No te engañes. Siempre pagas un precio para estar en una relación, siempre debes renunciar a algo.
Dan Savage, de 58 años, afirma que esta es una de sus mayores conclusiones luego de 30 años escribiendo sobre relaciones, amor y sexo en Estados Unidos, en donde se ha convertido en uno de los autores más leídos y respetados de estos temas.
No es sexólogo, tampoco psicólogo, pero desde 1991 escribe la columna Savage Love, que aunque comenzó publicándose en un semanario de Seattle, Washington, ahora aparece semanalmente en una docena de publicaciones de EE.UU., Canadá, Europa y Asia.
También ha publicado seis libros y tiene el exitoso podcast Savage Lovecast, en el que responde todo tipo de preguntas de su audiencia.
Y ese precisamente ha sido uno de sus secretos, atender directamente los problemas de la gente, en ocasiones ofreciéndoles consejos desde su propia experiencia como un hombre gay que cree en las relaciones abiertas.
La gente, sin amilanarse, le relata sus vivencias al interior de sus hogares. Matrimonios en los que una parte decide tener una experiencia bisexual, madres con preocupaciones sobre la vida sexual de sus hijos y lectores con diversas costumbres sexuales que se salen de lo normativo.
Él, con una enorme seguridad -que también mostró en esta entrevista con BBC Mundo-, tiene una respuesta para todos.
Por eso conversamos con él, y no solo nos cuenta qué ha aprendido en estas tres décadas de trabajo, sino también nos habla sobre infidelidad, relaciones abiertas y sobre cómo la «cultura gay» ha cambiado el mundo del dating para todos.
¿Es posible resumir lo que ha aprendido durante estos 30 años de escribir sobre relaciones, amor y sexo?
De las millones de cosas que he aprendido, una ha sido entender que es difícil hacer que las relaciones funcionen. Todas las relaciones que sobreviven a largo plazo implican que cada parte se acomode a la otra. Requieren compromiso de todos los involucrados.
También sé que las relaciones son desordenadas, que no hay ninguna igual a otra. Lo que podría ser un factor decisivo para alguien, no necesariamente lo es para la otra persona, incluso siendo parte de la misma relación.
Es imposible que no sean complicadas, pero son gratificantes.
Y lo más difícil de aprender, ¿sabes qué fue? Que tienes que estar dispuesto a pagar precios para estar con otra persona. Hay ciertos precios de «admisión» que no creo que nadie deba pagar. Por ejemplo, nadie debe tolerar el abuso o la violencia física o emocional. Pero siempre pagas un precio para estar en una relación. Hay algo a lo que tienes que renunciar.
Tienes que mirar a tu pareja y decidir si todo lo que lleva esa persona a la mesa, todo lo que lleva al cuarto, es suficiente para compensar las cosas que vas a dejar atrás.
Dice que debemos encontrar un terreno común para entonces construir algo juntos…
Tienes que llegar a un terreno común. Tienes que entender qué es lo que quieres versus lo que necesitas.
No es asentarse por asentarse, porque no hay una persona perfecta para ti. Eso es algo que he machacado por 30 años. A todos se nos dice, mientras crecemos, que hay alguien para todos, que existe la persona indicada. Y que además es tu trabajo una vez comiences a salir y a navegar en las aplicaciones de citas encontrar a la persona indicada. Pero no existe una persona perfecta escondida en el mundo para ti.
Vas a encontrar a personas que son un 0,7 y un 0,8 y deberás redondearlo a un 1. Eso tomará mucho esfuerzo. También te están redondeando a ti, porque tú tampoco eres la persona perfecta para nadie.
Esto que comenta me recuerda a algo que le he escuchado decir antes y es que todas las relaciones son un mito.
Una relación es una historia que se cuentan dos personas. Es una historia que le cuentan dos personas a todos los que están a su alrededor sobre quiénes son el uno para el otro. Esa historia la revisamos a lo largo de los años y cambia, evoluciona. Presentas al mundo una especie de versión idealizada de ti mismo como pareja.
Si la relación es sana, ambos están a la altura de esa versión. Si es tóxica, se resienten por no ser la pareja que dicen ser cuando se presentan al mundo.
Mi esposo me proyecta como una mejor persona de lo que en verdad soy. Y yo hago lo mismo con él. Luego hay una lucha no tanto por ser quiénes somos, sino por acomodarnos a la historia que contamos sobre nosotros mismos.
Suena como mucha presión…
Es mucha presión, pero también es tremendamente gratificante para muchas personas.
De igual forma, hoy día hay menos personas obligadas a tener una relación. Ciertamente más personas eligen vivir solas y, a veces, cuando hablan de relaciones, hablan de cuánto esfuerzo requieren. Parecería que es un trabajo pesado.
Pero, como dije, también pueden ser tremendamente gratificantes. Hay algo en eso de conocer verdaderamente a alguien, a tu cónyuge o tu pareja… Y que esa persona te conozca a ti en tu peor momento y que te ame todavía. Y tú conocerle en su peor momento y aún amarle.
En eso hay alegría y libertad.
¿Cómo han cambiado las preguntas de tus lectores en estos 30 años?
Las preguntas son diferentes. Hace 30 años me preguntaban mucho: ‘¿Esto es normal?’.
Pero ahora creo que la gente ha entendido que cuando se trata de calcetines y de relaciones humanas, la variedad es la norma.
Cuanto más único seas, más nichos u oscuros sean tus intereses sexuales, o más atípica sea tu relación, paradójicamente más normal eres, porque lo variado es la norma. Por eso ya no recibo tanto esa pregunta. Pero eso era común entre personas heterosexuales.
Para ser gay o una persona queer, tenías que dejar ir eso de ser «normal». En ese sentido, las personas gay no están obsesionadas con ser «normal», sino con encontrar qué quieren realmente.
Creo que las personas homosexuales y queer han moldeado para las personas heterosexuales una nueva forma de vivir y moverse por la vida. Como priorizar lo que quieres en una relación por encima de lo que deberías querer. Creo que ese ha sido el mayor cambio en los últimos 30 años.
¿En qué otras cosas las personas homosexuales han sido un modelo para las personas heterosexuales?
Creo que ha desaparecido la llamada «crisis de la mediana edad». Existía una especie de género literario sobre esto, películas, programas de televisión… Ya no escuchas mucho sobre eso. Porque las personas heterosexuales ahora están teniendo una vida antes de «establecerse». La gente solía casarse cuando tenían poco más de 20 años, justo después de la escuela secundaria o la universidad y tenían bebés de inmediato. Luego se despertaban a finales de los 20, 30 o 40 y sentían que no habían vivido.
Entonces esa vida que ahora están teniendo las personas heterosexuales era parte de lo que culturalmente se condenaba y se identificaba como hedonista. Desde hace 50 o 60 años es común ver que las personas homosexuales tienen relaciones casuales, fugaces. Algo de una sola noche.
Ahora las personas heterosexuales también hacen todo eso. Se benefician de ello y, de hecho, muchos están más contentos y sus matrimonios son más estables. Han tomado todo lo que hacían las personas homosexuales y les han dado nombres «menos profanos».
Los gays tenían fuck buddies, la gente heterosexual tiene «amigos con beneficios».
La gente gay salía a hacer cruising en bares sórdidos, la gente heterosexual sale a la discoteca y «socializa».
Todo esto demuestra que no existía tal cosa como un «estilo de vida gay».
Escuchando sus respuestas, me da la sensación de que, al menos en este lado del mundo (EE.UU.), las relaciones son mucho más libres. ¿Cree también que son más complejas?
Más allá de que las relaciones sean más complejas o no, creo que ahora puedes tomar más decisiones libremente. Algunas personas continuarán casándose a los 22 años y tendrán hijos de inmediato, un estilo de vida «tradicional». Incluso personas homosexuales. Pero es una elección.
Recuerdo que cuando declaré mi homosexualidad, las parejas del mismo sexo que conocí hablaban de la monogamia como una elección. Pero las personas heterosexuales nunca hablaban si iban o no a ser monógamos en su relación. Eso era una configuración predeterminada.
Ahora ves más personas heterosexuales que tienen una conversación con sus parejas sobre si van a ser monógamas o no. La mayoría aún elige ser monógama. Creo que eso es maravilloso. Creo que las relaciones monógamas pueden ser excelentes relaciones, pero es una elección.
Una vez afirmó que cuando alguien es engañado por su pareja, piensa que esa persona nunca le amó y que no hubo compromiso de su parte.
En una relación monógama, el único estándar para el éxito es la perfección. Pero si queremos que las relaciones monógamas sobrevivan, debemos entender que son complicadas. Hay que entender que un compromiso monógamo no significa que no quieras tener sexo con otras personas.
Cuando crecíamos, nos dijeron la mentira de que si eras parte de una relación monógama no ibas a querer tener relaciones sexuales con otras personas. Si eso fuera cierto, no tendríamos ni siquiera que comprometernos a ser monógamos.
El problema para algunos es que cuando se enamoraron de alguien, al principio hicieron un compromiso monógamo sin ningún esfuerzo. De repente quieren tener sexo con otras personas y sus parejas entienden eso como si ya no estuviesen enamorados. Tenemos expectativas poco realistas en torno a la monogamia.
Pero si estás con alguien durante 50 años, vas a querer tener sexo con otras personas. Eso no significa que no haya amor.
Encontrarás a tu pareja mirando porno de vez en cuando o mirando a una camarera o un camarero. A tu pareja le puede gustar un compañero de trabajo de vez en cuando. Y a nadie le debe dar pena eso. Siempre y cuando no actúe sobre su deseo, está honrando el compromiso monógamo.
Estudios demuestran que las personas que son infieles no lo hacen porque su relación es insuficiente, lo hacen porque tienen una necesidad.
Debemos definir la infidelidad como algo que una relación puede sobrevivir si queremos que el concepto de monogamia exista. Pero en vez de hacer esto, hemos decidido que una infidelidad es algo que una relación no puede sobrevivir.
¿Piensa que hay momentos en los que ser infiel es válido?
Definitivamente. Esther Perel, la autora del libro Mating in Captivity, dice que no siempre la víctima de una infidelidad es la víctima en una relación.
Miramos a la persona que cometió el engaño como la que estuvo mal, pensamos que es una persona terrible. Pero hay quienes son infieles porque han sido traicionados emocionalmente, han sufrido el descuido de su pareja, han sido abusados o se les niega el sexo. Así que algunas personas entienden que la infidelidad no es la peor opción y que no siempre es una conclusión egoísta.
Igualmente, pienso que hay momentos en los que es mejor engañar a alguien y quedarse, mostrar tu lealtad con algo más que tus genitales. Cuando miro un matrimonio y veo una historia entre dos personas, que tienen hijos, una familia extendida y comparten propiedades, una posición en la comunidad, así como confort, eso tiene un valor. Quizás no han tenido sexo en 15 años, han ido a terapia y no han logrado arreglarlo, pero se aman y lo que no funciona es esa parte sexual.
A veces que alguien se vaya de una relación puede provocar problemas económicos en la otra persona o inestabilidad emocional. A veces hay niños con impedimentos en el medio.
Pues creo que hay momentos en los que la infidelidad es lo mejor para todos los involucrados en una relación, aunque no sea ético.
En otro tema, quería preguntarle tu opinión sobre esta idea de las nuevas generaciones, millenials y generación Z, que afirman tener menos interés en el sexo.
Es interesante, a medida que el sexo es más fácil, algunas personas ya no lo priorizan. Hay mucha más pornografía disponible, muchas más experiencias sexuales que son posibles mediadas por la tecnología, ya sabes, como el sexo cibernético por cámara. Relaciones que las personas pueden desarrollar con otros extraños en Internet en las que se envían mensajes de texto todo el tiempo.
Mientras que, antes de que apareciera la tecnología, si querías expresar tu sexualidad, tenías que encontrarte con una pareja que quisiera estar desnuda contigo, y eso es algo que puede ser intimidante. Hay gente que se siente más segura en Internet y hay otras que deciden simplemente no tener sexo.
Hace una generación atrás, había personas que tenían relaciones sexuales que no necesariamente querían o con las que no se sentían tan emocionadas. Ahora hay un sentido de identidad construido alrededor de no tener sexo o tener poco sexo y se ve como algo positivo.
Como dije, la libertad es poder tomar tus propias decisiones. Algunas personas con esa libertad decidirán tener muchas parejas sexuales, otras tener una relación monogámica y hay quienes elegirán tener pocas parejas sexuales o ninguna.
¿Por qué piensa que los hombres homosexuales tienen una mejor comunicación sobre sexo que las parejas heterosexuales?
Los más famosos escritores sobre relaciones te van a decir que nada mejora más el sexo que la buena comunicación. El problema con muchas personas heterosexuales es que la comunicación termina con el consentimiento. Acuerdan tener relaciones sexuales y luego dejan de hablar, porque lo que sucede después está asumido: que van a tener coito vaginal.
Pero cuando dos hombres se van a acostar, luego de obtener el consentimiento es que comienza la conversación, porque lo que sucede a continuación no se puede suponer.
Tal vez se puede asumir que habrá coito anal, de la misma manera que lo supone la pareja heterosexual, pero ahí surgiría la pregunta de quién va a ser penetrado.
Las personas homosexuales, por lo tanto, se comunican sobre el sexo de una manera en que las personas heterosexuales podrían hacerlo, pero que de todas formas no lo hacen. No es que seamos mejores seres humanos, es que no podemos evitar estas conversaciones.
Y en ese momento puedes descartar cualquier cosa que no desees. Decir que solo quieres masturbación mutua o sexo oral, y que no estas listo para sexo anal o que no sientes que esa noche debe suceder.
En sus 30 años como columnista, ¿se ha arrepentido de algo que haya escrito?
Sí. Cuando comencé a escribir mi columna Savage Love era en la década de los 90. Había una tendencia de que para llamar la atención tenías que ser controversial o satírico, encontrar la manera de ser escandaloso, y eso a veces involucra una especie de crueldad. He leído columnas que escribí hace 25 años y pienso que hice todo lo posible por ser el más cruel y eso es algo que no hago más.
Por mucho tiempo yo negué la bisexualidad masculina, e hice bromas y fui cruel en relación a ese tema. Me siento mal cuando leo esas columnas. Trato de ser más consciente ahora.
Como mucha gente, era menos sensible a los temas de género, pero también poco sensible a las dinámicas de poder en las relaciones heterosexuales. Las mujeres tenían miedo a decir que no querían tener relaciones por las consecuencias que eso les podía traer.
No fui consciente de esas cosas de la manera en que debí serlo y de la manera en que lo estoy ahora.