Pregúntale a tu vecino o colega cuáles son los mayores problemas de su país, y es probable que en la respuesta oigas una palabra conocida: corrupción. Pero, ¿es toda corrupción igual de dañina?
Esta cuestión ocupa a especialistas como Mark Wolf, un juez de Estados Unidos que logró reconocimientos del gobierno y la prensa por haber supervisado diversos casos de corrupción en el distrito de Massachusetts.
Wolf, que también es profesor de la Universidad de Harvard y encabeza la ONG Iniciativas de Integridad Internacional, asegura que hay distintas formas de corrupción, con impacto desigual en la vida de la gente común.
Una es la llamada corrupción «menor», a la cual ciudadanos de muchos países se enfrentan a diario, por ejemplo con exigencias de pagos de la policía o para obtener servicios públicos.
Sin embargo, Wolf advierte que también existe la «gran corrupción», que es el abuso de un cargo público para beneficio privado por parte de los líderes de una nación.
«La gran corrupción es extraordinariamente costosa en términos de dinero, pero también en términos de daños infligidos a los derechos humanos», explica el magistrado a BBC Mundo.
Es aquí donde América Latina se ha vuelto emblemática para el resto del mundo, dicen los expertos.
«Dólares malgastados»
Una de las razones por las que se cree que la «gran corrupción» afecta derechos básicos de las personas es que las priva de mejoras que sus gobiernos deberían realizar en áreas como salud, educación o transporte con el dinero desviado en sobornos.
Claro que se trata de un problema que va más allá de América Latina y recorre el mundo.
«La gran corrupción de nuestro pasado reciente, que vio decenas de miles de millones de dólares malgastados en acuerdos fraudulentos de petróleo y falsos contratos militares, destruyó todas las oportunidades para una revolución en infraestructura», indicó el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, en un artículo publicado recientemente en la edición digital de la revista Newsweek.
El juez estadounidense Mark Wolf, sostiene que la gran corrupción tiene costos enormes en recursos y derechos humanos (Foto: Margaret Priestley)
Wolf señala a la Rusia de Vladimir Putin como un caso de gran corrupción, con 2.000 millones de dóalres sacados del país por allegados al presidente, según mostró en 2016 la filtración masiva de documentos denominada «Panama Papers».
El costo de la corrupción es difícil de cuantificar, pero la organización Global Financial Integrity indicó que América Latina perdió el equivalente a 3% de su PIB en fondos financieros ilícitos que salieron anualmente de la región entre 2003 y 2012.
La encuesta Latinobarómetro 2017 indicó que la corrupción figuraba en el cuarto lugar de los problemas más importantes mencionados por la gente en 18 países de la región en conjunto, y en casos específicos como Brasil y Colombia estaba primera.
Esto a su vez erosiona la confianza en el sistema de gobierno.
La Rusia de Vladimir Putin es señalada como un ejemplo de «gran corrupción» (Foto: Getty Images)
La misma encuesta indicó que el año pasado la satisfacción con la democracia cayó 30% entre los latinoamericanos y la idea de que se gobierna para «unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio» llegó a 75% de apoyo, el mayor registro desde 2004.
«Caso típico»
Pero lo que hizo de América Latina un ejemplo especial sobre gran corrupción es el escándalo protagonizado por la constructora brasileña Odebrecht, que salpicó a una decena de países de la región.
De acuerdo a las investigaciones, que han concluido con varios expresidentes, políticos y empresarios procesados, la compañía pagó cientos de millones de dólares en sobornos para adjudicarse enormes obras de infraestructura en diversos países.
Se trata del «mayor caso de sobornos extranjeros en la historia», según el Departamento de Justicia de EE UU.
Luciana Torchiaro, coordinadora regional para las Américas de la ONG Transparencia Internacional, dice que el de Odebrecht es un «caso típico» de gran corrupción.
Cita como ejemplo investigaciones de obras de infraestructura que Odebrecht nunca realizó en Venezuela pese a que recibieron financiamiento estatal, como un proyectopara tender el tercer puente sobre el río Orinoco.
Los costos del colosal esquema de corrupción se sienten en otras partes del subcontinente, comenzando por Brasil, donde la investigación del caso denominado Lava Jato desató una crisis política extraordinaria y contribuyó a la peor recesión de su historia.
«Este caso puso de manifiesto que las obras públicas son un foco de corrupción muy grande en América Latina y en el mundo, y que el financiamiento de la política es otro punto en el que hay poca transparencia», señala Torchiaro a BBC Mundo.
«Una excepción»
Los expertos sostienen que el Lava Jato también exhibió la importancia de las instituciones judiciales independientes para combatir a los cleptócratas.
La gran corrupción tiene su caldo de cultivo en países donde los gobernantes controlan a la justicia, los fiscales y la policía para evitar que actúen en contra de sus intereses.
Esto ocurre sobre todo en regiones en vía de desarrollo, pero algunos advierten que naciones ricas mantienen centros financieros atractivos para enviar fondos de la gran corrupción.
«Países del Caribe, algunas jurisdicciones de Estados Unidos o aquí en Europa tenemos países considerados paraísos fiscales que claramente tienen un rol en todo este juego», dice Torchiaro.
El juez Wolf señala que el Lava Jato y las investigaciones sobre Odebrecht son «una excepción en América Latina y alrededor del mundo».
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha apoyado la idea de crear una Corte Internacional Anticorrupción (Foto: Getty Images)
A su entender, es necesario crear una Corte Internacional Anticorrupción, a imagen y semejanza de la Corte Penal Internacional, para juzgar a líderes corruptos que eludan las leyes de sus países contra sobornos, lavado de dinero y otros delitos.
El primer presidente en apoyar esta idea hace un año fue el colombiano Juan Manuel Santos, cuya campaña de reelección en 2014 —al igual que la de su rival en esa ocasión— se ha visto salpicada por denuncias de que recibió aportes de Odebrecht.
Pero la idea de una corte global anticorrupción parece lejos de reunir consenso internacional y Wolf descarta incluso que sea apoyada por EE UU, al menos bajo la actual presidencia de Donald Trump.
El juez cree que el impulso debería provenir de regiones como América Latina o África, que sufren especialmente la gran corrupción.
Pero se dice decepcionado de que en la Cumbre de las Américas celebrada en abril en Perú —que tuvo la corrupción como tema central y concluyó con un «compromiso» sobre el tema de parte de los gobernantes asistentes— tampoco se discutieron propuestas como la creación de una corte regional anticorrupción.
La Cumbre de las Américas, que tuvo la corrupción como tema central, pero ¿cuánto cambiará en la práctica? (Foto: AFP)
«No hay manera de hacerlos rendir cuentas para que hagan lo que prometieron», afirma Wolf y recuerda que América fue la primera región en tener una convención contra la corrupción, adoptada en 1996.
«Pero debido a que tiene un monitoreo débil, y a que las obligaciones de los países bajo esa convención no se hacen cumplir, no tuvo impacto», sostiene. «Y me preocupa que el compromiso asumido en la Cumbre (de las Américas) no se convierta en realidad».
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