La natalidad está descendiendo en todo el mundo.
En todos los países europeos incluso está cayendo por debajo de los niveles de la tasa de reemplazo de la población, que se refiere al número de hijos necesarios por mujer para mantener estable la población.
Aunque estas caídas pueden deberse a que muchos adultos posponen intencionalmente el momento de tener su primer hijo, o eligen activamente no tenerlos, un número creciente de estudios sugieren que esto no explica completamente la disminución de las tasas de natalidad.
Algunas investigaciones también indican que la menor fertilidad es un factor importante que contribuye a esta disminución.
Un factor relacionado con la disminución de la fertilidad es la presencia de productos químicos industriales que se encuentran en nuestro entorno.
Se sabe mucho sobre el impacto de estos químicos en la fertilidad masculina, pero no ha habido muchos estudios sobre cómo afectan a las mujeres.
Esto es lo que buscaba nuestro reciente proyecto.
Descubrimos que la exposición a contaminantes químicos comunes estaba asociada con un recuento menor de óvulos en los ovarios de mujeres en edad reproductiva.
Aunque estos productos químicos han sido prohibidos desde entonces, alguna vez se usaron en productos domésticos como productos ignífugos o aerosoles para mosquitos.
Y todavía están presentes en el medio ambiente y en alimentos como el pescado graso.
Menos óvulos
Medimos los niveles de 31 sustancias químicas industriales comunes, como HCB (un fungicida agrícola) y DDT (un insecticida), en la sangre de 60 mujeres.
Al mismo tiempo, medimos su fertilidad en relación a la cantidad de óvulos de reserva que tenían en sus ovarios contándolos en muestras de tejido ovárico usando un microscopio.
Debido a que los ovarios están ubicados dentro del cuerpo y requerirían cirugía para acceder, el equipo eligió mujeres embarazadas que iban a someterse a una cesárea, ya que esto permitió acceder a muestras de tejido sin pasar por una cirugía adicional.
Descubrimos que a las mujeres con niveles más altos de sustancias químicas en la muestra de sangre también tenían menos óvulos inmaduros en los ovarios.
Encontramos conexiones significativas entre el número reducido de óvulos y ciertos productos químicos, incluido el PCB (utilizado en refrigerantes), DDE (un subproducto del DDT) y PBDE (un ignífugo).
Más químicos, menos óvulos
Como la fertilidad femenina depende de la edad, nos aseguramos de ajustar nuestros cálculos a ese parámetro.
Esto reveló que la exposición a estos químicos tuvo como consecuencia un menor número de óvulos en mujeres de todas las edades.
También descubrimos que a las mujeres con altos niveles de sustancias químicas en la sangre les costaba más quedarse embarazadas.
A aquellas con los niveles más altos de sustancias químicas en la sangre les tomó más de un año.
A diferencia de los hombres, las mujeres nacen con un número determinado de óvulos inmaduros en sus ovarios y no pueden producir nuevos.
Esa «reserva» (la cantidad de óvulos en sus ovarios) disminuye naturalmente con las ovulaciones mensuales, así como con la muerte normal del folículo.
Cuando cae por debajo de un nivel crítico, la fertilidad natural termina y comienza la menopausia.
Nuestros hallazgos implican que las sustancias químicas tóxicas pueden acelerar la desaparición de los folículos ováricos, lo que podría provocar una reducción de la fertilidad y una menopausia más temprana.
«Sopa» química
Estamos expuestos a productos químicos industriales a través de nuestros alimentos, los productos que ponemos en nuestra piel e incluso en mientras nos desarrollamos en el útero de nuestras madres.
La cantidad de productos químicos industriales, así como su abundancia en el medio ambiente, ha aumentado constantemente desde la década de 1940, con efectos devastadores en los ecosistemas, la vida silvestre e incluso la fertilidad humana.
Muchos productos químicos se introdujeron en el mercado con pocas pruebas de seguridad.
Esto ha llevado a una situación en la que los seres humanos y el medio ambiente están expuestos a una gran «sopa» de productos químicos industriales.
Hasta ahora, se ha descubierto que varios productos químicos son dañinos para la reproducción con tan solo una década de uso por parte del consumidor.
Estos incluyen PFAS (el producto químico utilizado en el teflón y la espuma contra incendios), ftalatos (utilizados en envases de plástico, equipos médicos y jabones y champús), así como pesticidas y otros productos químicos industriales como los PCB.
Los efectos negativos incluyen un recuento reducido de espermatozoides en los hombres y daño a la capacidad de las mujeres para quedar embarazadas.
Nuestro estudio es el primero en investigar el vínculo entre la exposición a sustancias químicas y la cantidad de óvulos que tiene una mujer.
Las sustancias químicas que estudiamos eran todas «persistentes», lo que significa que se acumulan en el cuerpo con el tiempo.
Sorprendentemente, los productos químicos que descubrimos que estaban asociados con un conteo de óvulos más bajo fueron restringidos por un tratado internacional hace décadas.
Sin embargo, debido a su persistencia, aún contaminan el ecosistema y nuestra comida.
Curiosamente, los PCB (uno de los productos químicos que estudiamos) también se han relacionado con la disminución del recuento de espermatozoides y la infertilidad en los hombres.
La caída simultánea de la fertilidad masculina y femenina podría dificultar el embarazo de las parejas.
En el futuro, los investigadores deben analizar si la fertilidad de todas las mujeres, no solo de las mujeres embarazadas, se ve afectada de manera similar por estos químicos.
Pero estos hallazgos pueden alentarnos a repensar la seguridad química para tener en cuenta la fertilidad durante las evaluaciones de seguridad.
Evitar ciertos alimentos (como mariscos) y ciertos productos (como los que ponemos en nuestra piel y cabello) también puede ayudar a minimizar los efectos negativos de los químicos en nuestras posibilidades de tener un bebé.