Es demasiado grande para existir. Esa es la conclusión que desconcierta a los astrónomos después de encontrar el LB-1, nombre que le dieron a un agujero negro que de acuerdo a sus estimaciones es 70 veces mayor que nuestro Sol.
Las posibilidades de observación a distancia del Telescopio Chino Espectroscópico de Gran Área del Cielo (LAMOST, por sus siglas en inglés), de la Academia de Ciencias China, y el Observatorio Keck ubicado en Hawái, Estados Unidos, permitieron tener datos concluyentes sobre este superagujero negro.
Estudiaron la enorme masa durante varias noches entre el 9 de diciembre de 2017 y el 6 de enero de 2018, y han publicado sus principales descubrimientos en la revista Nature.
Los 100 millones de agujeros negros que se pueden encontrar en la Vía Láctea, pueden clasificarse como agujero negro supermasivo, agujero negro mediano, agujero negro estelar y micro agujero negro.
Pero LB-1, que se encuentra a unos 13.800 años luz de distancia de nosotros, es dos vez más grande de lo que los científicos creían posible y genera muchas preguntas.
¿Por qué es tan diferente de los otros?
Un agujero negro «es un montón de materia apeñuscada en un espacio tan pequeño que nada puede salir, ni siquiera la luz», según explicó de forma simplificada el cosmólogo Andrews Pontzen a la BBC en una entrevista en 2017.
Se forman a partir de la contracción de los núcleos de estrellas gastadas. Según aclara la revista científica Quanta, el proceso de formación de un agujero negro dependerá del tamaño de esa estrella.
En 1967, tres físicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén descubrieron que cuando el núcleo de una estrella es muy pesado, no se convertirá en un agujero negro sino que explotará sin dejar rastro de su existencia.
Si la estrella tuviese un núcleo con una masa entre 65 y 130 veces mayor que la del Sol, explotará de esta manera. Por lo tanto, los astrónomos afirmaban que «no deberían existir» agujeros negros con masas en el rango de 50 a 130 masas solares, porque esas estrellas debían haber explotado.
Pero cada cierto tiempo salen nuevas teorías o evidencias de observación astronómica de que sí hay agujeros negros de semejante tamaño porque la implosión de los núcleos sí puede generar esta masa densa que se traga hasta la luz.
La otra razón por la que los astrónomos tienen tantas preguntas con respecto a esto es porque se cree que las estrellas van «perdiendo» parte de su masa a lo largo de sus vidas, lo cual va disminuyendo su tamaño y son significativamente más pequeñas en el momento en el que «mueren».
Una estrella tendría que nacer con un enorme tamaño de al menos 300 soles, para morir con un número de 130 masas solares. Es tan difícil que eso ocurra, que los astrónomos afirmaban que solo lograrían detectar agujeros negros que no pasarían los 50 soles.
Más preguntas que respuestas
Los experimentos físicos y observatorios científicos LIGO y Virgo habían revelado la posibilidad de que estos agujeros negros existiesen, ahora, el LB-1 confirma la existencia de estos agujeros de tamaño descomunal, según explican en el estudio publicado por Nature.
«Una posibilidad muy interesante es que esta materia oscura contenga dos agujeros negros orbitando entre sí», se aventuran a conjeturar los autores del estudio y más tarde aclaran que esto llevaría a observar más la formación de agujeros negros binarios.
La confirmación de la existencia de un agujero negro de semejante tamaño parece ser el comienzo de otras formas de observación y medidas para este fenómeno que obsesiona a astrónomos y físicos.