A comienzos de marzo, la residente de Manhattan Sadie Millard visitó a su novio en Bermuda.
En aquel momento, Nueva York había comenzado a cerrar establecimientos debido al covid-19.
En lugar de regresar a su hogar, se conectó desde la casa de su novio para hacer de forma remota su trabajo como directora administrativa de un corredor de bolsa en Wall Street.
Ahora, Millard espera no tener que volver a Nueva York, al menos por un tiempo.
Para ello está postulándose para un nuevo certificado de residencia de un año que Bermuda lanzó como parte del programa «Work from Bermuda».
El programa se habilitó el pasado 1 de agosto y permitiría a Sadie trabajar remotamente por 12 meses en este territorio de ultramar británico situado a unos 1.050 kilómetros de la costa atlántica estadounidense.
«Pensé que si tenía que trabajar a distancia, mejor en Bermuda. Aquí me siento más segura por las medidas y regulaciones que el Gobierno ha impuesto para hacer pruebas y gestionar el virus», explica Sadie.
«Y si tengo que volver a Nueva York para alguna reunión, desde Bermuda es más rápido el vuelo que conducir desde The Hamptons (un sitio vacacional neoyorquino)».
Bermuda es uno de los pequeños territorios y naciones que, tras contener con éxito la primera ola del virus, ahora lanzan visas de un año para trabajadores remotos.
Estos países buscan impulsar sus economías atrayendo monedas extranjeras.
Estos programas de visa suponen una versión 2.0 del estilo nómada de vida. Una versión más calmada y calculadora que probablemente atraiga a una audiencia distinta ahora que el trabajo remoto se ha extendido por completo.
Un cambio en mitad de la pandemia
El mundo corporativo, tradicionalmente reacio al trabajo remoto, ahora está más abierto a esta opción como resultado de la pandemia.
En una encuesta global realizada por la consultora estadounidense Gartner, más del 80% de 127 líderes de compañías estuvieron dispuestos a permitir el trabajo remoto a tiempo parcial incluso cuando ya sea seguro regresar a la oficina.
Buenas noticias para muchos trabajadores que se han pasado el confinamiento intentando no compartir espacio con sus parejas en la mesa de la cocina.
«La gente se ha pasado las últimas cuatro décadas pidiendo más flexibilidad para trabajar desde casa y la pandemia lo ha conseguido en mucho menos tiempo que cualquier sindicato», dice Dave Cook, un investigador de doctorado del departamento de Antropología de la University College de Londres.
Por ello, opciones como Bermuda no solo son atractivas, sino también realistas.
El Gobierno de Bermuda, tras abrir fronteras el 1 de julio, notó que los turistas preguntaban cómo extender sus visas de 90 días.
Además, muchos de ellos empezaron a hacer cosas que jamás hacían, como apuntarse al gimnasio o reservar villas durante meses.
«Ahí se nos encendió la bombilla», dice Glenn Jones, consejero delegado interino de la Autoridad de Turismo de Bermuda.
La mayoría de los 131 trabajadores remotos que han aplicado no son los típicos nómadas digitales que en la última década se han mudado a Bali, Medellín o Lisboa.
Muchos de ellos son como Millard. Gente de negocios bien posicionadas de la costa este de Estados Unidos que han estado pasando fines de semana en Bermuda durante años.
Además de la tarifa de US$263 de la solicitud de la visa, no hay muchas otras restricciones. Permite entradas y salidas múltiples.
Hay que presentar un seguro médico con validez, demostrar un sustento económico suficiente y, en caso de ser estudiante, estar involucrado en algún programa universitario.
Por lo demás, se vive como cualquier otro residente temporal.
«Esperamos que esta visa sea como una prueba para muchas personas de negocio, ya que podrían enamorarse del lugar y querer convertirlo en su hogar comercial permanente», dice Jones.
Una oportunidad única
Bermuda es solo un ejemplo de estas iniciativas de trabajo remoto emergente.
La isla caribeña de Barbados implementó un programa similar de 12 meses el pasado 24 de julio.
Es más caro que el de Bermuda. Cuesta US$2.000 para individuos y US$3.000 para familias. Para postularse, los ingresos anuales deben ser mínimo US$50.000.
Georgia, otro país dependiente del turismo, anunció un proyecto similar para atraer nómadas digitales en julio. Pero la ministra de Economía, Natia Turnava, ha revelado pocos detalles.
Todos estos lugares ofreciendo nuevos tipos de visa han tenido pocas infecciones por coronavirus y han puesto protocolos estrictos.
La mayoría de estos programas se crearon rápidamente para relanzar el turismo con viajeros a largo plazo que suponen menos riesgo de covid-19 que aquellos que entran y salen.
Pero estas ofertas para nómadas digitales han estado desarrollándose en otros países incluso antes de la pandemia.
Estonia lleva preparando su Visa para Nómadas Digitales durante dos años. En este país europeo el turismo supone el 8% de su economía.
Que la fecha de lanzamiento haya sido el pasado 1 de agosto ha sido solo una coincidencia.
«Lanzamos esta visa porque vimos la oportunidad que ningún país ofrecía», explica Ott Varner, director general de e-Residency en Estonia.
«Había una cantidad importante de personas que estaban trabajando ilegalmente con visas de vacaciones. Así que pensamos, ¿por qué no dejamos que el Gobierno resuelva esto?», agrega Varner.
Estonia comisionó una encuesta en julio en el mercado estadounidense para detectar interés en la Visa Nómada Digital.
Mostró que el 57% de participantes considerarían vivir en otro país para trabajar remotamente, con un costo de vida inferior y otras experiencias culturales distintas.
El grado de aceptación era mucho más alto en trabajadores de entre 18 y 34 años (63%) que en los mayores de 55 (38%).
Países como República Checa, México y Portugal han introducido visas en años recientes para trabajadores autónomos, pero Vatter dice que la visa de Estonia es mucho más amplia en cobertura.
Permite teletrabajar a una amplia gama de trabajadores independientes, incluyendo aquellos a tiempo completo cuyos trabajos se encuentran en el extranjero.
Los solicitantes deben pagar una tarifa US$120, proporcionar evidencia de seguro médico y probar ingresos mensuales de al menos US$4.180 durante los seis meses anteriores a la llegada.
Pero no hay restricciones de elegibilidad según el sector de trabajo o país de origen.
Vatter dice que el nuevo programa de visas pretende atraer a al menos 1.800 postulantes.
La intención es que esos nómadas se queden de forma indefinida, renovando sus visas o aplicando por la residencia.
«Estonia es un país muy pequeño y no tenemos muchos recursos naturales para tener mucho que decir en la economía global. Pero somos buenos en eficiencia y tecnología. Creemos que es una ventaja para competir y atraer el mejor talento».
Una nueva cultura de trabajo remoto
Según Dave Cook, el antropólogo, es un gran interrogante lo que podría cambiar el significado de nómada digital.
Todos los países que ofrecen estas nuevas visas han tenido pocas infecciones por coronavirus y han establecido protocolos estrictos. Estos han incluido cuarentena obligatoria durante 14 días y realizar pruebas antes de entrar o salir del país.
Aunque está por verse si estos programas producen un beneficio económico notable, parece claro que está creciendo el número de personas dispuestas a postular. Al menos, entre aquellos cuyos trabajos no se han visto tan afectados por el frenazo económico.
Marilyn Devonish, una estratega sobre trabajo flexible en Londres, asegura que ha ocurrido un «movimiento sísmico en la forma en que funciona el mundo y que es probable que el trabajo flexible se convierta en norma después de la pandemia. Cuando las organizaciones aprendan cómo gestionar y motivar a los empleados remotos».
Cook no está tan seguro sobre si estas visas lanzadas de forma apresurada van a funcionar. Además, dice que el nomadismo digital, con imágenes idealistas de computadoras portátiles en una playa, se usa a menudo como una herramienta de márketing para vagos.
Algunos países, dice, «solo buscan formas de aumentar el número de visitantes sin comprender realmente la perspectiva del nómada digital, que les gusta ir a ciudades donde hayan espacios de coworking y una estructura que no se monta de la noche a la mañana.
Estos programas pueden atraer a un segmento nuevo de trabajadores que nunca antes había considerado trabajar desde el extranjero.
Y, para los nómadas digitales que ya lo hacen, estas visas semipermanentes les alienta a residir en un lugar a mayor plazo y probar si les funciona mejor.
«La gente está empezando a soñar e imagina un nuevo futuro», dice.