Está considerado el acuerdo de paz más importante sellado en Medio Oriente, valió a sus firmantes el premio Nobel de la Paz y a uno de ellos le costó la vida.
El acuerdo entre Egipto e Israel, firmado en 1979 y en vigor desde 1980, puso fin a más de dos décadas de hostilidad y ha logrado mantener la estabilidad entre dos potencias militares vecinas a lo largo de casi 45 años.
Pero la guerra en Gaza y la presencia del Ejército israelí en el paso fronterizo de Rafah, una zona sujeta a acuerdos de seguridad que tienen origen en ese tratado de paz y en protocolos posteriores, han tensado las relaciones entre ambos países como pocas veces en esta cuatro décadas.
Los cruces de acusaciones en los últimos meses han sido frecuentes, el último de ellos entre los ministros de Exteriores de los dos países sobre las dificultades del acceso de ayuda humanitaria por el paso de Rafah, de las que se culpan mutuamente.
El ambiente ha ido calentándose hasta el punto de que Egipto anunció que pretende unirse formalmente a la denuncia de Sudáfrica contra Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), un anuncio que ha tomado por sorpresa al gobierno israelí.
Suráfrica acudió el pasado diciembre a este tribunal de La Haya y acusó a Israel de cometer un genocidio contra la población palestina de Gaza, algo que el gobierno israelí rechaza.
El apoyo a la iniciativa sudafricana por parte de Egipto se adoptó, según un comunicado del Ministerio de Exteriores egipcio, «a la luz del empeoramiento de la gravedad y el alcance de los ataques israelíes contra civiles palestinos en la Franja de Gaza».
El Cairo, además, está planteándose reducir su representación diplomática en Israel en protesta por las operaciones militares en Rafah y el control israelí del paso fronterizo, según afirmó una fuente cercana a los círculos de toma de decisiones en Egipto al servicio árabe de la BBC.
Por ahora Egipto ha dejado claro que el tratado de paz está a salvo.
Como explica a BBC Mundo la investigadora Gayil Talshir, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén, “la paz entre Egipto e Israel es una paz fría, no hay un gran amor, sino una serie de intereses nacionales y de seguridad compartidos”.
Sin embargo, la tensión creciente entre ambos países y el desarrollo de la guerra de Gaza arrojan sombras sobre las relaciones futuras de los vecinos.
Qué dice el tratado
Entre 1948 y 1973, Israel y Egipto libraron cuatro guerras, en las que la frontera común fue desplazándose según el equilibrio de fuerzas.
Tras el último conflicto en 1973, conocido como guerra del Yom Kipur, comenzó a negociarse el tratado y con la mediación de la presidencia estadounidense de Jimmy Carter se llegó a los acuerdos de Camp David de 1978.
Ese mismo año, el entonces presidente egipcio, Anwar el Sadat, y el israelí, Menajen Beguín, recibieron el premio Nobel de la Paz por “haber negociado de forma conjunta la paz entre Egipto e Israel”.
El Tratado de paz se firmó al año siguiente y entró en vigor en enero de 1980. Un año después, Sadat fue asesinado por un grupo de soldados egipcios liderados por el oficial islamista Jaled al Islambuli en protesta, alegó, por la firma de la paz con Israel.
El acuerdo también rompió el frente monolítico árabe contra Israel, y condenó a Egipto, que bajo el mandato de Gamal Abdel Nasser había sido el gran líder regional, al ostracismo de sus antiguos aliados, que lo vetaron de la Liga Árabe hasta 1989.
El protocolo adjunto al acuerdo establecía un delicado equilibrio de fuerzas.
Demarcó las fronteras entre ambos países y dividió la península del Sinaí en tres zonas principales (A, B y C). En cada una se permiten distintos niveles de tropas y armamento.
Existe en la frontera entre ambos, además, una zona D de unos 2,5 kilómetros de profundidad, que hace de zona de amortiguamiento.
El acuerdo permite la presencia de una fuerza militar israelí limitada en la zona D, donde también hay desplegados fuerzas multinacionales y observadores de la ONU, entre ellos soldados colombianos.
Esas fuerzas israelíes también controlaban la porción de frontera entre Gaza y Egipto, el conocido como “corredor Philadelphi”, que se extiende a lo largo de 14 kilómetros y que se consideró una “zona de amortiguamiento desmilitarizada” entre ambos países.
Sin embargo, tras la retirada unilateral israelí de la Franja de Gaza en 2005, Israel firmó con Egipto un protocolo llamado «Protocolo de Philadelphi», que se adjuntó al acuerdo de paz y que permitió a Egipto desplegar 750 soldados en el área denominada área C a lo largo de su frontera con Gaza y adyacente al área D para combatir el terrorismo, la infiltración transfronteriza y el contrabando de armas.
Israel afirma hace tiempo que gran parte del armamento que utiliza Hamás entra a Gaza a través de túneles que tienen entrada en territorio egipcio.
Por qué Egipto se siente amenazado
La llegada de los soldados israelíes al paso fronterizo de Rafah ha supuesto un punto de inflexión.
Israel, argumenta Ayman Salama, profesor de Derecho internacional y miembro del Consejo Egipcio de Asuntos Exteriores, no tiene derecho a desplegar soldados adicionales en la zona D sin obtener la aprobación de la parte egipcia, explicó al servicio árabe de la BBC.
En su opinión, el despliegue israelí de fuerzas militares en la frontera internacional con Egipto es una violación de los términos del acuerdo de paz y sus anexos de seguridad, ya que es un acto hostil que amenaza la soberanía nacional de Egipto.
Pero, además, Egipto teme desde el inicio de la guerra que las operaciones israelíes, en las que ya han muerto unas 35.000 gazatíes, según el ministerio de Sanidad de la Franja, y que han obligado a cerca de dos millones de personas a abandonar sus hogares y a desplazarse hacia el sur, fuercen una salida de palestinos hacia el Sinaí.
Varias declaraciones de miembros del gobierno israelí a lo largo de estos meses de guerra han mencionado la posibilidad de que los palestinos de Gaza se desplazaran hasta el Sinaí.
Esto «ha hecho que el gobierno egipcio no solo sospeche, sino que esté convencido de que el gobierno israelí quiere acabar con la presencia de palestinos en Gaza empujándolos hacia Egipto y esto no es aceptable porque sería el fin de la cuestión palestina”, explicó a BBC Mundo el politólogo Mustafa Kamel el Sayyid, que enseña en la Universidad Americana de El Cairo.
Hasta ahora, sin embargo, después de obligar a la población a desplazarse cada vez más al sur, desde la ciudad de Gaza hasta Jan Yunis y posteriormente hasta Rafah, y a pesar de controlar la parte palestina del paso fronterizo, Israel no ha forzado la salida de los gazatíes hacia el Sinaí.
Los palestinos de la Franja, que están viviendo en condiciones extremas y padeciendo la hambruna y la enfermedad, tampoco han protagonizado una invasión del territorio egipcio, como sí hicieron temporalmente en 2008, después de que Israel impusiera un bloqueo total sobre Gaza.
La población, no obstante, está siendo forzada a moverse hacia la pequeña franja costera en el sur de Gaza conocida como Al Mawasi, que Israel ha declarado como “zona humanitaria”, e incluso ha dado luz verde para que regresen a zonas algo más al norte como Deir el Balah o la parte oeste de Jan Yunis, ciudades de las que apenas quedan ruinas.
Según la ONU, casi 450.000 personas han tenido que huir de Rafah solo en la última semana.
Desde la perspectiva israelí, la frontera entre Egipto y Gaza no es lo suficientemente segura, ya que está convencido de que gran parte de la artillería y suministros que llegaron a manos de Hamás y que se utilizaron en su ataque del pasado 7 de octubre, en el que murieron unas 1.200 personas y más de 200 fueron secuestradas, lo hicieron a través de túneles ilegales desde el Sinaí.
“Israel quiere ahora controlar la frontera, al menos de forma temporal entre Gaza y Egipto”, explica Gayil Talshir.
Para la investigadora, “está claro por qué Egipto está más preocupado, no quiere que se convierta en una frontera conflictiva con una posibilidad de enfrentamientos entre Egipto e Israel, y por eso está lanzando ese tipo de amenazas, porque quiere que Israel sea bloqueada”, señala en referencia al anuncio de sumarse a la denuncia de SuRáfrica contra Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia.
Qué puede hacer Egipto
Egipto no solo está presente en la guerra de Gaza por su situación fronteriza, sino que además es uno de los principales negociadores, junto con Qatar, entre Hamás e Israel para alcanzar un acuerdo de cese de las hostilidades y la liberación de los rehenes en manos del grupo miliciano.
Este es un papel que lleva desempeñando de manera tradicional desde hace décadas en las sucesivas guerras y conflictos en la Franja.
En El Cairo se negoció, por ejemplo, la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado por Hamás durante cinco años en Gaza, a cambio de más de un millar de presos palestinos en 2011.
Esto otorga a Egipto un valor estratégico a ojos de Israel, que puede contar con El Cairo como intermediario con aquellos enemigos con los que sería de otra forma imposible comunicarse.
Egipto, recuerda la profesora Gayil Talshir, también es “el principal enemigo de Irán”, algo que lo sitúa, desde la perspectiva israelí, en su bando.
El régimen egipcio, además, es uno de los principales aliados de Washington en Medio Oriente.
De Estados Unidos recibe, desde la firma del tratado de paz con Israel, una cuantiosa ayuda militar anualmente, que en 2023 se elevó a US$1.300 millones.
Esta alianza condiciona, de alguna forma, cualquier confrontación que Egipto pueda tener contra Israel.
Pero Washington, fiel aliado del gobierno israelí, se ha mostrado en las últimas semanas más firme con Benjamín Netanyahu por cómo está llevando a cabo la guerra en Gaza, e incluso detuvo a principios de este mes un envío de bombas a ese país.
Poco después, Egipto anunciaba su intención de sumarse a la denuncia sudafricana contra Israel ante la CIJ.
El ministerio de Exteriores egipcio asegura ahora que los ataques sistemáticos contra civiles, la destrucción de infraestructura y la presión para que los gazatíes abandonen sus hogares y tierras han llevado a una crisis humanitaria sin precedentes, “en flagrante violación de las disposiciones del derecho internacional, el derecho internacional humanitario y el Cuarto Convenio de Ginebra de 1949 sobre la protección de personas civiles en tiempo de guerra”.
Egipto ha pedido a Israel que “cumpla con sus obligaciones como potencia ocupante” y que implemente las medidas provisionales de la CIJ que ordenan a Israel garantizar la entrada de suficiente ayuda humanitaria para satisfacer las necesidades de los palestinos en la Franja de Gaza y no cometer ninguna violación contra el pueblo palestino de conformidad con la Convención sobre el Genocidio de 1948.
Al dar este paso, Egipto podrá brindar el apoyo legal y técnico a Sudáfrica, explicó Ahmed Abu Al-Wafa, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de El Cairo al servicio árabe de la BBC.
Según el diputado Tarek Radwan, que preside el Comité de Derechos Humanos del Parlamento egipcio, cuentan con sufientes pruebas para respaldar la participación de Egipto en el caso ante la CIJ.
Pero ¿puede ir El Cairo más allá de este anuncio?
Pese a las tensiones, “Egipto e Israel comparte un interés mutuo en frenar a Hamás”, argumenta la investigadora de la Universidad Hebrea.
«A ambos les preocupa qué va a pasar el día después de la guerra ya que, si no hay una alternativa palestina para gobernar Gaza, volverá a ser Hamás u otro movimiento yihadista, algo que no quiere ninguno de los dos”, concluye Gayil Talshir.
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