Semanas después de que se informara de la aparición de un nuevo virus en la provincia de Hubei, en el centro de China, las autoridades cambiaron repentinamente la forma para determinar quién está infectado.
Semanas después de que se informara de la aparición de un nuevo virus en la provincia de Hubei, en el centro de China, las autoridades cambiaron repentinamente la forma para determinar quién está infectado.
Pero en los primeros días de la crisis, la rápida propagación del virus por la ciudad de Wuhan, sumado a la poca disponibilidad de camas en los hospitales, significó que muchos no recibieran el tratamiento que necesitaban.
Dos residentes de Wuhan compartieron con la BBC su tortuosa experiencia al intentar conseguir una cama para sus seres queridos en una ciudad superada por la enfermedad.
‘Abuelo, descansa en paz’ – Xiao Huang
Huang fue criado por sus abuelos después de que sus padres fallecieran cuando era niño.
Lo único que quería era poder mantener a sus abuelos, ambos de más de 80 años, para que pudiesen disfrutar de su jubilación sin preocupaciones, dice.
Pero en un lapso de apenas dos semanas su abuelo murió por el coronavirus y ahora su abuela se encuentra en condición crítica.
Los abuelos de Huang comenzaron con problemas respiratorios el 20 de enero. No pudieron ir al hospital sino hasta el 26, por las dificultades de moverse por la ciudad cuando entró en vigencia la cuarentena el 23 de enero, y se suspendió el transporte público.
Fueron diagnosticados con el nuevo coronavirus (covid-19) el 29 de enero, pero no los admitieron en el hospital hasta tres días más tarde.
El hospital estaba tan lleno que no había camas vacías.
Sus abuelos tenían fiebre alta y dificultad para respirar. Les ofrecieron únicamente sillas en el pasillo.
Huang le rogó al personal y logró que le dieran una silla grande y una cama plegable.
«No hay ni un médico ni un enfermero a la vista», escribió Huang en su diario. «Los hospitales sin médicos son como un cementerio«.
La noche antes de que muriera su abuelo, Huang estuvo con ellos en el pasillo. Conversaba todo el tiempo con su abuela para que ella no se diera cuenta de que su abuelo estaba delirando, dice.
Finalmente se desocupó una cama tres horas antes de que su abuelo muriera. Huang estuvo a su lado hasta el último minuto.
«Abuelo, descansa en paz por favor. No hay dolor en el cielo», escribió en Weibo, la plataforma china similar a Twitter.
«Muchos pacientes murieron sin la compañía de sus familiares. No pudieron siquiera mirarse por última vez».
Ahora su abuela lucha por su vida en el hospital y él pasa todo el tiempo que puede con ella.
«No hay un remedio efectivo. Los médicos me dijeron que no tenga mucha esperanza, y que ella solo podía recuperarse por sí misma», agrega.
«Solo podemos esperar que decida el destino».
Desde el 7 de febrero, Huang no se ha sentido bien y ahora está en cuarentena por dos semanas en un hotel.
«Ella empezó a toser con sangre» -Da Chun
A principios de enero, la madre de Da Chun empezó a tener fiebre. La familia no se alarmó particularmente pensando que se trataba de un simple resfriado.
No habían escuchado hablar mucho de la misteriosa enfermedad que subrepticiamente se estaba propagando por la ciudad de 11 millones de habitantes.
Pero la fiebre no bajaba, aunque le habían dado inyecciones en una clínica de la comunidad.
El 20 de enero, el mismo día en que las autoridades chinas admitieron que el coronavirus se transmitía entre humanos, él llevó a su madre a una clínica especial para personas con fiebre.
Después de mirar un escáner de su pecho y de hacerle un análisis de sangre, los médicos le dijeron que su madre se había contagiado con el nuevo coronavirus.
Recibió más malas noticias. El médico le dijo que su madre, de 53 años, no podía ser admitida en un hospital porque no tenían el kit de prueba para confirmar el diagnóstico.
Los kits solo estaban disponibles en ocho hospitales disponibles a fines de enero.
«Un médico de uno de los hospitales designados me dijo que no tenían permiso de hospitalizar a mi mamá. Es la comisión de salud local la que asigna camas para los casos confirmados», dice el joven de 22 años.
«Entonces los médicos no pudieron hacer el test para confirmar que mi mamá estaba infectada con coronavirus, y no pudieron ofrecerle una cama».
Da Chun dice que su madre no es un caso aislado. En un grupo de chat con más de 200 miembros en WeChat para familias de pacientes infectados la gente comparte historias similares.
Su hermano hizo fila en varios hospitales para ver si había camas disponibles. Iba a la clínica con su madre y, durante estas visitas, vio pacientes que se morían dentro de las habitaciones de observación antes de que les hicieran la prueba o de que los admitiesen.
«Los cadáveres eran envueltos y se los llevaba el personal de la funeraria», dice. «No sé si los contarán como muertos por el coronavirus».
La condición de su madre siguió empeorando. Comenzó a toser con sangre y tenía sangre en la orina.
El 29 de enero, su madre fue finalmente admitida en el hospital, pero él cuenta que allí no recibió tratamiento y que el hospital no tenía suficientes equipos los primeros días, cuando ella fue hospitalizada.
Da Chun no pierde las esperanzas de que su madre se recupere.
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