s_bbcws.prop25=»[domain]»;s_bbcws.prop45=»[language]»;En Venezuela se suele decir que «el día que bajen los cerros, habrá un estallido social».
La frase hace referencia a una crónica periodística publicada al día siguiente del Caracazo, como se conoce a la serie de saqueos y disturbios y posterior represión policial en 1989 que marcó un antes y un después en la historia del país.
A partir de ese histórico momento, el movimiento que lideró Hugo Chávez empezó a sembrar su base política sobre ese descontento.
Diez años después fue elegido presidente después de un intento de golpe de Estado en 1992.
Según el historiador Alejandro Velasco, desde hace medio siglo más de la mitad de los venezolanos vive en los cerros de los barrios populares: en bloques, casas informales o ranchos.
En los últimos años, en medio de una cada vez peor crisis económica e intermitentes escenarios de masivas protestas en contra del gobierno chavista de Nicolás Maduro, mucho se ha hablado de aquella famosa frase sobre la bajada de los cerros.
En las últimas semanas se han producido protestas, enfrentamientos con la policía con saldo mortal y saqueos en barrios populares de Caracas como El Valle, La Vega o Petare.
Sin embargo, para Velasco, un historiador «con sensibilidad antropológica» que se dedicó a estudiar las problemáticas de los barrios populares, los cerros ni han bajado ni están por bajar.
Autor del libro Barrio Rising: Urban Popular Politics and the Making of Modern Venezuela y profesor e historiador de la Universidad de Nueva York (NYU), en Estados Unidos, Velasco le dice a BBC Mundo que, al haber crecido en la clase media caraqueña, que se radica en el este de la capital, la curiosidad por los barrios del oeste lo llevó a dedicarles parte de su carrera.
Con él hablamos sobre los barrios como actores políticos en Venezuela en el pasado y en el presente
Es curioso que hoy la oposición, que se identifica con la clase media, esté usando esa frase, porque la frase tiene una carga muy poderosa de lucha de clases.
Ahora estamos viendo trayectorias paralelas que no se entrelazan.
Estemos viendo saqueos, protestas y disturbios en los sectores populares que manifiestan un descontento. Ese descontento está presente en las protestas de calle del último mes, pero ahí tiene otra configuración.
El descontento no necesariamente está ligado a las exigencias de la oposición, que son políticas y no necesariamente sociales y económicas, que son las razones por las que están protestando los barrios.
¿Cuándo se entrelazan esas tendencias paralelas? Ahí es que vas a ver esa explosión general.
Es verdad que cada vez más, a diferencia de las protestas de 2014, se vinculan las clases populares a las protestas. Pero la desconfianza entre las clases populares y la oposición es tal que incluso con la gravedad y profundidad de la crisis, uno esperaría que ya hace tiempo hubiese habido una explosión social y que los índices de apoyo del chavismo estuvieran por el piso, pero vemos que son del 20% o 30%. Es insólito.
¿Están siendo reconocidos los barrios como un actor político?
Son reconocidos, pero hay que ver a qué nivel y con qué grado de importancia.
Si son reconocidos como un actor primordial, con exigencias y demandas que deben ser entendidas, o como un actor que es coyuntural que nos importa cuando tenemos que ir a unas elecciones.
Estos sectores se unieron a Chávez porque él entendía estos sectores no como coyunturales, sino como sociales e importantes para la conducción de la política venezolana.
Y eso es lo que crea la desconfianza con factores de la oposición, que mantienen una idea de que son importantes sólo para momentos de coyuntura.
En los barrios pueden pensar: salimos a la calle, protestamos, tumbamos el gobierno, pero después qué. Esa es la gran incógnita.
¿Los barrios cambian gobiernos?
Claro. Pero el cambio no es instantáneo. El Caracazo, sin duda, cuando bajaron los cerros, eso fue lo que le dio el golpe final al Puntofijismo (sistema bipartidista). El golpe final formal no llega hasta 1998, cuando la elección de Chávez, pero ya estaba herido de muerte cuando el Caracazo.
¿Hemos tenido un evento que signifique que el gobierno está muerto? Yo aún no lo veo. Pero sin duda los barrios pueden encauzar la historia de manera muy fuerte que no se ve de manera instantánea pero que tiene repercusiones a mediano plazo.
¿Cómo es que Chávez logra convertir los barrios en su base de apoyo?
A veces se nos olvida que Chávez ganó en el 98 con el apoyo de todas las clases. Las clases medias y medias altas también votaron por Chávez.
Es a partir del 2003 y del revocatorio en 2004 que se crea la división fuerte de clase entre sectores populares y clases medias y clases altas.
Y eso surge porque se muestra que con el paro petrolero de 2002 y 2003 las élites no están dispuestas a ceder ni una pizca de poder y que están dispuestos a sacrificar hasta el petróleo para llegar a su meta y recuperar el poder.
Chávez dijo que él sabía, según encuestas, que iba a perder el revocatorio de 2004.
Y ahí es cuando vienen las Misiones que surgen antes del boom petrolero; tienen como norte la reivindicación de una ideología de la participación popular.
Después de 2004 surge la diferenciación entre las Misiones de sentido ideológico y las electorales, y surge un nuevo chavismo, ya con la idea del socialismo y el sentido redistributivo, pero también ya con una idea muy clara de la estrategia electoral.
Así se gana el chavismo a los barrios, pero ¿cómo se explica la victoria de la oposición en las legislativas de 2015 en barrios populares tradicionalmente chavistas?
La gente en sectores populares entiende que las elecciones que cuentan son las presidenciales y las otras son más para manifestar descontento sin irse del todo para el otro lado.
En 2015 hay voto de castigo. Los que votaron a Maduro en 2013 o bien no votaron (en 2015) o votaron por la oposición como manera de decir: «Les vamos a dar la Asamblea (Nacional) para exigir algún tipo de trato por parte de Maduro».
Eso es lo que pasa ahora: que exigen un cambio a Maduro.
Y la respuesta de Maduro, que ha sido radical, ha generado, junto a la crisis, un desencanto, sobre todo por el tema de la corrupción y la distancia con los sectores populares.