Por primera vez tras su paso por la cárcel en Reino Unido, el legendario tenista alemán Boris Becker habló públicamente.
Lo hizo en una entrevista televisiva en la que comentó el juicio contra él y relató entre lágrimas cómo en hasta dos ocasiones temió por su vida mientras estaba bajo custodia.
«Hubo dos momentos en los que temí por mi vida», declaró entre lágrimas la exestrella del tenis en una entrevista exclusiva con la cadena alemana Sat.1 emitida el pasado martes por la noche.
Uno fue en la prisión londinense de Wandsworth, donde Becker pasó las primeras semanas tras su condena. Allí un recluso intentó chantajearle.
«Quería conseguir mi dinero», explicó el extenista alemán de 55 años. Por suerte, sin embargo, conoció a tres presos que le «salvaron la vida» y le protegieron del hombre, que ya había cumplido 25 años entre rejas por asesinato múltiple.
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Otro momento complicado fue con un compañero de prisión que le amenazó durante su paso por la cárcel de Huntercombe, al oeste de la capital británica, donde Becker pasó la mayor parte de su condena de ocho meses. «Quiso matarme», señaló sobre el recluso.
«Estaba temblando mucho», describió Becker el momento, de nuevo sin poder aguantar las lágrimas. «Quería meterse en mis pantalones y me dijo verbalmente lo que quería hacerme. Eso fue ahora en octubre», detalló sobre el recluso que llevaba 16 años en prisión por haber matado a dos personas con 18 años.
Pero Becker explicó que estaba tan bien relacionado que muchos otros presos acudieron en su ayuda. Al día siguiente, el hombre se tiró al suelo delante de él y le pidió disculpas. Becker lo levantó y lo abrazó, detalló el exatleta.
«Un mundo diferente»
Sin embargo, al parecer, el que fuera ganador de seis torneos del Grand Slam, también tuvo experiencias agradables con sus compañeros de prisión.
Para su 55 cumpleaños, recibió tres pasteles de sus compañeros de prisión. Nunca había experimentado eso en libertad, comentó. «Tuvieron que aprovechar parte de su escaso dinero y regalármelo». Después comió los pasteles durante días junto con otras personas.
En su opinión, la cárcel es «un mundo diferente». «Es una cuestión de supervivencia«. Al principio, miraba mucho al suelo. Tenía miedo de otros presos. «Esta es la prisión que recibe a los criminales de Londres. Asesinos, pederastas», indicó sobre sus primeros días en prisión, a donde entró llevando ropa negra: «Quería parecer guay, ser un poco gángster». Pero solo podía llevar pantalones de jogging y no podían ser negros.
No había experimentado tal cohesión con otras personas, reconoció. «Cuando realmente se lucha juntos por la supervivencia, es algo que te une». Sin duda mantendría el contacto con algunos compañeros de prisión. «Nos necesitábamos los unos a los otros».
«Claro que era culpable»
Becker fue condenado en abril a dos años y medio de prisión después de ser declarado culpable de cuatro cargos en virtud de la Ley Concursal británica al no declarar correctamente parte de su patrimonio en su procedimiento de quiebra.
Tras menos de ocho meses, fue puesto en libertad el pasado jueves, después de 231 días entre rejas. Ahora se encuentra en Alemania, después de haber sido deportado por Reino Unido.
«Claro que era culpable», reconoció Becker por primera vez públicamente al ser preguntado por el entrevistador si era inocente recordando los 24 cargos que se le imputaban en el juicio en el que se declaró inocente.
«Si me hubieran declarado culpable de todos los cargos, no quiero decir ‘cadena perpetua’, pero claramente más de ocho meses. Era casi una cuestión de vida o muerte», indicó sobre su defensa en el juicio para el que se preparó viendo «muchas retransmisiones del juez», a quien no guarda rencor.
«Quizá debería haberme mostrado más arrepentido ante el tribunal. Pero podría haber acabado mucho peor». En cualquier caso, no se benefició de un plus de celebridad en el tribunal, subraya Becker: «El jurado ni siquiera sabía quién estaba sentado frente a ellos. La mitad tenían menos de 30 años».
Profesor en la cárcel
Durante la entrevista de más de hora y media, la leyenda alemana habló también de su estado de salud.
«Por supuesto que perdí mucho peso«, dijo. «Entré en prisión con 97 kilos y en un momento dado pesé algo menos de 90 kilos» y «sentí hambre por primera vez en mi vida, así que me fui a la cama con hambre».
Pero su cuerpo no se resintió de su estancia en prisión, afirmó, sino todo lo contrario. En la cárcel no bebió alcohol, no fumó y comió muy poco durante semanas o incluso meses. «Así que mi estancia en prisión fue sin duda buena para mi salud».
Además, Becker contó cómo consiguió su trabajo en prisión enseñando inglés y matemáticas. «El problema que tienes al principio es que no tienes trabajo». Más tarde, en algún momento, puedes trabajar en la cocina, limpiar la prisión, hacer varios cursos… «pero normalmente pasan semanas antes de que te hagan una oferta de trabajo».
Sin embargo, gracias a la ayuda de otros presos, recibió una oferta al cabo de solo diez días: «¿Podría enseñar inglés y matemáticas? En una cárcel inglesa preguntan a un alemán si puede enseñar inglés y matemáticas. Por supuesto, acepté encantado».
A partir de entonces, daba dos clases por la mañana y dos por la tarde, de 25 a 30 presos por clase. «Entonces mi vida se hizo un poco más fácil porque salí de la celda». Y el hombre de 55 años añadió: «Te vuelves loco en la celda. Pero gracias al trabajo, a los diez días mi vida se normalizó un poco en la cárcel».
Relación con su pareja
Durante su estancia, Becker informó de que a varios amigos destacados no se les permitió visitarle en prisión. Por ejemplo, la solicitud del entrenador alemán de fútbol Jürgen Klopp fue rechazada por las autoridades. «A Jürgen no se le permite visitarte porque es demasiado conocido. Tememos por su seguridad y no queremos que se le dé bombo», relató Becker la conversación.
Con quien sí pudo mantener contacto diario fue con su pareja Lilian de Carvalho Monteiro, de la que se despidió antes de entrar en la cárcel diciéndole que no tenía que esperarle. «Eres una mujer joven, te vales por ti misma en la vida». Sin embargo, Lilian le abrazó y le dijo: «No digas esas tonterías aquí, podemos hacerlo juntos».
En esos meses en prisión, nunca dudó de su relación con Lilian De Carvalho Monteiro. «Nunca tuve un momento en el que sintiera que algo iba a desmoronarse o que ella iba a perder la paciencia o el deseo o el amor», dijo Becker. «No sé cómo nos las arreglábamos, pero hablábamos por teléfono al menos una vez al día».
Gracias al amor de Lilian y a su decisión de permanecer juntos a pesar del encarcelamiento, dijo, él sobrevivió y ellos sobrevivieron como pareja.
Su compañera también le había visitado regularmente en la cárcel, pero después de las dos horas que pasaban juntos, despedirse siempre había sido muy difícil. «Lo malo es que luego quieres volver a casa, juntos, a un restaurante italiano y beber un vaso de vino blanco».
Ahora no sabe qué hará con su vida. «Todavía quiero tener unos buenos 25 años por delante. Espero que con mi gran amor Lilian. Ella es el gran amor de mi vida», indicó.
«Por primera vez puedo pensar en qué quiero hacer el resto de mi vida, dónde vivir, dónde quiero envejecer», indicó al mismo tiempo que reconoció que no sabé a dónde irá, pero no cree que sea Alemania, agregó feliz ante «la posibilidad de poder pensar en ello y poder volver a ganar dinero, comprar cosas…algo que durante mucho tiempo no fue posible».