Contagiarse de covid-19 puede provocar cambios en el cerebro, según indicó un estudio publicado en la revista Nature.
Los investigadores hallaron diferencias significativas en las resonancias magnéticas hechas antes y después de la infección.
Incluso después de una infección leve, las imágenes mostraron que el tamaño total del cerebro se había reducido ligeramente, con menos materia gris en las regiones relacionadas con el olfato y la memoria.
No se sabe si estos cambios son permanentes, aclaran los investigadores, que enfatizan que el cerebro tiene la capacidad de recuperarse.
«Estábamos observando una infección esencialmente leve, con lo cual notar que realmente había diferencias en el cerebro y cuánto había cambiado en comparación con aquellos que no habían sido infectados fue una gran sorpresa», señaló Gwenaelle Douaud, autora prinicpal del estudio y profesora del Centro Wellcome de Neuroimagen Integrativa de la Universidad de Oxford.
El proyecto UK Biobank ha seguido la salud de 500.000 personas durante aproximadamente 15 años y tiene una base de datos de escaneos registrados antes de la pandemia. Esto brindó una oportunidad única para estudiar el impacto del virus en la salud a largo plazo.
Los investigadores reescanearon a:
- 401 participantes, 4 meses y medio en promedio después de su infección. El 96% con covid leve.
- 384 participantes que no tuvieron covid
Encontraron que:
- El tamaño general del cerebro en los participantes infectados se había reducido entre un 0,2 y un 2%
- Hubo pérdidas de materia gris en las áreas olfativas, vinculadas al olfato, y en regiones vinculadas a la memoria.
- Aquellos que se habían recuperado recientemente de covid tenían un poco más de dificultad para realizar tareas mentales complejas.
Los investigadores aún no saben si estos cambios son reversibles o si realmente son importantes para la salud y el bienestar.
«Debemos tener en cuenta que el cerebro es realmente plástico, con eso queremos decir que puede curarse a sí mismo, por lo que hay una gran posibilidad de que, con el tiempo, los efectos nocivos de la infección desaparezcan», señaló Douaud.
La pérdida más significativa de materia gris fue en las áreas olfativas, pero no está claro si el virus ataca directamente esta región o si las células simplemente mueren por falta de uso, después de que las personas con covid pierden el sentido del olfato.
Tampoco está claro si todas las variantes del virus causan este daño.
Los escaneos se realizaron cuando el virus original y la variante alfa prevalecían y la pérdida del olfato y el gusto eran un síntoma principal.
En cambio ahora, que prevalece la variante ómircon, estos dos síntomas se han reducido drásticamente.
«Tu mente es lo que estás ejercitando»
Paula Totaro perdió el sentido del gusto y el olfato cuando se contagió de covid en marzo de 2020.
«Cuando los perdí, era como vivir en una burbuja o en el vacío; encontré que esto me hacía sentir realmente aislada», le dijo a BBC News.
Pero después de ponerse en contacto con la organización sin fines de lucro AbScent, que apoya a las personas que han perdido la capacidad de oler y saborear, comenzó a entrenar el olfato.
«Lo que hace el entrenamiento del olfato, particularmente si lo haces dos veces al día, regular y religiosamente, es que te obliga a entrar en contacto con el olor, permitir que regrese a tu nariz y luego pensar qué es lo que estás oliendo», dice.
«Y esa conexión entre lo que está en el mundo externo y lo que entra en tu cerebro y tu mente es lo que se está ejercitando».
Totaro ya ha recuperado la mayor parte de su sentido del olfato, aunque todavía tiene problemas para identificar cuáles son los diferentes olores.
«Es una mezcla de alegría de que el sentido haya regresado, pero todavía siento un poco de ansiedad porque aún me falta».
En opinión de Naomi Allen, directora científica de UK Biobank, el estudio «genera todo tipo de preguntas que otros investigadores pueden seguir investigando sobre el efecto de la infección por coronavirus en la función cognitiva, en la confusión mental y en otras áreas del cerebro, para realmente centrar la investigación en la mejor manera de mitigar eso».
David Werring, profesor del Instituto de Neurología del University College London, dijo que otros comportamientos relacionados con la salud podrían haber contribuido a los cambios observados.
«Los cambios en la función cognitiva también fueron sutiles y de relevancia poco clara para la función diaria», aclaró.
«Y estos cambios no necesariamente se ven en todos los individuos infectados y pueden no ser relevantes para las cepas más recientes».
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