El nuevo coronavirus se convirtió en el último campo de batalla entre Estados Unidos y China.
La crisis sanitaria mundial por el covid-19 ha vuelto a evidenciar la tensa rivalidad entre las dos superpotencias mundiales y dejado definitivamente atrás la aparente luna de miel tras su acercamiento comercial.
Esta vez, el conflicto ha estallado a través de teorías de la conspiración y declaraciones polémicas. Un tira y afloja que, según advierten los expertos, es peligroso para todos.
«Transparente»
Esta última semana, una publicación en redes sociales chinas y extranjeras acaparó la atención.
«Podría haber sido el ejército estadounidense quien trajo la epidemia a Wuhan», manifestó Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, el 12 de marzo.
Zhao se refería al coronavirus detectado en la ciudad china de Wuhan el pasado mes de diciembre, que se ha expandido por el mundo provocando una pandemia de consecuencias aún desconocidas.
Junto a su comentario, el representante de la Cancillería china adjuntaba un video del director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU., Robert R. Redfield, reconociendo ante el Congreso que algunas de las muertes por gripe en el país podían haberse debido al nuevo coronavirus, sin precisar fechas.
«¿Cuándo se registró el paciente cero en Estados Unidos? ¿Cuántas personas hay infectadas? ¿Cuáles son los nombres de los hospitales? Podría haber sido el ejército estadounidense quien trajo la epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes! ¡Hagan pública la fecha! Estados Unidos nos debe una explicación», señaló Zhao en Twitter.
El comentario, según apuntan medios como el diario hongkonés The South China Morning Post (SCMP), parece hacer alusión a los Juegos Mundiales Militares, celebrados en Wuhan en octubre con la participación de más de 100 países poco antes de que esa urbe se convirtiera en la zona cero.
El Pentágono ha confirmado casos de coronavirus entre militares en Corea del Sur e Italia y se prepara para que haya más casos, pero no se ha reportado ninguna enfermedad entre los miembros que asistieron al citado evento, según publicó The New York Times.
Los comentarios del portavoz de la Cancillería china llevaron a que el Departamento de Estado de EE.UU. llamara a consultas al embajador chino en Washington.
Pese a las quejas, el ministerio cerró filas en torno a las declaraciones de Zhao.
«En los últimos días, hemos visto numerosas discusiones sobre el origen del [virus que provoca la enfermedad] covid-19. Nos oponemos firmemente a los comentarios infundados e irresponsables realizados por altos funcionarios estadounidenses y miembros del Congreso sobre esta cuestión para difamar y atacar a China», señaló otro portavoz de la Cancillería, Geng Shuang, en rueda de prensa.
Pese a que en un principio China no puso en duda el origen del brote en el país, posteriormente referentes de su comunidad científica mostraron otra visión.
En enero, Gao Fu, director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China, dijo que sabían que la «fuente del virus eran animales salvajes vendidos en el mercado» de animales vivos de Wuhan.
No obstante, a finales de febrero el respetado científico Zhong Nanshan manifestó ante periodistas que «la epidemia apareció por primera vez en China, pero no necesariamente se originó» en el país, recogió la agencia AFP.
«Sencillamente es vergonzoso que el gobierno chino no esté dispuesto a asumir su responsabilidad respecto al coronavirus«, consideró Elizabeth Economy, directora de estudios asiáticos en el centro estadounidense Consejo de Relaciones Internacionales.
«La gente no culpa al gobierno chino por el hecho de que el covid-19 apareciera primero en China, les culpan por encubrirlo y ahora tratar de desviar la responsabilidad de cómo manejó la epidemia desde el principio», señaló a BBC Mundo.
En febrero, los líderes chinos se enfrentaron a una oleada de críticas sin precedentes por su gestión de la crisis, especialmente a raíz de que se conociera el caso del médico Li Wenliang.
Li, uno de los profesionales en primera línea de la epidemia, trató de alertar de la existencia de esta nueva cepa a sus compañeros, pero fue silenciado por la policía, que le acusó de difundir información falsa.
El joven médico acabó muriendo contagiado por el virus.
Otra «teoría»
Otros expertos consultados por BBC Mundo también consideran que los comentarios del portavoz de la Cancillería culpando al ejército estadounidense son una clara respuesta a otras teorías de la conspiración impulsadas desde la primera potencia mundial.
Es el caso del senador estadounidense del Partido Republicano Tom Cotton, quien en febrero insistió a través de diversos canales que el virus podría haberse originado en un laboratorio de bioseguridad de Wuhan, una hipótesis refutada tajantemente por los científicos.
Estados Unidos comienza a probar en humanos la primera vacuna contra el coronavirus
La comunidad científica parece estar de acuerdo en que el virus cruzó la barrera de las especies, de animal a ser humano, en uno de los mercados de Wuhan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que pese a que el recorrido exacto que hizo el virus hasta saltar a los humanos aún no está claro, el SARS-CoV-19 «no era conocido antes del brote que comenzó en Wuhan, China, en diciembre de 2019″.
«El virus chino»
A las teorías de la conspiración, recientemente se han sumado diversas declaraciones no exentas de polémica.
La última de ellas por parte del propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien en un tuit el lunes se refirió al patógeno como el «virus chino».
The United States will be powerfully supporting those industries, like Airlines and others, that are particularly affected by the Chinese Virus. We will be stronger than ever before!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) March 16, 2020
La OMS recomienda no vincular un virus con una zona en particular o grupo, para evitar estigmatizar a un colectivo.
No obstante, diversos miembros del gobierno estadounidense se han referido al SARS-CoV-19 como el coronavirus «chino» o el «virus de Wuhan», en palabras del secretario de Estado, Mike Pompeo, en repetidas ocasiones.
En el caso de Trump, el gobierno chino no tardó en reaccionar a sus últimos comentarios, instándole a retractarse y a frenar sus «acusaciones infundadas contra China».
Los medios oficiales del país asiático, que estos días resaltan el éxito de China en la lucha contra el covid-19 y la ayuda que Pekín ofrece y está ofreciendo a otras naciones afectadas, fueron más allá y tildaron las declaraciones del mandatario de «racistas y xenófobas».
Para los observadores de la política china, «este juego geopolítico de atribución de culpas es una carrera hacia el abismo«, en palabras de Bonnie Glaser, sénior para Asia y directora del Proyecto el Poder Chino del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
«Ambos países están jugando en su propio detrimento, en lugar de unir fuerzas para vencer a un enemigo común que no reconoce fronteras políticas ni geográficas», subrayaba por su parte Yonden Lhatoo, editor jefe de Noticias del diario hongkonés SCMP.
Para Glaser, además, es un disputa que resulta peligrosa, pues dificulta aun más que ambos países gestionen adecuadamente los problemas de su relación, como sus diferencias comerciales, lo que tendrá inevitables consecuencias para el resto del mundo.
«[Una competencia estratégica intensificada entre ambos] aumentará la presión sobre otros países para que elijan entre Estados Unidos y China. La acritud actual hará que un incidente militar sea más difícil de manejar», sentencia.
Lejos de calmar los ánimos, el gobierno chino lanzó otra «bomba» este martes: la expulsión de China de los periodistas de nacionalidad estadounidense de tres periódicos de referencia de ese país (The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal), tanto del continente como de zonas con mayores libertades como Hong Kong, donde suelen tener base organizaciones que no pueden hacerlo en el continente chino (como ONG en defensa de los derechos humanos).
La medida -insólita en cuanto a la escala- responde, según Pekín, a las limitaciones que Washington impuso sobre el número de ciudadanos chinos que pueden trabajar para medios estatales, controlados por el gobierno, en EE.UU.
Una decisión que la Casa Blanca anunció después de que el ejecutivo de Xi Jinping echara a tres reporteros del Wall Street Journal.
Otro tira y afloja… que ya afecta a todos los ámbitos.
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