En los últimos años las relaciones entre Venezuela y Trinidad han estado marcadas por tensiones migratorias.
Aunque en décadas pasadas eran principalmente los trinitarios quienes emigraban a Venezuela en búsqueda de oportunidades, ahora son los venezolanos quienes se vuelcan a la pequeña isla de 1.300.000 habitantes, escapando de la crisis económica, política y social que vive su país.
Y en ambos lados de los apenas 11 kilómetros que separan a la República Bolivariana de Trinidad muchos desconocen la historia que comparten.
Situada al noreste de Venezuela, esta isla -la quinta más grande del Caribe- fue visitada por Cristóbal Colón durante su tercer viaje, en el año 1498, pasando a formar parte de las colonias del Imperio Español en América.
Pero vista como poco atractiva, en comparación con «El Dorado» que se encontraba más al sur del continente, Trinidad era muchas veces considerada por los españoles como una carga, en lugar de un sitio para desarrollar y encontrar riquezas.
Luego de largos periodos de abandono y reconquistas, la entonces provincia de Trinidad se convirtió en una de las integrantes de la Capitanía General de Venezuela cuando esta fue fundada en 1777.
Esa entidad luego daría paso a la nación soberana que conocemos actualmente.
Hoy, todos los territorios fundadores de esa Capitanía General son parte de Venezuela: la provincia homónima (también llamada Caracas), así como Cumaná, Guayana, Maracaibo y Margarita.
Todos, menos uno: Trinidad.
Historia compleja
La historia de cómo esta isla, ahora parte de Trinidad y Tobago, se desprendió del Imperio Español, pasó a manos británicas y se independizó, casi dos siglos después, es compleja y turbulenta.
Pero lo cierto es que a los españoles se les hizo difícil consolidarla como colonia, como lograron hacerlo con muchos otros territorios en la región.
Según los historiadores, los problemas para los conquistadores europeos comenzaron el mismo día en que decidieron colonizar la isla.
«Trinidad ya estaba poblada cuando llegaron los colonizadores y muchos grupos indígenas se resistieron a la colonización. Cuando tienes diferentes grupos indígenas en una zona, normalmente ya hay una sociedad establecida que funciona», le dice a BBC Mundo Debbie McCollin, historiadora de la Universidad de las Indias Occidentales, en Trinidad y Tobago.
Ella subraya que, de todas formas, la isla nunca fue un objetivo para los españoles, sino un «medio para un fin».
«El objetivo eran las riquezas de Sudamérica y Trinidad era vista como una especie de plataforma que les permitía bajar por el (río) Orinoco, adquiriendo tierras e infiltrándose en territorios indígenas desde una base trinitaria», explica.
Una tarea difícil
Desde el comienzo del periodo de colonización, el Imperio Español hizo muy pocos esfuerzos para crear asentamientos en la isla de Trinidad.
Los pocos intentos generaron además un gran rechazo por parte de los locales y, dado que las Antillas Mayores y el continente eran considerados como más importantes, Trinidad fue abandonada por muchos años.
El primer esfuerzo real para colonizar el territorio lo hizo el español Antonio Sedeño en 1530, siendo nombrado gobernador de Trinidad por el Imperio Español.
Sedeño intentó crear lazos con los indígenas dándoles un trato justo y ofreciéndoles regalos, pero esta relación se terminó cuando las reservas de alimentos de los españoles comienzan a agotarse.
Los españoles decidieron entonces ingresar en poblaciones indígenas buscando nuevos suministros y esto enfureció a los locales que, luego de una larga batalla, obligaron al gobernante español a huir de la isla.
Juan Ponce de León II, exgobernador de Puerto Rico, fue el encargado de continuar la tarea que Sedeño jamás pudo completar, pero él también fracasó al enfocarse de nuevo en la riqueza de otros territorios vecinos.
Finalmente, Antonio de Berrio fue nombrado gobernador en 1580 y se convirtió en el primero en establecer una presencia e influencia española en la isla, fundando el pueblo de San José de Oruña, que funcionaría como la capital de la provincia.
Pero a lo largo de los siglos, la influencia de Madrid en Trinidad tuvo un límite y se vio eclipsada en un principio por la cultura local y luego por la vasta inmigración francesa fomentada con el fin de poblar la isla.
Según el libro «History of the People of Trinidad and Tobago», escrito por el exprimer ministro trinitario Eric Williams, para 1772, la capital San José de Oruña tenía una población de 326 españoles y 417 amerindios.
Fue en esa época del siglo XVIII que España y otras potencias colonizadoras se dieron cuenta de la importancia de Trinidad. Pero probablemente para la monarquía española ya era demasiado tarde.
La apertura a la inmigración
«Hasta 1770 Trinidad no fue una isla de mucha importancia desde el punto de vista económico ni político ni social: era una isla prácticamente abandonada», le cuenta a BBC Mundo Cristina Soriano, profesora de historia de la Universidad de Villanova en Pensilvania, EE.UU.
Pero en el marco de las llamadas reformas borbónicas, la monarquía españoló decidió reestructurar los ejes administrativos del imperio para hacer a las colonias en América más productivas y sacarles un mayor provecho económico.
«La corona española decide invertir en Trinidad. Se dan cuenta que pueden imitar el modelo económico desarrollado por los ingleses y los franceses en otras islas en el Caribe y se plantean desarrollar plantaciones de azúcar, pero para eso necesitan incentivar la migración», explica la historiadora venezolana.
Y en 1783 se firma la Cédula de población, una ley que abre la isla de Trinidad a la inmigración católica, principalmente desde colonias francesas en el Caribe, como Haití y Martinica.
Dependiendo de su color de piel y sus orígenes, cada francés que se muda a la isla recibe tierras a cambio de jurarle lealtad a la corona española.
«Estas leyes eran más flexibles que las que existen en el resto de la América española y funcionaron», destaca Soriano.
Y gracias a la Cédula de población, una gran número de familias francesas se instaló en la isla, seguidas por un grupo incluso más numeroso que llegó a raíz de la Revolución haitiana.
El primer periódico en Venezuela se publicó en francés
«Las rebeliones en el Santo Domingo francés generan una huida importante de familias francesas hacia otras regiones, entre ellas la Trinidad española, trayendo consigo un numeroso grupo de esclavos: los españoles buscaron también incentivar la población esclava en la isla», detalla Soriano, agregando que para 1797 -cuando los ingleses invaden la isla- poco más de la mitad de la población en Trinidad se identificaba como francófona.
Y la inmigración francesa en Trinidad también dejó huellas en la historia venezolana, de hecho el primer periódico publicado en Venezuela no fue en español.
El historiador Tomas Straka, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), le cuenta a BBC Mundo un dato que puede resultar sorprendente para muchos: «El primer periódico venezolano fue publicado en Trinidad y se publicó en francés, esto debido a la gran cantidad de franceses que llegaron a la isla buscando tierras y oportunidades».
El Correo de la Trinidad Española circuló desde agosto de 1789 hasta enero de 1790, mucho antes que la Gazeta de Caracas que vio luz en 1808.
El «error» de España
Durante casi 300 años Trinidad estuvo bajo dominio español, pero ¿cómo pasó a manos de la corona inglesa y por qué los británicos se interesaron en la isla?
Cristina Soriano, de la Universidad de Villanova, explica que con la pérdida de las colonias en América de Norte tras la Revolución de las Trece Colonias, el Imperio británico también perdió la capacidad de surtir a sus colonias en el Caribe con productos de tierra firme y vieron que Trinidad podría proporcionarles una vía para traer productos desde Venezuela.
«Como Trinidad era parte de la Capitanía General de Venezuela, había mucha integración económica y comercial y los británicos vieron que podrían sacarle beneficio a esa relación haciendo contrabando», explica.
Para esa época, Trinidad ya se había convertido en una colonia significativa desde un punto de vista social y sobre todo económico.
«Lo que ocurrió fue que los británicos empezaron a ver como Trinidad florecía. Este territorio creció exponencialmente desde 1783 hasta 1790, tanto en términos demográficos como en cuanto a plantaciones de azúcar. Así fue como se convirtió en un objetivo para los intereses económicos británicos», cuenta la historiadora trinitaria Debbie McCollin.
Entonces, el Imperio británico sólo necesitaba una razón para invadir Trinidad. Una sola. Y España se la dio.
Invasión de Trinidad y Puerto Rico
En 1796, Madrid y París firmaron una alianza militar conocida como el Segundo Tratado de San Ildefonso en el que convenían mantener una política militar conjunta frente a poderoso Imperio Británico que, pese a la independencia de Estados Unidos, todavía controlaba gran parte del mundo.
El pacto fue considerado por el Reino de Gran Bretaña -que veía a Francia como su gran enemigo- como una declaración de guerra por parte de España, por lo que los británicos respondieron enviando una flota al Caribe con la intensión de invadir Trinidad y Puerto Rico.
«Puerto Rico era más importante para España que Trinidad, por eso la corona española logró retener la primera y no se opusieron demasiado a la invasión de la segunda», asegura Tomas Straka.
Con la firma del Tratado de Amiens en 1802, España aceptó cederle Trinidad a Gran Bretaña, recuperando de paso la isla de Menorca que había sido nuevamente ocupada por los británicos en 1798.
Cristina Soriano apunta que desde hace mucho tiempo ha existido un debate entre los historiadores en torno a por qué los españoles «se dejaron quitar Trinidad tan fácil».
«Mi interpretación es que los españoles estaban demasiado preocupados con mantener las revoluciones atlánticas -la americana, la francesa y la haitiana- lejos de las costas de tierra firme. Estaban obsesionados con eso y como se dan cuenta de que es dificilísimo controlar la isla y como Trinidad no tenía el valor económico que tenía Cuba o Puerto Rico, entonces van a poner más refuerzos militares en esas zonas y en las costas de Colombia y Venezuela», relata.
«Así que puede decirse que fue un sacrificio. Además debido a la inmensa presencia francesa en Trinidad la situación era insostenible», dice.
La historiadora afirma que para el capitán general Pedro Carbonell fue «un alivio» deshacerse de Trinidad por lo difícil que le resultaba gobernarla.
¿Una «pérdida» inevitable?
Sin la invasión británica, Soriano cree que el español tendría mucha más presencia en la isla, pero más allá de ello, la sociedad trinitaria sería una multilingüe y multicultural como lo son muchas islas en el Caribe, con influencias tanto francesas como británicas.
«De no haber sido por los efectos de la Revolución francesa y los efectos en el Caribe y la Revolución de las Trece Colonias, los británicos tal vez nunca se habrían interesado en Trinidad. También creo que si no hubiera sido por el miedo que generaron esos movimientos en el Caribe español, seguramente Trinidad hubiera seguido siendo española, como lo siguieron siendo Puerto Rico, Santo Domingo y Cuba».
El historiador Tomas Straka va más allá y piensa que la isla todavía sería parte de Venezuela.
«No hay ninguna razón para pensar que Trinidad se hubiera separado de Venezuela, como no lo hizo ninguna otra provincia de las que formaron parte de la Capitanía General después de la independencia. Hubo intentos separatistas en algunas, como en Maracaibo y en Cumaná, pero fracasaron», dice.
Pero McCollin cree que debido a la demografía de su isla y lo debilitada que estaba España, la invasión de Trinidad era inevitable.
«Los británicos habían ganado tanta fuerza que Trinidad siempre iba a ser un objetivo. Y si los británicos no lo hacían, eventualmente los franceses iban a hacerlo, debido a su proximidad con el continente y las oportunidades que eso les ofrecía», apunta.
Más británica que española
Hoy, en Trinidad -que fue fusionada con Tobago en 1888 y se independizó de Reno Unido en 1962- la colonización española es vista como «débil», dice McCollin, pese a que todavía hay remanentes culturales dejados por los españoles y que son apreciados en la isla.
No obstante, sus compatriotas se siente mucho más identificados con el periodo británico que con el español, pese a que este último fue más duradero: «Los británicos hicieron mucho en un corto periodo de tiempo».
«Pero en términos de cómo vemos la colonización general, creo que nos cuestionamos a nosotros mismos para comprender realmente el período y lo que significa para nosotros», agrega.
«Los trinitarios en general se sienten agradecidos de haber tenido toda la influencia que tuvo. Trinidad se volvió muy cosmopolita, con los franceses, los españoles, los británicos, la influencia africana y la india que llegó después; en este país hay una gran mezcla».
«Creo que de manera general apreciamos el período porque nos ha convertido en el pueblo tan colorido que somos ahora».