricultura o en los servicios sociales.
Esa opción desapareció con el inicio de la ley marcial el año pasado, pero Yehor cree que debería seguir existiendo, independientemente de las razones de la gente.
«Cada situación es distinta», argumenta Yehor. «El hecho de que esté escrito en la Constitución que todos los ciudadanos varones deben luchar no se ajusta, en mi opinión, a los valores actuales».
Hace poco fue enviado a un centro de reclutamiento tras ser detenido por la policía en Kyiv, que le acusó de eludir el servicio militar obligatorio. Al final le permitieron volver a casa, tras alegar que tenía problemas de espalda. Teme que la próxima vez no sea así.
Existen exenciones del servicio, como tener mala salud, ser padre soltero o cuidar de alguien vulnerable. Sin embargo, los condenados por eludir el servicio se enfrentan a multas o incluso a tres años de cárcel.
«Todo el mundo debería poder contribuir a esta guerra si se tiene en cuenta su situación», afirma Yehor. «Lo siento por la gente que está en el frente, pero no tengo una alternativa pacifista».
Delitos «vergonzosos e inaceptables»
La forma en que Kyiv recluta a los hombres ha sido acusada de ser corrupta en su esencia.
El presidente Volodymyr Zelensky ha destituido a los jefes regionales de reclutamiento de Ucrania tras las acusaciones generalizadas contra los oficiales del sistema, que incluyen la aceptación de sobornos y la intimidación.
La familia de un jefe de reclutamiento militar de Odesa fue incluso acusada de comprar vehículos y propiedades en la costa sur de España por millones de dólares. Al parecer, el oficial niega tener conocimiento de estos hechos.
Funcionarios de Defensa han declarado a la BBC que los presuntos delitos son «vergonzosos e inaceptables».
Aparte, se han difundido denuncias de oficiales que utilizan tácticas duras o intimidatorias. También existen informes de reclutas que se encuentran en el frente con solo un mes de formación.
La mayoría de los hombres menores de 60 años que intenta evadir ser reclutado no puede salir del país por dificultades para movilizarse. Miles prueban escabullirse, sobre todo a través de los Cárpatos hacia Rumanía.
Para los que se quedan, los grupos de chat masivos les ayudan a evitar ser reclutados. Los hilos de Telegram dan pistas sobre dónde patrullan los agentes de reclutamiento. Hay chats para diferentes regiones y ciudades de todo el país, a veces con más de 100.000 miembros cada uno.
Estos agentes de reclutamiento son conocidos como Olivas, por el color de sus uniformes. Usualmente entregan a quienes se encuentran órdenes de inscribirse en un centro de reclutamiento, pero hay informes de que a algunos se los llevan en el acto, sin posibilidad de volver a casa.
El Ministerio de Defensa ucraniano insta a la gente a mantener sus datos actualizados en una base de datos nacional y afirma que si son llamados a filas se les enviará a un destino adecuado.
Las autoridades parecen dispuestas a restablecer la confianza.
«No pasa nada por tener miedo», es el lema de su última campaña informativa, que intenta establecer paralelismos entre los miedos de la infancia y las preocupaciones de hoy.
«Tengo que prepararme para ir a la guerra»
En un campamento de verano abandonado de Kyiv, los civiles reciben formación para resistir a los soldados rusos, en caso de necesidad.
Patrullan los caminos antes de que un instructor grite: «¡Segundo grupo! ¡Granada!». Los hombres y mujeres se lanzan rápidamente al suelo.
Sus fusiles no son de verdad, pero existe la esperanza de que algunos participantes se sumen a las tropas. Anton, un estudiante de 22 años, ya se ha decidido.
«Cuando empezó la guerra, no estaba preparado para ser reclutado», me dice durante un descanso del entrenamiento.
«Ahora tengo que prepararme para ir a la guerra en el futuro», agrega.
Anton no cree que sea bueno que la gente evite el reclutamiento. Sin embargo, entiende que alguien no quiera luchar.
Le pregunto si le asusta la perspectiva.
«Por supuesto», responde, casi cortándome. «Todo el mundo tiene miedo. Pero si la situación empeora, de ninguna manera estaré sentado aquí en Kyiv».
Ucrania ha desafiado todas las expectativas en su defensa contra la invasión a gran escala de Rusia.
Moscú se ha visto obligado a pasar de tomar todo el país a intentar aferrarse a una quinta parte.
Ucrania, a su vez, está teniendo que hacer sus propias recalibraciones.
No solo con su propia contraofensiva, que está avanzando más lentamente de lo que muchos esperaban, sino también con la forma en que motiva a sus ciudadanos a luchar.
Hay una necesidad innegable, pero también una verdad incómoda, en el hecho de que el campo de batalla no es para todos.
Información adicional de Hanna Chornous, Anastasiia Levchenko, Kate Peevor y Hanna Tsyba