«A mí me parece que si el dinero en efectivo desaparece por completo sería un gran problema… Me da miedo que va demasiado rápido… es una gran preocupación sentir que la sociedad ya no es para ti».
Maijlis Jonsson, habitante del centro de Estocolmo de 73 años, lleva una vida activa con sus amigas. Pero hay un problema que no deja de causarle estrés.
Suecia lleva años avanzando a paso firme hacia una sociedad libre de dinero en metálico, que ya se usa solo en una de cada cinco transacciones en tiendas, la mitad que hace cinco años.
El país ya eliminó los billetes y las monedas de los autobuses, y muchas atracciones turísticas sólo aceptan pagos con tarjeta.
La ley dice que las tiendas pueden rechazar el efectivo, así que muchas tienen un cartel advirtiéndolo. La vida puede ser dura para quienes no quieren o pueden adaptarse al cambio.
No todos odian el efectivo
Maijlis Jonsson es una de esas personas. Ella tiene que ir a un banco para devolverle a su amigo un boleto de tren comprado por internet.
«Por lo general, la tarifa es de 79 coronas, que es de aproximadamente US$9», dice. «Es una gran cantidad de dinero… por supuesto, siempre dicen que puedes hacerlo gratis en internet, pero es un problema… algunos no sabemos cómo hacerlo».
Jonsson trata de pagar una taza de café, pero el cajero se niega. «No quería recibir mi dinero, así que tengo que pagar con tarjeta», dice, y agrega que, en cualquier caso, los cajeros automáticos se están volviendo cada vez más difíciles de encontrar en Estocolmo.
Niklas Arvidsson, profesor del Real Instituto Tecnológico KTH y experto en sistemas de pago de Suecia, reconoce que determinados grupos demográficos corren el riesgo de quedarse atrás, como los ancianos.
«También tenemos un problema con los comerciantes más pequeños en las zonas rurales, donde quizás los sistemas de telecomunicaciones no funcionan», dice.
Muerte de efectivo y cambios de poder
¿Suecia se está beneficiando de todo esto? De acuerdo con Arvidsson, sí.
«Si lo miras desde una perspectiva macroeconómica, entonces sí», dice.
«Las transacciones electrónicas son más rápidas y cuestan menos en general, y hacen que el sistema de pago sea más eficiente«.
También señala que «es un poco más difícil en general que la gente se salga con la suya [no] pagando impuestos o haciendo pequeños robos sin efectivo».
Sin embargo, como con todos los movimientos hacia territorio desconocido, ¿quién tiene el poder? ¿Lo estaremos entregando a un pequeño número de compañías privadas que tienen las llaves de cómo funcionan estos sistemas de pago?
Es un riesgo, admite Arvidsson.
«Podríamos terminar en una situación en la que algunos bancos comerciales detenten mucho poder», señala Arvidsson.
«La contrafuerza ante eso es el crecimiento de las compañías tecnológicas, el desarrollo de servicios que pueden competir con los bancos, y con suerte se mantendrá un mercado muy competitivo donde no vemos ganancias oligopólicas, y entonces demasiado poder descansa en manos de unos pocos actores».
Pero Suecia no es el único país que contempla un futuro sin efectivo.
¿Paso brutal de India?
India está buscando alejarse de las transacciones en efectivo tradicionales. Pero algunos dicen que tomó un paso extremo, quizás brutal, para obligar a las personas a aceptar las transacciones digitales.
El gobierno retiró algunos billetes de alta denominación de circulación hace más de un año. El movimiento golpeó la economía y muchas personas pobres aunque por un corto período.
El primer ministro de la India, Narendra Modi, creó decenas de municipios sin efectivo donde se desaconsejan los billetes y las monedas.
Incluso hay un ministerio del gobierno dedicado a impulsar el cambio.
Pero India es un país vasto y con un estimado de 270 millones de personas por debajo de la línea de pobreza. ¿Es realmente deseable un futuro sin efectivo incluso si es posible?
Monika Halan, editora del periódico financiero Mint, con sede en Delhi, dice que el gobierno está motivado por una variedad de factores.
Para Halan, tiene que ver en parte con tomar medidas enérgicas contra el dinero ganado en el mercado negro, así como también en el financiamiento del terrorismo.
Pero también tiene que ver con la inclusión y el desarrollo de la economía financiera.
«Hay razones por las que las personas no ingresarían a una sucursal bancaria», explica. «Tenían miedo de que se burlen de ellos o porque sus billetes están sucios. No tenían la confianza de que serían tratados bien por el personal del banco».
Halan también señala otro problema: los bancos en áreas rurales no cuentan con personal o recursos adecuados.
«Si nos fijamos en la forma en que la gente ahorra en las partes más pobres del país o incluso en el sector informal urbano, en realidad se trata de una gran cantidad de fondos informales. Y muchas personas pierden ese dinero», señala.
«La gente quiere que su dinero esté seguro -argumenta-, por lo que quiere poner su dinero en los bancos en lugar de tenerlo en casa».
«Debes prestar servicios bancarios a los pobres de la manera en que ellos lo deseen, no de la manera que se les da».
Halan también describe cómo la banca digital a través de dispositivos móviles baratos ha nivelado el campo de juego para los proveedores de servicios menos pudientes.
Tan pronto como cayó el precio de los teléfonos celulares, los vendedores ambulantes, carpinteros, barrenderos los compraron para aumentar sus negocios.
Gracias a estas herramientas, ahora pueden hacer lo que hacen los ricos y las élites.
Pagos y problemas de privacidad
Por supuesto, con un aumento en las transacciones digitales, la cuestión de la seguridad de los datos entra en juego.
A medida que vamos en caída libre por un mundo cada vez más virtual -y los pagos en la nube en lugar de pagos con papel-, surge la pregunta de quién tiene acceso a nuestra información.
Para Monica Halan, es un reto global sin una solución fácil.
«Creo que esos son los problemas con los que el mundo entero está lidiando con Facebook», dice.
«El gobierno y los reguladores tienen que actuar muy rápido para cerrar las filtraciones de datos que están surgiendo en todo el mundo, e incluso en India».
En cualquier caso, Halan sigue siendo muy optimista con respecto a estas políticas hacia la eliminación del dinero efectivo.
«Es como si se estuviera construyendo una infraestructura virtual… si una carretera o un ferrocarril tiene la capacidad de acercar a las personas de negocios y aumentar la producción, lo mismo sucederá con la tecnología», opina.
«Una vez que el genio de la tecnología está fuera de la botella, ¿cómo lo vuelves a poner dentro?».