No es un secreto que Donald Trump no es mucho de seguir tradiciones y protocolos.
Por eso, aunque las investiduras presidenciales en Estados Unidos se consideran de carácter doméstico y no suelen extenderse invitaciones oficiales a otros jefes de Estado, el republicano decidió saltarse la costumbre y convidar a sus figuras internacionales favoritas.
Entre ellas no podían faltar dos mandatarios latinoamericanos que han sido pródigamente elogiados por el nuevo presidente, su círculo más cercano y, de forma más amplia, por la derecha estadounidense más conservadora: el argentino Javier Milei y el salvadoreño Bukele.
Con ello, la lista de los asistentes a la toma de posesión de este lunes 20 de enero revelará no solo quién tendrá la atención (y tal vez el apoyo) de la nueva administración de EE UU con Trump ya instalado en la Casa Blanca, también quiénes les servirán de modelo.
Aunque no necesariamente en el plano de las políticas públicas, advierten los expertos consultados por BBC Mundo.
La «motosierra» de Milei, el presidente favorito
Milei fue el primer líder extranjero en verse cara a cara con Trump después de que este ganara las elecciones el 5 de noviembre.
Ocurrió durante una reunión informal y posterior cena de gala el 14 de noviembre en Mar-a-Lago, la residencia del republicano en Florida, en la que se intercambiaron alabanzas.
El Presidente Javier Milei junto al Presidente electo Donald Trump y el empresario Elon Musk.
También participaron del encuentro la Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y el Canciller, Gerardo Werthein. pic.twitter.com/ZsSX6xQtyc
— Oficina del Presidente (@OPRArgentina) November 15, 2024
«Javier, te quiero felicitar por el trabajo que has hecho, por hacer Argentina grande de nuevo. Es increíble cómo la estás arreglando y es un honor que estés aquí», le dijo Trump a su invitado —su «presidente favorito»—, después de que este lo elogiara por la que describió como «la remontada política más grande de la historia».
Milei, quien se define como «anarcocapitalista» y libertario, se encargó él mismo de enumerar sus logros y de presentarse como un ejemplo a seguir.
«Uno por uno, hemos ido resolviendo problemas que se habían barrido bajo la alfombra en Argentina durante décadas. Incluso problemas que el mundo libre tiene poca valentía para atajar, como el déficit fiscal», dijo en un discurso durante la cena.
«Solo cinco países en el mundo están sobre la línea del equilibrio financiero: Argentina es uno. Con esto quiero decir que Argentina puede y debe ser un faro para el mundo, un faro de faros, incluso ahora que los vientos de la libertad también soplan en el norte, porque el mundo había caído en una oscuridad profunda y ruega ser iluminado».
Cuando Milei asumió la presidencia en diciembre de 2023, la inflación en Argentina alcanzaba casi el 13% mensual, el déficit fiscal era de cinco puntos del Producto Interior Bruto (PIB) y la deuda acumulada del Banco Central equivalía a 10.
Ya desde su primer mes de gobierno, logró reducir la emisión de deuda —principal causante de la inflación— y pasó del déficit al superávit fiscal, algo que solo se había visto en el país un puñado de veces en el último siglo.
Y al año de la asunción, consolidado en el poder con importantes triunfos legislativos y con una popularidad por encima del 40%, la inflación se había reducido al 3,5% mensual, su cifra más baja en tres años.
Todo ello lo consiguió blandiendo la metafórica motosierra que había utilizado como símbolo durante su campaña —y también a expensas del consumo y de que se registrara el peor salto en la pobreza de la década—.
Con ella eliminó también 12 ministerios, y fusionó cuatro de ellos —Educación, Trabajo, Desarrollo Social y Cultura— en el megaministerio de Capital Humano.
Y es eso, en parte, lo que algunas figuras de influencia en el nuevo gobierno de Trump ya han anunciado que querrían emular.
«Una fórmula razonable para arreglar el gobierno de EE UU: recortes al estilo Milei, pero con esteroides», escribió en X a los días de la reunión en Mar-a-Lago Vivek Ramaswamy, elegido por Trump para encabezar el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge) junto a Elon Musk.
A reasonable formula to fix the U.S. government: Milei-style cuts, on steroids.
— Vivek Ramaswamy (@VivekGRamaswamy) November 18, 2024
Musk, dueño de Tesla y hoy por hoy el hombre más rico del mundo, ya se lo había reconocido antes en esa misma red social, de la también es propietario: «El ejemplo que estás sentando en Argentina será un modelo útil para el resto del mundo».
La misión de Doge, en palabras del propio presidente, será «desmantelar la burocracia gubernamental, reducir el exceso de regulaciones y los gastos innecesarios, y reestructurar las agencias federales, algo esencial para el movimiento ‘Salvar a Estados Unidos'».
Sin embargo, los expertos consultados por BBC Mundo dudan de que se vaya importar el modelo motosierra de Milei.
«Hay una cierta admiración personal por parte de Musk y Ramaswamy hacia la retórica y los símbolos de Milei, por la libertad de tomar medidas tan dramáticas y por su capacidad de eliminar de una manera muy arbitraria los ministerios», le dice a BBC Mundo Christopher Sabatini, investigador sénior del Programa de América Latina, Estados Unidos y las Américas de Chatham House, un think tank con sede en Londres.
«Ellos querrían ese poder y les gusta esa idea de capturar la frustración, la antipatía hacia la clase política, pero son situaciones muy distintas y su modelo no es aplicable a Estados Unidos a nivel práctico», asegura.
Con él coincide Benjamin Geda, director del Programa América Latina del Wilson Center, un foro político no partidario con base en Washington.
«Como ha ocurrido con la mayoría de los presidentes de Estados Unidos, la última vez que Trump estuvo en el cargo el déficit se expandió, no hubo superávits presupuestarios», empieza Geda dando contexto.
«Así que hay motivos para ser escépticos y pensar que tampoco habrá esfuerzos para reducir el déficit esta vez, ya que eso requeriría cambios en el sistema de pensiones y en el de atención médica para los jubilados que tendrían un alto costo político», le explica a BBC Mundo.
«Pero el contexto más importante es que en EE UU no hay crisis económica», subraya.
«Cuando Milei asumió el cargo en Argentina había riesgo de hiperinflación, pero la economía estadounidense es estable y está creciendo, por lo que la necesidad urgente de un cambio radical en el tamaño y alcance del gobierno es difícil de argumentar», explica.
«Así que, sin duda hay gente en la órbita de Trump que admira a Milei y le gustaría replicar sus esfuerzos para reducir el tamaño del gobierno y su gasto, pero es algo mucho más difícil de hacer en Estados Unidos».
MAGA en El Salvador
Los presidentes de Argentina y El Salvador gozaban de esa admiración del entorno de Trump y de figuras afines ya antes de que este ganara las elecciones.
No por nada fueron dos de los invitados estrella de la última edición de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés), celebrada en Maryland en febrero de 2024.
Con diferentes arengas y consejos, Bukele y Milei pronunciaron dos discursos aplaudidos en este influyente foro de la derecha, desde el mismo escenario donde Trump habló como protagonista indiscutido.
Con su alocución en inglés, el salvadoreño aprovechó para presentarse como una suerte de modelo a seguir para EE UU.
«Dicen que el globalismo viene a morir a la CPAC. Estoy aquí para decirles que en El Salvador está muerto», exclamó, provocando una ovación entre la audiencia.
«Pero si quieren que el globalismo muera aquí también, deben estar dispuestos a luchar sin disculpas contra todo y todos los que lo defienden», prosiguió, haciendo alusión a quienes lo tachan de haber desmantelado la democracia de su país y socavado el Estado de derecho.
«El próximo presidente de EE UU no solo debe ganar las elecciones. Debe tener la visión, la voluntad y el coraje de hacer lo que sea necesario. Y, sobre todo, debe ser capaz de identificar las fuerzas subyacentes que conspirarán contra él», zanjó.
Dos meses después, una comitiva integrada entre otros por Donald Trump Jr. y Matt Gaetz, entonces congresista por Florida y quien sería después la primera opción de Trump para ocupar el cargo de fiscal general de EE UU, llegó a El Salvador para la segunda investidura de Bukele como presidente.
#InvestiduraPresidencial | La embajadora de El Salvador ante los Estados Unidos, @MilenaMayorga, recibe a @DonaldJTrumpJr y al actor @EVerastegui, en el Palacio Nacional de El Salvador. #SecretaríaDePrensa pic.twitter.com/ug8CcnziSl
— Secretaría de Prensa de la Presidencia (@SecPrensaSV) June 1, 2024
Aunque no eran los primeros en visitarlo en El Salvador. En 2023 otro peso pesado del entorno Trump, Marco Rubio, entonces senador por Florida y hoy a punto de convertirse en el secretario de Estado, lo alabó por haber «traído la libertad» al país centroamericano.
Se refería a cómo Bukele logró bajar drásticamente el índice de homicidios en El Salvador, al tiempo que imponía un estado de excepción que dura ya más de dos años y lo volvía el país con la tasa carcelaria más alta del mundo.
Por todo ello, los expertos consultados por BBC Mundo auguran una relación muy estrecha entre ambos mandatarios, incluso a pesar del inesperado comentario de Trump durante la Convención Republicana en agosto.
«En Venezuela la criminalidad bajó un 72%. En El Salvador, los homicidios se redujeron en un 70%. Los criminales del mundo están viniendo aquí, a un pueblo cercano al de ustedes, y están siendo enviados por sus gobiernos, porque sus gobiernos son más inteligentes que el nuestro», dijo entonces, durante el discurso con que aceptó la candidatura presidencial.
Sobre la relación del gobierno de Trump con el salvadoreño, Benjamin Gedan del Wilson Center dice que «van a ser muy cercanos y se va a escuchar poca crítica al modelo de seguridad de Bukele desde EE UU; no se va a hablar de la democracia o los derechos humanos en El Salvador, cuestiones que sí incomodaban a la administración Biden».
Pero al igual que en el caso de la motosierra de Milei, tanto el experto del Wilson Center como el de Chatham House entrevistado por BBC Mundo dudan de que sean exportables a EE UU.
«La idea de una mano dura como la de El Salvador es atractiva para Trump. A él le encantaría tener algo parecido para los migrantes no autorizados en Estados Unidos, aunque es difícilmente aplicable por los contrapesos que existen a nivel federal y estatal», subraya Sabatini.
«Los arrestos en masa no son la respuesta para ningún problema de seguridad de Estados Unidos», dice Gedan yendo más allá y refiriéndose a la violencia por la violencia de grupos transnacionales como el Tren de Aragua, los carteles mexicanos o los estragos del fentanilo.
«Son desafíos de seguridad mucho más complejos que la lucha contra unas bandas criminales en El Salvador».
Política «personalista» y red de hombres fuertes
Sea como fuere, los especialistas sí creen que Bukele y Milei serán ejemplos a seguir, aunque a otros niveles: como jefes de Estado que abogan por la eficacia, que ofrecen soluciones extremas a problemas graves, una imagen que el mismo Trump cultiva desde su primer mandato.
«Es un manual que los líderes con imagen de hombres fuertes están siguiendo para consolidarse en el poder», le dice a BBC Mundo Erica Frantz, una profesora de Ciencia Política en la Universidad Estatal de Michigan que estudia este tipo de liderazgos.
«Lo que Trump y su grupo de asesores admiran es su trayectoria, que llegaron a la política desde afuera, que tienen una retórica distinta, una red de asesores diferente a los de la clase política anterior, y ese estilo y esa libertad de decir ‘vamos a encarcelar a los culpables, vamos a matar el Estado socialista», apunta Sabatini.
En ese sentido, prevé un gobierno con relaciones exteriores mucho más «personalistas».
«Trump va a buscar mini-Trumps y a establecer una red con ellos», explica el experto de Chatham House.
«Y no se va a limitar al aparato del Estado, de la Casa Blanca, a los canales normales de la política extranjera», advierte. «También va a utilizar a sus aliados en el sector privado y su familia, como vimos cuando Donald Trump Jr. se fue a Brasil para colaborar con (el expresidente Jair) Bolsonaro y los hijos de este».
«A medida que comienza su nuevo mandato, es probable que mire a estos líderes como el punto de apoyo en torno al cual su administración construya su política, y es probable que esa red también se extienda no solo a los presidentes actuales, sino también a políticos de oposición o a líderes y movimientos emergentes formados en el mismo molde de Make America Great Again», prosigue.
Gedan, por su parte, incluye a otro mandatario latinoamericano entre los que tendrán una acogida muy cálida en Washington: el paraguayo Santiago Peña.
«Y lo que sostendrá estas relaciones no serán tanto unas políticas determinadas, sino los objetivos ideológicos», subraya el especialista del Wilson Center.
«El vínculo tendrá más que ver con la perspectiva de la guerra cultural antiwoke que con objetivos políticos comunes. Serán relaciones muy estrechas, pero con muy poco que ver con la política de seguridad o la gestión del presupuesto, y mucho con una visión conservadora del mundo compartida».
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional