Envejecer y morir, a todos nos pasa y a (casi) todos nos da miedo.
Pero, ¿por qué envejecemos y morimos?, ¿es posible retrasar la vejez o incluso lograr la inmortalidad?
Esas preguntas han ocupado gran parte de la carrera del biólogo molecular Venki Ramakrishnan (Chidambaram, India, 1952).
En 2009, junto a Thomas A. Steitz y Ada E. Yonath, Ramakrishnan recibió el Premio Nobel de Química por sus investigaciones acerca de los ribosomas, la estructura de la célula encargada de producir proteínas, que son las moléculas que hacen posible la vida de todos los organismos.
Ramakrishnan es el autor del libro Why we die: The New Science of Aging and The Quest for Inmortality (Por qué morimos: la nueva ciencia del envejecimiento y la búsqueda de la inmortalidad), que será publicado en marzo, inicialmente en inglés.
Sobre esos asuntos conversamos con él, quien en esta entrevista explica desde las reacciones químicas que causan el deterioro de las células, hasta las enormes implicaciones que vivir más tiene para la humanidad.
Ramakrishnan es uno de los invitados al Hay Festival Cartagena, que se celebra del 25 al 28 de enero de 2024.
¿Qué es el envejecimiento, en qué consiste ese proceso en los humanos?
Una de las principales causas del envejecimiento es la acumulación de daños en los genes de nuestro ADN.
La información más valiosa que llevan los genes es cómo producir proteínas.
A nivel celular, las proteínas cargan miles de reacciones químicas que hacen posible la vida. Le dan forma y fuerza a nuestro cuerpo, pero también permiten la comunicación entre células.
Gracias a ellas tenemos nuestros sentidos y nuestro sistema nervioso depende de ellas para transmitir las señales y almacenar nuestra memoria.
Nuestros anticuerpos son proteínas, y son ellas las que permiten que la célula fabrique las moléculas que necesita, incluyendo grasas, carbohidratos, vitaminas, hormonas y los propios genes.
Entonces, el envejecimiento tiene mucho que ver con la pérdida de capacidad de nuestro cuerpo de regular la producción y la destrucción de proteínas en las células.
Podemos verlo como una acumulación de daños químicos en nuestras moléculas, en nuestras células, en nuestros tejidos y, finalmente, en todo nuestro cuerpo.
Es un proceso gradual, desde el momento en que nacemos. Incluso antes, ya estamos envejeciendo, pero a edad temprana no lo sentimos porque estamos creciendo, nos estamos desarrollando.
Luego, con el paso de los años, los síntomas se vuelven más obvios y cuando los sistemas críticos comienzan a fallar, el cuerpo no puede funcionar como un todo unificado…Y eso es lo que lleva a la muerte.
Lo interesante de la muerte es que cuando morimos, la mayoría de nuestras células siguen vivas, -por eso nuestros órganos pueden ser donados-, pero ya no son capaces de funcionar como un todo; eso es la muerte.
En tu libro mencionas que en la biología todo se explica a la luz de la evolución. Desde el punto de vista evolutivo, ¿por qué envejecemos y morimos?
Porque a la evolución no le importamos como individuos.
La evolución se trata básicamente de la capacidad de transmitir los genes. Y esos genes no residen en el vacío, residen en un individuo.
Así que siempre y cuando seas capaz de crecer, procrear y asegurar que tu descendencia alcance su propia edad reproductiva, a la evolución no le importa lo que te pase después, porque ya transmitiste tus genes.
Es cierto que nuestros organismos podrían invertir más esfuerzo en prevenir el envejecimiento, o en tener mejores mecanismos para repararse, pero desde el punto de vista evolutivo es más eficiente asegurarse de que crezcamos más rápido y podamos reproducirnos para transmitir nuestros genes.
Es un balance que varía en cada especie.
Por ejemplo, en una especie que vive en alto riesgo de ser devorada por un depredador, no tiene sentido que su organismo evolucione para vivir muchos años, porque es muy probable que lo devoren en cualquier momento.
En los mamíferos, las especies más grandes tienden a tener un ciclo de vida más largo que las más pequeñas.
En esto, sin embargo, hay una curiosa excepción: los ratones y los murciélagos pesan casi lo mismo, pero los murciélagos tienen un ciclo de vida mucho largo que los ratones.
¿Por qué? Porque pueden volar; entonces, son menos vulnerables a los depredadores.
En los últimos 150 años se ha duplicado la esperanza de vida de los humanos. Uno de los grandes debates entre los científicos es si esa expectativa de vida podrá seguir alargándose o si ya llegamos al límite de lo que nuestros organismos pueden vivir. ¿Cuál es tu posición en ese debate?
Hoy vivimos más tiempo porque nuestra salud y la atención médica han mejorado.
Con los conocimientos actuales, 120 años es lo máximo que razonablemente podríamos vivir, es poco probable que vivamos más allá de esa edad.
Lo curioso es que, por ejemplo, Tom Perls, un científico que estudia la longevidad en Boston, EE.UU., ha observado que aunque aumenten las personas que llegan a los 100, no crece el número de quienes llegan a los 110.
Su sensación es que más allá de los 110 años, nos enfrentamos a límites biológicos naturales.
Sí, hay gente que gracias a una combinación de factores genéticos y su estilo de vida viven más de 110 años, pero esa cantidad de gente no está aumentando.
Entonces, sí, pareciera que hay un límite natural.
También se han hecho cálculos que muestran que incluso si lográramos eliminar enfermedades como el cáncer, solo aumentaríamos la expectativa de vida promedio unos pocos años.
Ahora, si de alguna manera logramos tratar las causas del envejecimiento, quizás podamos exceder ese límite, pero no estoy seguro de qué tan fácil sea hacerlo, ni siquiera sé si es algo deseable. Es algo en lo que tenemos que pensar, porque puede haber enormes consecuencias sociales.
Algunos optimistas dicen que la primera persona que vivirá 150 años ya nació, pero yo creo que son demasiado optimistas, porque el envejecimiento es altamente multifactorial, y no está claro si habrá un par de soluciones definitivas que lo detengan y nos mantengan saludables.
Otro gran debate es si la vejez es una enfermedad…
El cáncer, la demencia, la inflamación, la osteoartritis, las afecciones cardiacas, están todas relacionadas con la edad, por lo que hay quienes afirman que la edad es la causa subyacente de esas enfermedades, y por ende el envejecimiento es una enfermedad.
Otros señalan que el envejecimiento es algo que nos sucede a todos. Entonces, ¿cómo se puede llamar enfermedad a algo que es inevitable y universal?
La OMS recientemente fijó su postura de que no es una enfermedad.
Lo que sí hay es mucha presión para que el envejecimiento se considere una enfermedad, porque hay mucho dinero invertido en investigaciones relacionadas con él.
Para hacer estudios clínicos y obtener la aprobación de las autoridades necesitas que exista una enfermedad.
¿En qué áreas crees que veremos el mayor avance en los tratamientos contra el envejecimiento en los próximos años?
Como dice el chiste que se le atribuye al beisbolista Yogi Berra: “Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro”.
No estoy seguro realmente de qué tan avanzados están, pero hay varios enfoques que tratan de amainar el envejecimiento.
Por ejemplo, investigadores se han dado cuenta de que restringir las calorías a menudo ayuda a ralentizar el envejecimiento, con la salvedad de que hacerlo a edades más tempranas puede causar problemas.
Entonces están viendo si logran crear una droga que tenga un efecto similar a la restricción calórica.
Yo digo en broma que es como si pudieras comerte una torta con helado sin preocuparte por las calorías, porque te tomas una pastilla y listo. Es lo que mucha gente desearía.
Hay mucho interés en una droga llamada rapamicina, que tiene ese enfoque, pero que en altas dosis puede resultar inmunosupresora y causar daños graves.
Otro campo interesante es la parabiosis, en el que trasfundes sangre de un animal joven a uno más viejo.
Ahí lo que ocurre es que el animal que recibe la sangre se rejuvenece en varios aspectos, lo que quiere decir que hay factores en la sangre que son responsables del envejecimiento, y hay estudios para identificarlos.
También hay un enfoque relacionado con la senescencia, que es el estado en que las células dejan de funcionar normalmente y dejan de dividirse.
Con la edad acumulamos más células senescentes, y la inflamación que producen como señal de que algo no está bien, es una causa adicional de envejecimiento.
Así que hay investigadores preguntándose: ¿es posible destruir células senescentes de manera selectiva? Hay evidencia de que si eso se logra se pueden revertir algunos de los efectos del envejecimiento.
Y está el área, muy interesante, de la reprogramación celular, que consiste en llevar una célula a su estado inicial, revirtiendo los cambios que hayan ocurrido en ella.
Por supuesto, ese proceso es riesgoso porque a menudo puede causar crecimientos cancerosos.
Estamos lejos de que se pueda aplicar en humanos, pero se han realizado experimentos en animales que muestran resultados prometedores.
Además de estos avances, también has llamado la atención sobre otros enfoques que parecen más de ciencia ficción y a los que se les da mucho bombo publicitario…
Sí, son cosas que en este momento son completamente ciencia ficción.
Hay personas que creen en la criónica, que consiste en que cuando alguien muere congela su cuerpo en nitrógeno líquido con la esperanza de que, no sabemos cómo, en un futuro exista la tecnología para revivirlos.
Creo que eso por ahora es solo hype; es una forma de capitalizar el miedo que tiene la gente a morir.
Además, pienso que es un problema del primer mundo. Quienes le apuestan a la criónica es gente con mucho dinero, que puede comprar todo, excepto juventud.
Yo crecí en India y conozco mucha gente de África, y ahí a nadie está pensando en la criónica.
El miedo a envejecer es muy extendido; por eso usamos bótox, nos teñimos las canas, ese tipo de cosas…¿Crees que los esfuerzos por retardar el envejecimiento contribuyen a que ese miedo a la vejez siga creciendo?
Hay mucha presión para no envejecer, y esa presión recae sobre todo en las mujeres. Es terrible.
Pero no creo que la investigaciones para retardar el envejecimiento alimenten el miedo a la vejez; al contrario, creo que son un resultado de ese miedo.
Es un miedo que hemos tenido durante gran parte de nuestra historia porque no tenemos el suficiente conocimiento médico.
Hay mucho esfuerzo y mucho dinero en ciencia y tecnología que apunta a retrasar el envejecimiento, pero en tu libro dejas claro que hay otras maneras de mantenerse sano que están mucho más a nuestro alcance…
Comer bien, dormir bien y hacer ejercicio, actualmente, son más efectivos que cualquier medicina anti edad que haya en el mercado.
No cuestan nada ni tienen efectos secundarios, y tienen una sólida base biológica contra el envejecimiento.
Los humanos no evolucionamos para comer en abundancia, ni postres y esas cosas.
Nuestra especie comenzó siendo cazadora y recolectora. Comíamos de forma esporádica, ayunábamos de manera natural y teníamos la restricción calórica que mencionaba antes.
Pero ahora comemos incluso si no tenemos hambre y en Occidente vemos un enorme aumento de la obesidad.
Hablemos del ejercicio. Hoy vivimos una vida sedentaria en comparación con nuestros antepasados, que eran agricultores, cazadores, trabajadores manuales.
Y sobre el sueño, a menudo subestimamos la importancia de dormir, pero es extremadamente valioso para los mecanismos de reparación de nuestro cuerpo.
Poner en práctica estos viejos consejos nos ayuda a mantener la masa muscular, regular la función mitocondrial, la presión arterial, el estrés y disminuir el riesgo de demencia.
El problema es que no siempre es fácil seguirlos. La gente a veces prefiere simplemente tomar una pastilla y vivir sus vidas como quieren. Esa es la parte que tenemos que superar.
¿Te gusta esa frase popular que dice que no importa los años que vivas, sino la vida que le pongas a esos años?
Es una frase muy bonita y estoy de acuerdo con ella. De eso se trata, de tener un propósito, sacarle el máximo provecho a tu vida.
Hay mucha evidencia de que tener un propósito en la vida reduce el riesgo de infartos y deterioro cognitivo.
Pero también es cierto que instintivamente todos queremos vivir el mayor tiempo que podamos, y eso crea una paradoja, porque lo que queremos como individuos no es necesariamente bueno para la sociedad o para el planeta.
Y eso lo vemos en el uso de la energía, el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad… Estamos tomando decisiones individuales que resultan dañinas para la sociedad como un todo y revertir eso requiere un verdadero esfuerzo consciente.