Nacieron gracias a grandes empresas, pero no todas tuvieron buena suerte a la hora de prosperar. Muchas ciudades en el mundo fueron creadas gracias a industrias y algunas de ellas hasta tomaron el nombre de la compañía que las impulsó.
Varias siguen en pleno funcionamiento, otras sufren de abandono y algunas hasta se convirtieron en museo. En BBC Mundo seleccionamos cinco ciudades en América Latina que se crearon por empresas y averiguamos cómo están en la actualidad.
1. Ciudad Pemex, México
Ciudad Pemex fue creada en 1958 en torno a las instalaciones de la petrolera estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) en el estado de Tabasco. La idea inicial era construir una ciudad para los trabajadores de la planta.
«Llegó a tener un teatro, un auditorio y un hospital, aunque nunca superó los 5.000 habitantes», describe a BBC Mundo el periodista mexicano Carlos Marí. Pero si bien se construyeron todos los elementos centrales de una ciudad, con el paso de los años nunca creció.
«Fue un proyecto que daba paso a una ciudad totalmente dependiente de la petrolera, pero quedó con el título de ciudad nada más», describe Mario Alberto Mendoza, periodista del diario Tabasco Hoy. Según denuncian varios medios mexicanos, Ciudad Pemex no cuenta con servicios públicos eficientes, hay alta tasa de desempleo entre sus habitantes y no hay opciones de crecimiento.
«No existe municipalización que pueda rescatar la ciudad y la gente solo ve pasar los días porque no hay empleo», le dice Mendoza a BBC Mundo. El deterioro de la ciudad va acompañado del desplome en la producción de petróleo y gas en México.
En 2017, la petrolera Pemex registró la producción más baja en casi cuatro décadas, al producir 1.948.000 barriles por día, una caída de 9,6% en comparación a los 2.154.000 barriles por día de 2016, según datos oficiales de Pemex Exploración Producción (PEP).
«El declive de la ciudad comenzó hace unos tres años cuando empieza a desmantelarse el complejo procesador de gas Pemex y solo queda un receptor de gas de la producción regional», explica Mendoza. «Es una ciudad fantasma. No tiene desarrollo. La gente vive con la esperanza de poder ver que alguien rescate la ciudad», concluye.
2. Ciudad Cooperativa Cruz Azul, México
Todos la conocen como Ciudad Cooperativa Cruz Azul, pero oficialmente se llama Jasso. Está ubicada en el estado Hidalgo, en el centro de México, y su nacimiento en 1954 está directamente asociado a la empresa cementera Cruz Azul.
«Es una ciudad pequeña, un pueblo de unos 30.000 habitantes, donde viven los cooperativistas. La ciudad vive por la cementera pero no es el caso de la región ya que hay otras industrias», describe Jorge Ávila, periodista del diario Criterio de Hidalgo.
Si bien la cementera es un distintivo de la ciudad, también es la cuna de una pasión deportiva: »La Máquina». Se trata del equipo de fútbol Club Deportivo Social y Cultural Cruz Azul que juega en la primera división de México y que ha acumulado varios títulos en sus 90 años de historia.
«Es un equipo que tiene mucho presupuesto porque la cementera mantiene al fútbol», le dice Ávila a BBC Mundo. «La cementera siempre ha sido el ir y venir de la ciudad. Tiene un estadio pequeño donde se juega fútbol y hasta tenían un equipo de segunda división (Cruz Azul Hidalgo) que hace dos años la cooperativa vendió», añade.
Así que Ciudad Cooperativa Cruz Azul sigue viva con el paso de los años con la cementera como centro económico y el fútbol en el corazón de los locales.
3. Hershey, Cuba
Su nombre oficial es Camilo Cienfuegos, pero todos lo conocen como Hershey, como la marca de chocolates estadounidense.
El pueblo está ubicado en Cuba a mitad de camino entre La Habana y Matanzas, y nació gracias a una compañía azucarera. El estadounidense Milton Hershey, fundador de la fábrica de chocolate Hershey, llegó a Cuba en 1916 y puso en marcha uns central azucarera en el lugar.
Esa industria junto a la construcción de un ferrocarril eléctrico dio vida al lugar. «Es un pueblo típico que construyeron los americanos en Cuba, de pequeños chalets, con trazado de cuadriculas, pero que con el tiempo se ha deteriorado», cuenta el periodista cubano Yuris Nórido.
En 1946, Hershey vendió la fábrica y en 2002 cerró definitivamente. «Cuando cerraron, el pueblo entró como en una especie de crisis, de recesión. Allí no hay vida industrial ni económica. La gente vive de los servicios pero no hay un motor económico», le dice Nórido a BBC Mundo.
Pero el periodista destaca que Hershey, al estar relativamente cerca de la capital cubana, no corrió la misma suerte que el resto de los pueblos azucareros que se vieron paralizados económicamente.
«El atractivo del ferrocarril y la lógica urbanista de avanzada al estilo americano hacen del pueblo un lugar con encanto pese a la decadencia. Y como está cerca de La Habana, ellos viven del turismo, de la gente que quiere ver cómo era una central azucarera», describe Nórido.
4. Ciudad Guayana, Venezuela
Ciudad Guayana, en el área de Puerto Ordaz, en el noreste de Venezuela, fue creada en 1961 por la empresa minera Orinoco Mining Company y la Corporación Venezolana de Guayana. Con el paso de los años, la zona se fue transformando en un conglomerado de compañías para producir energía hidroeléctrica, acero, aluminio, y la explotación de varios recursos naturales.
«Fue un plan industrial y urbano. Tuvo su momento de crecimiento y llegó a albergar hasta a 1 millón de personas», afirma el periodista venezolano Damián Prat. Su producción no solo abastecía a gran parte del territorio venezolano sino que era una fuente de ingresos por exportaciones.
«Cuando se crea Siderúrgica del Orinoco (Sidor) en 1964 y con el boom petrolero (de 1975 y 2004), Guayana se expande de una forma extraordinaria», destaca José María Fernández, profesor retirado de la Universidad Nacional Experimental Politécnica (Unexpo) en Puerto Ordaz.
Pero al inicio de los 2000, la situación comenzó a empeorar en Ciudad Guayana y se agravó con la reciente crisis económica que atraviesa el país. «En los últimos años se ha vivido un declive terrible y una destrucción industrial. Sidor producía 43 millones de toneladas de acero líquido al año, hoy solo produce 340.000», le dice Prat a BBC Mundo.
Sin embargo, «la industria sigue funcionando y, en teoría, sigue siendo el sustento de la ciudad que depende de eso», asegura. «Al día de hoy la producción de Guayana es cero y la ciudad está prácticamente paralizada», reafirma Fernández.
Ambos viven en Ciudad Guayana y describen que este freno en la producción afectó directamente a la infraestructura de la ciudad y a sus habitantes. «Todo el crecimiento de la ciudad se paró y todo se ha venido a menos, incluso la electricidad y el agua, todo está en el suelo», asegura Prat.
«Y luego hay mucho profesional que se ha ido. La situación actual es desastrosa, estamos sobreviviendo en la ciudad», agrega Fernández.
5. Sewell, Chile
La ciudad Sewell, en el centro de Chile y a 2.000 metros de altitud, nació en 1905 gracias a la empresa estadounidense Branden Copper Company, que por ese entonces era dueña del yacimiento minero de cobre El Teniente.
Fue construida en una ladera al pie de la cordillera de los Andes y dadas las condiciones del suelo que no permite la circulación de vehículos con ruedas, la ciudad se edificó en torno a una gran escalera que funciona como una calle principal.
«Es un lugar muy bonito porque es una especie de pequeño pueblo con una plaza, una iglesia y se trata de recrear las comodidades de los ejecutivos estadounidenses», cuenta la periodista chilena Paula Molina.
Sewell fue diseñada para las comodidades los ejecutivos de la minera y los trabajadores, aunque había una gran diferencia de jerarquías. «Tenían una piscina climatizada y una cancha para jugar a bolos, pero también tenían salones en los que no podían entrar las personas chilenas», describe Molina sobre Sewell, que en su apogeo alcanzó a albergar a 15.000 personas.
En 1967, en el marco de la nacionalización del cobre, Chile adquirió la compañía y más tarde, en la década de 1970, la ciudad fue abandonada por la gran mayoría de los pobladores.
En 2006, la Unesco declaró a la ciudad minera Sewell como Patrimonio de la Humanidad porque «en su ambiente hostil es un ejemplo sobresaliente del fenómeno global de las ciudades creadas por compañías, establecidas en partes remotas del mundo a través de una fusión de mano de obra local con recursos de naciones ya industrializadas, para extraer y procesar cobre de alto valor», dice la dependencia de Naciones Unidas en su sitio web.
La ciudad además contribuyó a la expansión global de la tecnología minera a gran escala. «Sewell es como un gran museo: nadie vive allí, pero puedes visitarlo, conocerlo y hasta lo sientes un poco», describe Molina.