El juicio en Nueva York a «El Chapo» Guzmán sigue revelando detalles desconocidos del alcance del Cartel de Sinaloa.
El ex narcotraficante colombiano Jorge Milton Cifuentes Villa, de 52 años y oriundo de Medellín, miembro de una organización criminal familiar, subió al estrado el miércoles por segundo día consecutivo para responder al interrogatorio del fiscal general adjunto Adam Fels.
Tras haber sido arrestado en Venezuela, Cifuentes fue extraditado en 2013 a Estados Unidos, donde fue acusado de narcotráfico y lavado de dinero en los distritos de Miami y Manhattan.
Como testigo cooperante en esta ocasión, y vestido con un uniforme de prisión color castaño, narró cómo los tentáculos del cartel de Sinaloa se extendieron por varios países de Sudamérica, la sofisticación para salvaguardar su actividad ilegal de su organización y la del «Chapo» y la corrupción que goteó por todo el camino.
Estas son cinco de las principales revelaciones.
1. «Le brillaron los ojitos»
Según narró Cifuentes, su relación con «El Chapo» comenzó cuando viajó para conocerlo en febrero de 2003 a Culiacán, en las montañas de Sinaloa, en México.
Fue recibido en la pista de aterrizaje por el mismo «Chapo» que portaba «un revólver calibre 38 en la parte de atrás» con «incrustaciones de diamante y oro» y que estaba de fiesta celebrando dos años que se había fugado de la cárcel.
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La pista en la que aterrizó el pequeño avión Cessna 206 de Cifuentes «estaba inclinada», lo que describió en la corte como una experiencia «terrible». Tan terrible que decidió darle como «regalo» al Chapo un helicóptero MD 520 Notten que costaba 1 millón de dólares en esa primera visita, «para que viajara de forma más civilizada».
«Le digo ‘le voy a regalar un helicóptero para que se pueda desplazar más fácil con su familia'», relató Cifuentes. «Se puso muy contento, le brillaron los ojitos y me agradeció», acotó.
Para poder hablar más tranquilamente, se ubicaron en una colina donde «El Chapo» tenía una cabaña, «cerca de donde el ganado tomaba agua», rodeada de «cultivos de marihuana y amapola de flores rojas», según su descripción.
En ese primer encuentro «El Chapo» y Cifuentes acordaron que al colombiano lo llamarían «Simón» para proteger sus actividades ilegales.
«Simón resultó de la película ‘El santo» de Roger Moore, era el bueno, el santo», contó Cifuentes, quien a su vez se refiere siempre a «El Chapo», Joaquín Loera Guzmán, como «Don Joaquín»
El colombiano le expresó su interés en exportar droga a México usando unos barcos pesqueros atuneros que tenía «El Chapo», pero éste le respondió ofreciéndole en vez cinco aviones de fibra de carbón que «no podían ser detectados por los radares de las torres de control» y que tenían capacidad para transportar hasta 400 kilos de cocaína.
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Fue así como empezaron a traficar cocaína desde el departamento de Chocó, en el noroeste de Colombia, donde Francisco Iván, hermano mayor del clan Cifuentes, expiloto de Pablo Escobar y mejor conocido como «Pacho» o «Pachito», tenía una finca en la que cargaba los aviones.
Pero varios accidentes agotaron la paciencia de Cifuentes haciéndolo apartarse de la intermediación entre su hermano mayor y «El Chapo», y reduciéndolo a los asuntos de logística de los envíos.
«Esos aparatos no parecían aviones sino cohetes. Eran muy peligrosos, necesitaban pilotos experimentados», aseguró el colombiano ilustrando su punto con dos accidentes.
Los aviones fueron reemplazados por otros adquiridos en EE UU, según explicó.
«Aquí estaban renovando la aviación, así que eran aviones desechables. Después de usados se tiraban».
2. El odio a las Farc no evitó comprar droga de las Farc
El testigo Cifuentes dijo que la guerrilla de las Farc había intentado asesinar a su madre y secuestrar a su padre, así que los despreciaba. Fueron sus razones parafinanciar 5.000 fusiles AK 47 y cinco millones de municiones para la organización paramilitar colombiana Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), enemigo acérrimo de las Farc.
«Eso se convirtió en un problema para mí», afirmó, «los paras (paramilitares) querían que siguiera suministrándoles drogas, realmente no peleaban con la guerrilla», dijo explicando que lo que querían era controlar territorios para el tráfico de estupefacientes.
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Pero este odio no fue inconveniente cuando en 2008 decidió montar una base de operaciones en Ecuador para proveer cocaína para «El Chapo» Guzmán.
El proveedor que consiguió en Ecuador importaba la droga desde Putumayo, un departamento fronterizo en Colombia.
«Era la única forma de conseguir cocaína porque toda la zona la controlaban las Farc», afirmó, y agregó que el Chapo respondió que «le parecía bien» cuando le comunicó el origen de la droga.
La operación era compleja ya que implicaba tener gente en varios países sudamericanos.
Usando un colorido mapa que el fiscal adjunto proyectó este miércoles en varias pantallas, Cifuentes dibujó la ruta que hacían para transportar la droga desde Ecuador hasta Sinaloa y reveló lo que implicaba cada envío.
Un barco pesquero tiburonero vacío salía de Perú por el Océano Pacífico hacia el norte.
En un punto en aguas abiertas frente a las costas de Ecuador era interceptado por lanchas extrarrápidas cargadas con la droga. Ese barco se topaba con un pesquero atunero en aguas abiertas cerca de Sinaloa para hacer el traspaso. Y finalmente, esa droga era entregada a lanchas extrarrápidas mexicanas que la llevaban a Sinaloa.
Según contó Cifuentes, cada kilo del primer envío le costó cerca de 3.000 dólares, pero «El Chapo» lo vendía en México por 11.000 dólares, ganando por kilo de 8.000 dólares y en total, 48.000 dólares.
3. Sobornos en Ecuador, Colombia y México
Tal vez uno de los sobornos más notorios mencionado por Cifuentes fue el pagado al capitán del ejército de Ecuador Telmo Castro, quien recibió 100 dólares por cada kilo de cocaína que transportó desde la frontera entre Ecuador y Colombia hasta las bodegas donde Cifuentes y sus hombres preparaban los envíos para el cartel de Sinaloa.
«Tenía que transportar la cocaína en los camiones del ejército, de Esmeraldas a Quito y Guayaquil», dijo. Y destacó que »los camiones del ejército no los revisan» como la razón principal para haber comprado al oficial.
De acuerdo con la declaración de Cifuentes, que fue extraditado a Estados Unidos tras haber sido arrestado en Venezuela en 2013, en el primer envío en 2008, el capitán Castro -a quien apodaban «Capi» o «Carpintero»- recibió 600.000 dólares por las seis toneladas que llegaron con éxito por el Océano Pacífico hasta Sinaloa.
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La participación del capitán Castro en la operación que Cifuentes montó en Ecuador para proveer de cocaína a «El Chapo» era sólo uno de los fragmentos de una cadena transnacional muy compleja que incluía barcos pesqueros tiburoneros de Perú, Ecuador, Colombia, México y Estados Unidos.
El testigo también se refirió a otros sobornos a altos funcionarios de Pemex, la empresa de Petróleos Mexicanos, con los que planearon envíos de cocaína en barcos petroleros y a través de plataformas de crudo en el mar, pero todos resultaron inconclusos.
Cifuentes también narró cómo sobornó oficiales de las Fuerzas Armadas de Ecuador y Colombia para que le suministraran información sobre las ubicaciones de los barcos de la armada estadounidense, así como otros sobornos para conseguir beneficios tributarios o con oficiales de la justicia colombiana para cambiar sus huellas digitales y «hacer desaparecer» una condena que tuvo en 1984.
4. Se lavaba el dinero en cajeros automáticos
Las plantas de acopio y empaquetado de cocaína del cartel de Sinaloa de Ecuador dependían del dinero que mandaba «El Chapo» y la cadena de corrupción que debían pagar en el camino.
Pero mover la plata entre México, Colombia y Ecuador era «bastante complejo».
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«Le presenté al Chapo a Juan Pablo Londoño para que le ayudara a mover el dinero de México a Colombia para comprar la cocaína».
«Es un colombiano que tiene una empresa que se llama Monedeux, que tiene un contacto con Visa», aseveró.
El proceso descrito por Cifuentes empezaba en casas de cambio en México para mandar dinero a casas de cambio en Estados Unidos y Canadá, que cobraban una comisión de entre 10% y 16% del dinero y les entregaban tarjetas débito Visa, con las que podían hacer retiros en cajeros automáticos de Colombia.
«El dinero se recogía de las manos de Don Joaquín para que fuera transferido a las casas de cambio», aseguró.
Y una curiosidad: el «joint» con «El Chapo»
El fiscal adjunto Fels le preguntó a Cifuentes si alguna vez había consumido drogas en la casa del Chapo Guzmán en Sinaloa.
Cifuentes dijo que se había «metido un pase de cocaína» con Ismael «El Mayo» Zambada, poderoso miembro del cartel de Sinaloa.
Cifuentes contó que no consume cocaína, pero sí marihuana
«No soy consumidor de cocaína, pero se usa en México que te ofrecen un pase y uno la toma».
Según relata, Zambada le dijo que probara de su propia cocaína para que viera que «no era la mejor», aunque sí «era comercial».
Cifuentes relató que en alguna ocasión armó «un joint» de marihuana proveniente de un cultivo que tenía el Chapo, aclarando que marihuana sí es algo que «fuma cada semana».
«¿Y eso qué te hace?», le preguntó «El Chapo».
Ante la pregunta Cifuentes le ofreció un poco para probar, y haciendo la mímica de «El Chapo», dijo había aspirado el cigarrillo, mirándolo alzado al frente dijo: «A mí no me hace nada».
Cifuentes continuará dando testimonio el jueves en la corte de Brooklyn.
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