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Cómo la brecha entre las buenas cifras macroeconómicas de EE UU y las finanzas de los votantes ayuda a explicar el triunfo de Trump

por BBC News Mundo BBC News Mundo

«Aquí se paga US$5 por una docena de huevos. Antes costaba US$1», comenta Samuel Negron, un puertorriqueño de la ciudad de Allentown, en Pensilvania.

En ese estado Joe Biden ganó las elecciones en 2020. Donald Trump se impuso hace pocos días.

«Es simple en realidad. Nos gustaba cómo eran las cosas hace cuatro años», le dice Negron a la BBC.

Como él, muchos estadounidenses le dieron su voto a Donald Trump porque el costo de la vida es ahora mucho más alto que en 2020, antes de que estallara la pandemia de covid.

Esa fue una de las principales razones de la contundente victoria del republicano.

Pero ¿cómo se explica el malestar de los ciudadanos por los elevados precios si la inflación en el país ha caído? ¿Por qué hay una desconexión entre los buenos números de la economía estadounidense y el bolsillo de los consumidores?

EE UU Trump

En octubre la inflación en Estados Unidos disminuyó hasta un 2,4% interanual. De hecho, el país está muy cerca de alcanzar la meta inflacionaria del 2%, definida como el nivel ideal para la economía del país.

Sin embargo, el problema viene de antes. En los cuatro años de gobierno del demócrata Joe Biden la inflación se disparó, alcanzando el 9,1% en junio de 2021, en parte como consecuencia de los problemas en las cadenas de suministro causados por la pandemia.

Así, los precios en EE UU subieron casi un 20% con Biden en la Casa Blanca como muestra el gráfico en la parte superior.

Y aunque los sueldos aumentaron casi en la misma proporción (sin que se perdiera poder adquisitivo), lo que quedó en la retina de los consumidores fue la gigantesca escalada en los precios que deben pagar a diario por productos básicos.

En comparación, durante los cuatro años del gobierno de Trump (2017-2021), la inflación acumulada fue de un 7,8%, mientras que los salarios subieron casi el doble.

Así, aunque la inflación de los últimos doce meses está en niveles razonables, el costo de los productos es mucho mayor ahora que bajo el gobierno de Trump.

Cuando en la administraión de Biden vieron que la percepción seguía siendo negativa, pese a que la inflación estaba bajando, concluyeron que el asunto iba más allá.

“Nos dimos cuenta rápidamente de que no se trataba sólo de la tasa de inflación”, dijo Ernie Tedeschi, quien fue economista jefe del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca hasta comienzos de este año, en declaraciones a The New Yorker.

“La gente seguía yendo a las tiendas y veía precios altos de los huevos y de la leche”. Incluso cuando un período inflacionario termina, los precios no vuelven mágicamente a donde estaban antes de que comenzara”.

Durante la campaña, mientras Trump prometía reducir los precios de la energía en un 50% en su primer año de mandato, la candidata demócrata, Kamala Harris, proponía prohibir la especulación de precios por parte de los supermercados.

La promesa del republicano, más allá de que sea una medida realizable, encontró resonancia en el electorado.

Harris, al ser la vicepresidenta del actual gobierno, no tenía espacio de maniobra para criticar los fallos en que ha incurrido, señalan distintos análisis políticos, mientras que Trump tenía la cancha abierta para culpar directamente a los demócratas por el nivel de precios.

Más allá de lo que pasaba en la economía interna, Biden tuvo que lidiar con las consecuencias que dejó la pandemia de covid en todo el mundo y con una profunda crisis energética provocada por la invasión de Rusia en Ucrania.

Esos dos acontecimientos tuvieron efectos económicos devastadores a nivel internacional que se arrastran hasta el día de hoy y que siguen afectando las finanzas personales.

Los estadounidenses no estaban acostumbrados a sufrir crisis económicas con la magnitud de las que hemos visto en los últimos años.

Menos aún, cuando la inflación escaló a mediados de 2022 a un histórico 9,1% interanual, un aumento a niveles récord no vistos desde la década de 1980.

EE UU Trump

La gente «detesta la inflación»

EE UU Trump

En octubre la inflación interanual continuó bajando hasta un 2,4%. Getty Images 

Como el país estaba enfrentando la mayor inflación en cuatro décadas, la Reserva Federal (equivalente al banco central) respondió subiendo las tasas de interés para controlar la espiral inflacionaria.

Y funcionó. Pero con tasas tan altas, el costo de los créditos para comprar un auto o una casa se fue a las nubes y muchos estadounidenses se sintieron acorralados.

El sueño de seguir comprando a precios pre-pandemia y con mínimos intereses alimentó las expectativas de muchos votantes que vieron en Trump la respuesta a esas aspiraciones.

Si hay algo en lo que coinciden varios expertos es que, como decía el economista Alan Blinder, la gente “realmente detesta la inflación”.

Y aunque el desempleo sea más dañino para la economía, el nivel de precios genera un rechazo más profundo.

“La principal explicación de la victoria del presidente electo Donald Trump es que los estadounidenses odian la inflación”, escribió Heather Long, columnista del Washington Post.

Esto no es exclusivo de Estados Unidos. En casi todos los países desarrollados, agregó, los presidentes en el poder han perdido la reelección últimamente debido a la indignación por el alto costo de los productos.

La lección para los líderes políticos, apuntó, es que «la inflación afecta a todos. Incluso a quienes podían permitirse precios más altos, han pagado un impuesto psicológico”.

Cómo está la salud económica de EE UU

Consumidores en EEUU

El gasto de los consumidores estadounidenses ha seguido creciendo. Getty Images 

El sentimiento de muchos estadounidenses es negativo, pese a que algunos de los indicadores más importantes hablan bien del rumbo económico.

Pero una vez más, una cosa es lo que dicen las cifras macroeconómicas, otra es lo que dicen las finanzas personales,y otra muy distinta es la percepción de lo que está pasando.

Durante el gobierno de Joe Biden hubo un fuerte crecimiento del empleo, con un aumento en casi 16 millones de puestos de trabajo.

Y, por el otro lado, el desempleo, ha bajado hasta llegar a un 4,1%, un nivel considerado saludable por los economistas.

¿Qué ha pasado con el consumo?

El gasto de los consumidores ha seguido empujando el crecimiento económico del país, que en el tercer trimestre de este año llegó a un 2,8%.

Sin embargo, el sentimiento sigue siendo pesimista a pesar de que la gente no deja de gastar.

Las preocupaciones que han expresado los consumidores sobre la economía “no se reflejan en su comportamiento”, dijo Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics, en una entrevista con NPR.

«La gente todavía siente el dolor de la alta inflación de hace dos o tres años, y eso es difícil de superar», agregó.

Aunque la macroeconomía va bien, el sector inmobiliario es uno de los puntos económicos débiles.

Los altos precios de las viviendas y las altas tasas de interés han afectado a un sector que no termina de levantar cabeza.

Las ventas han estado lentas y en septiembre cayeron a su nivel más bajo en casi 14 años.

Establo con caballos y partidarios de Trump

Trump consiguió apoyo en zonas rurales de Estados Unidos que esperan mejorar sus condiciones económicas. Getty Images 

Con fortalezas y debilidades, la fotografía general del país muestra una economía que va por buen camino.

Y aunque muchos vaticinaron que el país sufriría una fuerte caída a fines del año pasado o comienzos de este, la temida recesión nunca llegó.

De todos modos, eso no quiere decir que los problemas estructurales de Estados Unidos hayan cambiado profundamente.

En un país con unos 330 millones de personas, la situación económica es muy distinta entre un estado y otro, entre las zonas urbanas y las rurales, entre las minorías étnicas y entre las zonas industriales en decadencia que aún no logran reconvertirse.

Existen grietas profundas que dividen al país y que en épocas electorales salen a relucir más allá de lo que digan los promedios económicos nacionales.

Y en esta ocasión, pareciera ser que el efecto acumulativo de las subidas de precios en los últimos cuatro años jugó un rol importante en el triunfo de Donald Trump.

Muchos de los estadounidenses de clase trabajadora que apoyaron al candidato republicano han dejado en claro que, en el terreno económico, no creen que el sistema funcione en su beneficio.

Estuvieron dispuestos a darle un voto de confianza a Trump con la esperanza de que cumpla sus promesas.

Una de ellas, quizás la más importante para quienes lo votaron es bajar los precios.

Un desafío que tendrá al país expectante cuando asuma la presidencia el próximo 20 de enero.