Durante muchas décadas fue el segundo país más pobre de Sudamérica, después de Bolivia. Hoy es la economía que más crece en el mundo.
Guyana es quizá uno de los mejores ejemplos de cómo el hallazgo de hidrocarburos puede transformar un pequeño país.
Casi una década después del descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo en las costas del Esequibo, un territorio administrado por Guyana pero que Venezuela reclama como suyo, los proyectos de infraestructura y la inversión extranjera en este país situado en el norte de Sudamérica están en su punto máximo.
Las expectativas son grandes. Se espera que Guyana se una, tal como hicieron Qatar y Emiratos Árabes Unidos, a aquellos países que cuentan con algunas de las rentas per cápita más altas del mundo.
Pero esto no siempre fue así en el único país de habla inglesa de Sudamérica continental.
Tras independizarse de Reino Unido en 1966, la economía de Guyana era una de las más subdesarrolladas de todo el continente.
«Con la independencia los guyaneses pudimos tomar el control de la economía, pues hasta ese entonces eran los británicos quienes la controlaban», le dice a BBC Mundo Sydney Armstrong, profesor de economía de la Universidad de Guyana.
«Era una economía principalmente basada en la agricultura, en particular las plantaciones de azúcar que quedaron del periodo de esclavitud y de servidumbre por contrato«, prosigue.
La servidumbre por contrato, también conocido como trabajo no abonado, fue un sistema que prevaleció en la mayoría de las colonias europeas en América tras la abolición de la esclavitud en el que se contrataba a empleados jóvenes que trabajaban durante años sin remuneración para pagar el pasaje que los había trasladado a su lugar de trabajo o a cambio de comida y hospedaje.
Un país multiétnico
La colonización británica dejó en Guyana una gran diversidad étnica.
Tras la abolición de la esclavitud, Londres utilizó en sus colonias la servidumbre por contrato para conseguir mano de obra y la mayor parte de los trabajadores provenían de India y China.
Por eso, hoy en día el grupo étnico más numeroso en Guyana son los indoguyaneses, descendientes de estos trabajadores, que representan cerca del 40% de la población, seguidos por los afroguyaneses, descendientes de personas esclavizadas traídas desde África, que constituyen cerca del 30%.
La población amerindia también es importante, así como los que se consideran de raza mixta. También hay pequeñas poblaciones de guyaneses de ascendencia china y europea.
Pasado económico precario
Los tres primeros gobiernos que tuvo Guyana tras convertirse en una república con la Constitución de 1970 fueron de carácter socialista. Forjaron una cercana relación con China y nacionalizaron la mayoría de las industrias del país.
«Tras la independencia fuimos durante varios años uno de los países con el PIB per cápita más bajo del continente», le dice a BBC Mundo el economista guyanés Thomas Singh.
Pero en el año 1992, la política del país dio un vuelco cuando el socialdemócrata Partido Progresista del Pueblo (PPP) llegó al poder y abrió la economía.
«El PPP tuvo un enfoque un poco más capitalista y empezamos a ver más inversión privada», explica por su parte Sydney Armstrong.
Sin embargo, el mayor impulsor de la economía en el país sudamericano continuó siendo el sector primario, principalmente la agricultura y la minería.
Hasta hace algunos años el crecimiento económico de Guyana estaba en torno al 3% anual.
Pero una serie de acontecimientos cambiaron el rumbo de la historia del país en 2015.
Aquel año comenzaron a descubrirse decenas de yacimientos de petróleo en áreas costeras del Esequibo, una región que alberga seis de las diez regiones de Guyana.
Desde entonces, la multinacional ExxonMobil y sus socios han realizado 46 descubrimientos que han elevado las reservas de petróleo de Guyana a alrededor de 11.000 millones de barriles, lo que representan cerca de 0,6% del total mundial.
Los inesperados hallazgos han hecho que este país que cuenta con 800.000 habitantes, tenga una de las economías más prometedoras del mundo.
Se espera que su PIB crezca 25% este año, tras haberse expandido 57,8% en 2022.
«Ahora somos la economía que más crece en el mundo», afirma con orgullo Armstrong.
Además de petróleo, el Esequibo cuenta con un gran número de recursos minerales, como oro, diamantes, cobre, bauxita y aluminio, entre muchos otros, que aportan dinero a las arcas del Estado.
Solamente entre 1993 y 2005 la mina de oro de Omai, una de las más grandes del Esequibo, produjo más de 3,7 millones de onzas de oro.
Casi la mitad de la población aún en la pobreza
Pero la riqueza petrolera y mineral del Esequibo aún no ha llegado a toda la población de Guyana.
«No hemos visto ninguna gran mejora en la calidad de vida que pueda reflejar ese crecimiento del PIB», afirma Thomas Singh.
Más allá del ingreso per cápita, Guyana todavía aparece por debajo del promedio latinoamericano en muchos indicadores sociales.
Los guyaneses cuentan en 2023 con una esperanza de vida al nacer de 69,8 años, inferior el promedio regional, según la Organización Panamericana de la Salud.
«En Guyana también hay mucha desigualdad y se siente bastante. Hay unos pocos que tienen muchísimo dinero, mientras que la mayoría de la población aún trata de llegar a fin de mes», explica Armstrong.
Si nos basamos en el Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita de Guyana, el país calificaría como uno de ingreso medio alto.
Pero «esto no lo creerías si resides en Guyana», reportó a principios de este año Kaiteur News, uno de los medios más importantes del país.
«Los niveles de vida de la mayoría de la población están por debajo del promedio y los signos de pobreza están por todas partes«, informó el diario.
El gobierno de Guyana reporta una tasa de pobreza del 48%, que se refiere a aquellos que viven con menos de US$5 al día.
La mayor incidencia de pobreza extrema se encuentra entre la población indígena del país.
Lo que sí ha mejorado es el empleo. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la tasa de desempleo en Guyana se sitúa en el 12,4%, por debajo del 15,6% del primer trimestre de 2021.
Al mismo tiempo, la inversión extranjera directa (IED) se ha disparado.
Según datos del Departamento de Estado de EE.UU., Guyana experimentó un crecimiento en IED del 47 % durante el primer semestre de 2022 al recibir casi US$2 mil millones.
«Creo que es demasiado temprano para ver grandes cambios en la calidad de vida de las personas en tan poco tiempo», asegura el economista Sydney Armstrong.
El gobierno de Guyana actualmente está comprometido con mejorar la infraestructura del país con la construcción y ampliación de carreteras y autopistas, y otros proyectos para conectar mejor el territorio nacional.
«Estamos viendo mejoras en la infraestructura y el aumento de ese sector y del transporte, con proyectos muy grandes”, confirma Armstrong.
«Hay otros proyectos energéticos en construcción que beneficiarán a la población guyanesa, además de inversiones en educación, con todo el dinero que están inyectando en la Universidad de Guyana y las becas que están ofreciendo», prosigue el economista.
«Todas estas inversiones arrojarán resultados en el largo plazo«.
No obstante, él considera que aún falta mucho por hacer, sobre todo en el sector de la salud.
«Tenemos un desempeño muy pobre incluso comparado con otros países de la región en cuestiones como mortalidad infantil y nuestras instalaciones de salud no están a la altura, sobre todo en las áreas rurales», añade.
Una parte importante de la población guyanesa vive en pueblos cerca de la costa. Georgetown, la capital y la ciudad más grande del país, también a orillas del mar, alberga a cerca del 20% de la población.
Tensiones étnicas
Como el país, la política guyanesa también está dividida étnicamente.
Los indoguyaneses, que son mayoría, suelen respaldar al Partido Progresista del Pueblo (PPP), mientras que los afroguyaneses apoyan a la Asociación para la Unidad Nacional (APNU, por sus siglas en inglés).
En 2020, Irfaan Ali, del PPP, asumió el poder tras unas elecciones generales bastante cerradas.
En los últimos años, la APNU ha acusado al gobierno de Irfaan Ali de dirigir la riqueza petrolera hacia sus electores, los indoguyaneses, y descuidar a los afroguyaneses y a otros grupos étnicos.
No obstante, Sydney Armstrong señala que, más allá de las tensiones políticas, «los diferentes grupos étnicos guyaneses vivimos en armonía».
La cuestión del Esequibo los une.
«Nosotros, los guyaneses, apoyamos la postura de nuestro gobierno de buscar la vía legal para resolver esta disputa territorial», asegura Armstrong.
«Si Venezuela tiene un reclamo, vamos a estudiar la evidencia y vamos a dejar que un organismo neutral emita un fallo».
«Nosotros aceptaremos lo que se decida».