La ciencia se ha movido muy, pero que muy rápido debido a la pandemia de coronavirus, con información nueva que ha ido surgiendo cada semana.
No solo ha habido importantes avances en nuestro entendimiento de cómo se propaga el coronavirus, sino que los expertos también han desarrollado en tiempo récord varias vacunas para combatirlo.
Para tratar de condensar todo este caudal de información, el doctor Muge Cevik -catedrático de la Universidad St Andrews y miembro del Grupo Consultor sobre Amenazas de Virus Respiratorios Nuevos y Emergentes (NervTag, por sus siglas en inglés) del gobierno británico- publicó un amplio metaanálisis de estudios recientes relacionados con el virus causante del covid-19.
Se trata de 79 estudios publicados en los últimos 12 meses que fueron examinados para adquirir una mejor comprensión de los factores claves en la transmisión del coronavirus.
¿Qué se encontró? Mucho. Desde la identificación de factores que aumentan dramáticamente el riesgo de infección, hasta el papel de los portadores asintomáticos. El análisis resalta conocimientos clave del coronavirus, así como malentendidos.
Antes de que hace unas semanas emergiera una nueva variante de coronavirus en Reino Unido, hablamos con el doctor Cevik sobre qué podemos aprender de esta investigación reciente.
¿Cuáles son los hallazgos clave del análisis de las investigaciones sobre covid-19?
Básicamente, notamos que la mayoría de las infecciones ocurrían en espacios cerrados.
Hasta tal vez mayo o abril, pensamos que cada interacción, cada escenario implicaba un riesgo similar. Pero está quedando mucho más claro que no todas las actividades o ambientes son iguales cuando nos enfocamos en la transmisión.
También está quedando muy claro que la duración del contacto es importante. Cuanto más tiempo pases con una persona infectada, y cuanto más numeroso sea el grupo, mayor será el riesgo.
Si estás en un entorno cerrado y estás haciendo varias actividades -cantando, gritando o comiendo- vas a producir muchas más microgotas. Y si no hay suficiente ventilación en el cuarto, esas microgotas permanecen suspendidas más tiempo.
Hay unos estudios que muestran que abrir una ventana disminuye el riesgo de infección. Por ejemplo [un estudio que examinó] un brote en un autobús. Y las personas que estaban sentadas cerca de una ventana no se infectaron.
[El estudio, realizado por la organización estadounidense sin ánimo de lucro MITRE, examinó la dispersión de aerosoles en autobuses con ventanas y ventiladores en 84 ensayos de prueba. No hubo pasajeros sentados en el autobús durante el estudio, si no que se utilizaron 28 sensores].
Se le ha prestado mucha atención al lavado de manos, que también es importante. Pero debemos poner el énfasis en el hecho de que si estás pasando mucho tiempo en un espacio cerrado, sin la puerta o la ventana abiertas, el riesgo sigue siendo más alto, aunque te laves las manos.
El abrir las ventanas es igualmente útil porque necesitamos seis «cambios de aire» por hora. Si abres una ventana cinco o seis centímetros en un cuarto pequeño, eso podría hacer circular el aire para cinco personas.
Otro factor clave son las circunstancias socioeconómicas. El tamaño del hogar es bastante importante. Por ejemplo, un estudio en Francia demostró que si vives en lugares muy pequeños con mucha gente, tu riesgo de infección es tres veces mayor que el de otra persona que tiene más espacio.
¿Cómo pueden estos hallazgos cambiar la estrategia de rastreo de contactos?
Lo que hemos aprendido durante los últimos meses es que el coronavirus tiende a propagarse en cúmulos o agrupaciones de personas. Pero creo que este conocimiento no ha sido completamente asimilado en nuestra manera de pensar. Y tampoco ha sido asimilado en nuestras prácticas preventivas porque seguimos concentrándonos en las dinámicas de la transmisión tipo gripe, donde frecuentemente cada persona infecta a otra persona.
Lo que estamos viendo con el coronavirus es que la mayoría no trasmitirá la infección, pero un grupo pequeño de personas puede generar grandes cúmulos de infectados.
Así que, saber dónde es que ocurre la trasmisión y entender los entornos de alto riesgo nos puede ayudar a crear una estrategia mucho más sutil y dirigida. Y podría ayudarnos a orientar nuestros esfuerzos en el rastreo de contactos. Porque la mayoría de las personas habrán sido infectadas por alguien que también infectó a otras personas, frecuentemente al mismo tiempo. Eso quiere decir que debemos hacer un rastreo regresivo, encontrar a esas personas para identificar el escenario de la trasmisión.
Como ejemplo, Corea del Sur encontró un pequeño cúmulo vinculado a un club nocturno y luego le hicieron pruebas a todo el que había estado en ese club. Ese no es necesariamente el tipo de rastreo de contactos que estamos realizando en este momento en Reino Unido porque básicamente lo que seguimos son los contactos del individuo.
El crear una estrategia que se enfoque en los cúmulos -identificando los lugares vinculados al alto riesgo- podría ayudarnos a recuperar (un poco) la normalidad.
¿Podríamos evitar medidas de confinamiento más estrictas si identificamos estos ambientes de alto riesgo?
Exactamente. Eso es lo que Japón ha estado haciendo. Básicamente aconsejaron evitar aglomeraciones y contacto cercano en espacios cerrados, especialmente si involucran hablar o cantar. Eso básicamente le dice a la gente dónde están ocurriendo la mayoría de las infecciones.
En este momento, la mayoría de los mensajes públicos no tienen mucho sentido.
No solo en Reino Unido. Por ejemplo, otros países ordenan usar la mascarilla al aire libre. Esto tal vez podría ser útil se estás en un ambiente exterior con mucha gente. Pero si estás caminando por una calle vacía sin contacto social, no necesariamente tienes que ponerte una mascarilla.
Creo que esos mensajes son muy perjudiciales porque la gente realmente no entiende dónde está el verdadero riesgo.
Muchas personas todavía temen ir al supermercado, mientras que sí se sientan en un restaurante durante horas. El riesgo de trasmisión es muy diferente.
La gente no se queda mucho tiempo en un supermercado y también es un espacio enorme donde te acercas poco a otras personas. Pero en los restaurantes, estás hablando y comiendo en grupos.
Cuando se está en un grupo, la gente tiende a sentirse más cómoda y no sigue las mismas medidas como las que toman con personas que no conocen. Ahí es donde estamos viendo que ocurre la infección.
¿Qué tan problemática es la trasmisión asintomática?
Creo que la gente asintomática -que básicamente no tiene síntoma alguno- no está contribuyendo [al contagio] tanto como alguien que ya tiene síntomas o que los desarrollará más adelante.
Las personas asintomáticas parecen ser responsables de más o menos 20% de todas las infecciones, y probablemente son un tercio de infecciosas comparadas con las que ya tienen o desarrollarán síntomas.
Eso nos dice que debemos enfocarnos mucho más en las personas sintomáticas: cómo identificarlas temprano, cómo hacerles pruebas temprano, cómo asegurarnos de que se aíslen durante el período más infeccioso en lugar de tratar de identificar a todo el mundo.
Ha habido mucha confusión en torno a quién hacerle la prueba . Creo que los contactos asintomáticos de toda persona infectada tienen que ser sometidos a pruebas. Pero, potencialmente, no es estrictamente necesario hacerle pruebas a todo el mundo. Japón, por ejemplo, no está realizando pruebas a todos en este momento, se están enfocando en los grandes cúmulos y en los lugares donde hubo infecciones.
Un epidemiólogo de Japón dice que su estrategia se asemeja a observar un bosque y tratar de encontrar los grupos, no los árboles. Pero cree que el mundo occidental se está distrayendo con los árboles y se encuentra un poco perdido.
Esta entrevista ha sido editada por motivos de claridad y longitud.