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¿Cómo un software apunta a Pence como autor de la columna contra Trump?

Antes de que la BBC sometiera algunos textos escritos por el vicepresidente de EE UU y otros funcionarios a un software especializado, el nombre de Pence ya había sido asociado con la columna por el uso de una sola palabra

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Todos tenemos nuestro distintivo estilo al hablar y escribir. Intentar esconder esas peculiaridades es como intentar reprimir una parte de nuestra forma de ser.

Este estilo es lo que puede ayudarte a identificar un autor tras leer sólo un párrafo de su trabajo.

Pero ¿qué pasa si el autor no quiere ser identificado?

Es justo decir que el autor de la columna de opinión, publicada en The New York Times el miércoles, preferiría que la gente no supiera quién es o quiénes son.

La columna anónima, titulada «Soy parte de la resistencia dentro de la Administración Trump», dice que hay gente trabajando para el presidente que busca frustrar partes de su agenda para proteger al país de sus «peores inclinaciones».

Todo tipo de especulaciones se han desatado para determinar quién pudiese estar detrás de ese artículo.

¿Es posible encontrar claves de la identidad del escritor al analizar su estilo?

Quizás… Y hay unas pistas muy intrigantes que rodean este documento.

Pero, también es posible que no se pueda.

Pese a eso, decidimos intentarlo.

Etapa 1: Nuestra metodología

Sometimos el texto publicado en el periódico estadounidense a un software creado para mejorar la escritura con el objetivo de identificar los rasgos estilísticos del autor.

The New York Times dice que la columna fue escrita por alguien «en la administración de Trump»: eso abre el abanico de posibilidades a la Casa Blanca, el Pentágono, el departamento de Estado y otras varias entidades.

Por esa razón, pasamos por el mismo software declaraciones (de varias semanas) emitidas por ciertos departamentos para ver cuáles coinciden (en lo que a estilo se refiere) con la columna anónima.

Evaluamos sólo los discursos o los comunicados oficiales atribuidos a una persona que hayan sido previamente preparados y no improvisados (esto nos hizo descartar muchos de los discursos del presidente Trump).

Etapa 2: las advertencias

The New York Times dice que el autor es «un funcionario de alta jerarquía» del gobierno.

No todos los funcionarios de ese nivel emiten comunicados. Muchos trabajan detrás de las escenas, como pudiese ser el caso del autor.

Y sí, no todos las declaraciones oficiales son escritas por los funcionarios mismos: esa es la razón por la que tienen empleados, asistentes, secretarias…

La columna pudo haber pasado por las manos de los editores de The New York Times. Por lo que no sabemos cuán parecida es la columna que terminó siendo publicada con la que el autor entregó.

Sin embargo, el editor de la sección de opinión del periódico estadounidense, James Dao, dijo en un podcast de ese medio de comunicación, que el texto recibido estaba bien escrito. «Quedé muy impresionado por la claridad y el impacto emocional de la escritura».

Es incluso posible que el periódico haya optado por eliminar las claves de estilo vinculadas con la identidad del escritor. The New York Times no ha dicho si lo hizo o no.

No sabemos si el escritor es hombre o mujer. En un mensaje de Twitter, el periódico se refiere al autor como «él». Pero después, publicó un comunicado en el que decía que el tuit «fue redactado por alguien que no está al tanto de la identidad del autor».

El tamaño de nuestra muestra es pequeño y no se recolectó sobre la base de un método científico.

Etapa 3: Las conclusiones

El software que usamos se enfoca en ciertas características del estilo de escritura, incluyendo con qué frecuencia el escritor repite palabras, cuándo usa palabras raras, con qué frecuencia y en dónde usa puntuaciones, cuántos caracteres utiliza en cada palabra y cuán largas son sus frases.

Sí, usamos el tradicional método de hacer tablas con papel y lápiz

Al compararse con la mayoría de los comunicados y discursos oficiales que analizamos, la columna del The New York Times tenía un estilo distintivo (nuevamente: esto se puede deber al proceso de edición).

Para empezar, la longitud promedio de las oraciones en la columna es muy baja comparada con las declaraciones gubernamentales: sólo 19,3 palabras por oración.

Por ejemplo, comparamos ese resultado con la declaración de la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, sobre Siria, emitida el 4 de septiembre (31 palabras en promedio por oración) y una carta de Trump dirigida al Senado el 28 de agosto (30 palabras en una oración).

Hay un funcionario del gobierno de Trump cuyas declaraciones y discursos son siempre más cortos que los de sus otros colegas en la administración estadounidense y algunas veces de manera significativa.

Su nombre es Michael Richard Pence, el vicepresidente de Estados Unidos, quien el jueves negó que fuese el autor de la columna.

Michael Richard Pence, el vicepresidente de Estados Unidos, ha negado ser el autor de la polémica columna

Sin embargo, algunos han sugerido que es el responsable del escrito porque la columna tiene una palabra inusual, «lodestar» (un término de la astronomía que en español se pudiese traducir como faro), por la cual él es particularmente conocido.

Veamos la evidencia que se puede recoger de las declaraciones de Pence:

  • El 31 de agosto, en un acto en honor al senador John McCain: 17,4 palabras por oración.
  • El 30 de agosto, en la 100° Convención Nacional de la Legión Estadounidense: 17,6 palabras por oración.
  • El 23 de agosto, en Houston, en el plan del gobierno para el espacio: 19,7 por oración.

Usted puede decir que los discursos de Pence son escritos por otra persona.

Es cierto, aunque no está claro cuánto aporta el vicepresidente en la escritura de sus propias declaraciones.

Sin embargo, también analizamos las columnas viejas escritas por Pence cuando era locutor de radio a finales de la década de los 90.

Pence tuvo un programa de radio llamado: «The Mike Pence show»

Ellas también mostraron un estilo consistente: corto, oraciones fácilmente digeribles, mucho más cortas que la mayoría de las declaraciones gubernamentales.

Los discursos y las columnas de Pence también reflejan que él prefiere usar palabras más cortas que las que vemos en otros comunicados gubernamentales.

Hay otra pieza de evidencia que apunta hacia la dirección del vicepresidente.

Los comunicados del gobierno en muy raras ocasiones usan la voz pasiva, pues tienden a preferir la voz activa. Sólo hay unos pocos ejemplos del uso de la voz pasiva en las últimas semanas.

Sin embargo, el autor de la columna usa la voz pasiva algunas veces:

  • «Aunque fue electo como republicano» en cambio de «Aunque el pueblo estadounidense lo eligió como republicano».
  • «Nos hemos hundido profundamente con él y hemos permitido que nuestro discurso fuera despojado de la civilidad».
  • «(…) él se involucra en diatribas repetitivas y su impulsividad deriva en decisiones a medias, mal informadas y en ocasiones imprudentes, de las que posteriormente se tiene que retractar» (en la columna original en inglés esta última parte está en pasivo).

El uso de esta estructura gramatical en comparación con las declaraciones de la Casa Blanca es sorprendente, excepto en el caso de Pence.

El funcionario utilizó esa construcción siete veces en un discurso en Houston, tres veces en su discurso en la Legión Estadounidense y en una columna vieja, sobre por qué el presidente Bill Clinton debía ser destituido, la usa seis veces en sólo 916 palabras.

Continuaremos haciendo más pruebas en un mayor número de declaraciones en un periodo de tiempo más largo, pero, quizás, antes de que acabemos, la identidad del autor ya habrá sido divulgada.

Mientras tanto, Pence -o, al menos alguien que escribe en su nombre- ha negado ser el autor.

«El vicepresidente pone su nombre en sus artículos de opinión», tuiteó Jarron Agen, director de comunicaciones de Pence y vicejefe de gabinete.

«El @nytimes debería estar avergonzado como lo debería estar la persona que escribió este artículo de opinión falso, ilógico y cobarde. Nuestra oficina está por encima de este tipo de actos amateurs».

(En caso de que se lo pregunte, el software concluye que este artículo es muy similar en estilo al usado por el autor anónimo de The New York Times).

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