Boris Becker ha sido encarcelado por ocultar activos para evitar pagar deudas. ¿Cómo llegó a esta situación quien fuera toda una figura del tenis?
Un soleado día de julio de 1985, un joven alemán de 17 años y cabello rojizo besó el trofeo dorado de Wimbledon ante una multitud asombrada.
Boris Becker fue el campeón más joven de la competición en categoría masculina y el primero sin haber partido como cabeza de serie.
Su hazaña invitó a los espectadores a preguntarse qué logros podría tener por delante alguien tan joven.
Una tarde nublada, casi 37 años después, un tribunal británico condenaba a Becker a dos años y medio de cárcel.
«Esa actitud le ha pasado factura»
La corte lo declaró culpable de infringir las leyes de insolvencia de Reino Unido, después de que en 2017 se declarara en quiebra con una deuda de casi 63 millones de dólares.
El ex número uno del mundo fue declarado culpable de ocultar millones de dólares en activos para evitar hacer frente a sus deudas. Se le absolvió de otros 20 cargos.
Fue un destino bochornoso para el seis veces campeón de Grand Slam, a quien apodaban «Boom Boom» por su implacable servicio.
Como jugador, Becker nunca dejó de cautivar a los espectadores, especialmente en Reino Unido, donde reside desde 2012.
«Cuando hablaba con él tenía la impresión de que, en el fondo, Boris siempre sentía: de algún modo, estaré bien», afirma el autor Chris Bowers, historiador del tenis que escribió el libro «Boris Becker’s Wimbledon».
«Y finalmente, esa actitud le ha pasado factura».
El éxito de Becker en la cancha se vio ensombrecido por una turbulenta vida privada y continuas dificultades financieras.
En el juicio, el alemán dijo que había ganado una «gran cantidad» de dinero durante su carrera, pero sus ingresos se habían «reducido drásticamente» después de retirarse en 1999.
Y, tras años inmerso en batallas legales, su caída fue tan pronunciada como rápido su ascenso.
«Ganar Wimbledon tan joven y con tanto estilo convirtió al instante a Becker en una celebridad», afirma el corresponsal de tenis de la BBC, Russell Fuller.
«La fama, por supuesto, puede ser un arma de doble filo, y vivir con ese estatus desde los 17 años ha tenido un impacto significativo en su vida adulta».
El alemán favorito de Gran Bretaña
El fulgurante ascenso desde su infancia en la ciudad de Leimen, en el suroeste de Alemania, hasta la gran victoria de 1985, sorprendió al mundo del tenis, incluido al propio Becker, quien afirmó que tenía la intención de ir a la universidad y prepararse para una carrera profesional.
«Lo último en lo que todos pensaban era en que me convirtiera en tenista profesional», declaró a un periódico estudiantil en 2012.
Pero siguieron una serie de triunfos: dos títulos más de Wimbledon, dos del Abierto de Australia y un Abierto de EE.UU.
También ganó 13 títulos de las Masters Series y una medalla de oro olímpica en dobles.
Fue el primer hombre en disputar siete finales de Wimbledon.
Las multitudes amaban su estilo caballeresco. «Era un tenista carismático y durante unos años, en su apogeo, fue el mejor del mundo», asevera Bowers.
Becker incluso fue apodado «el alemán favorito de Gran Bretaña».
Entrenó a Djokovic
Pero el propio tenista admitió haber luchado por encontrar su papel después de retirarse como jugador en 1999.
«Afecta a tu confianza en ti mismo», indicó más tarde. «No sabía qué escribir en mi pasaporte como profesión. ¿Extenista?»
Poco después de dejar el deporte, su vida privada fue objeto de intenso escrutinio en los tabloides.
Su matrimonio con Barbara Feltus se derrumbó entre supuestas infidelidades, entre ellas una con una modelo rusa que luego dio a luz a su hija.
En 2009 anunció su compromiso con la modelo holandesa Sharlely «Lilly» Kerssenberg. Nueve años después se separaron.
Pero, a pesar de todos los titulares que generó su vida personal, el encanto y el ingenio de Becker lo convirtieron en un popular experto en los canales de televisión de todo el mundo. Trabajó como comentarista de la BBC en Wimbledon.
«Desde que se retiró del tenis su vida a menudo ha parecido caótica, pero ha conservado ese aura y presencia que aún lo hacen brillar intensamente cuando está en un estudio de televisión o en un palco de comentaristas», explica Fuller.
Publicó su autobiografía, compitió en torneos profesionales de póquer y fue durante un tiempo director de tenis masculino en la Asociación Alemana de Tenis. Quizás lo más notable es que entrenó durante tres años a Novak Djokovic, tiempo en el que el jugador serbio ganó seis títulos de Grand Slam.
Diplomático de un país africano
Pero sus finanzas ya habían estado bajo el punto de mira de la justicia. En 2002 un tribunal de Múnich multó a Becker con cerca de 315.000 euros y le impuso una pena condicional de dos años de prisión por evasión fiscal de 1,8 millones de dólares.
El 21 de junio de 2017 se declaró en quiebra en Londres por el impago de un préstamo de su finca en Mallorca, España.
Su abogado lo describió como «un individuo nada sofisticado en lo que respecta a las finanzas» y el secretario del tribunal dijo de Becker: «da la impresión de un hombre con la cabeza enterrada en la arena».
Un año más tarde, en un extraño giro, Becker declaró inmunidad diplomática contra nuevos intentos de perseguirlo por la deuda.
Sus abogados alegaron que era un agregado deportivo y cultural de la República Centroafricana (RCA) y, aunque la embajada de la RCA en Bélgica confirmó que le había emitido un pasaporte diplomático, un funcionario del Ministerio de Exteriores de ese país declaró a una agencia de noticias que eso era falso.
Becker acabó abandonando su reclamo de inmunidad diplomática.
Presionado sobre su deuda en 2018, Becker le dijo Andrew Marr de la BBC: «Cuando mencionas el nombre de Boris Becker, la gente pierde su realidad o su sentido de los hechos y comienza a imaginar cosas que no son del todo ciertas».
Pero los hechos finalmente atraparon al alemán.
Sin remordimiento, según la jueza
En marzo de 2022 comenzó su juicio en el Tribunal de la Corona de Southwark.
Después de unas dos semanas para presentar pruebas, los miembros del jurado declararon culpable a Becker de sustracción de propiedad, de dos cargos de no revelación de patrimonio y otro de encubrir deudas.
Como atenuante, el equipo de defensa de Becker destacó el dramático revés de la suerte del tenista.
«Su derrumbe no es solo una caída en desgracia; equivale a la peor humillación pública para este hombre», indicó a la corte su abogado, Jonathan Laidlaw QC.
«Boris Becker no tiene literalmente nada y tampoco queda nada de lo que fue la más brillante de las carreras deportivas, y eso se denomina correctamente nada menos que una tragedia».
No obstante, la jueza Deborah Taylor consideró que Becker no había mostrado remordimiento ni aceptación de la culpa: «Si bien acepto su humillación como parte del proceso, no ha habido humildad», le dijo.
Pese a todo esto, Bowers sospecha que, cuando se escriba el obituario de Becker, destacará la grandeza de sus logros deportivos en lugar de en su desgracia legal.
«El día que muera, la gente recordará su carrera como tenista«, asegura Bowers.
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