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Ana Estrada y la eutanasia en Perú: «Aunque suene contradictorio, estuve y estoy luchando por mi vida»

por BBC News Mundo BBC News Mundo

La mamá de Ana Estrada le tocó la puerta a su hija la mañana del jueves pasado para decirle que viera las noticias. Estrada cogió su tableta y se enteró de que la Corte Superior de Justicia de Lima había fallado a favor de su demanda para que el Estado le reconozca el derecho a la muerte asistida y permita que le sea practicada la eutanasia.

Estrada, una psicóloga peruana de 44 años, padece polimiositis, una enfermedad rara y degenerativa que inflama y debilita los músculos.

En 2015, la polimiositis alcanzó sus músculos respiratorios y Estrada acabó con una traqueostomía y una gastrostomía (sondas en la tráquea y en el estómago para respirar y comer), renunció a ser autónoma y quedó bajo el cuidado de enfermeras las 24 horas al día.

A raíz del progresivo deterioro que sufriría, Estrada abrió el blog «Ana busca la muerte digna» en 2019, lanzó una petición en la plataforma Change.org para que las autoridades peruanas le permitieran acceder a la muerte asistida, y finalmente la Defensoría del Pueblo de Perú llevó su lucha al Poder Judicial a través de una acción de amparo.

La demanda carecía de precedentes en Perú. La eutanasia es ilegal en este país. El Código Penal peruano sanciona con hasta tres años de cárcel el «homicidio piadoso» de un paciente incurable.

Pero este jueves la Corte Superior de Justicia de Lima ordenó al Ministerio de Salud de Perú que respete la voluntad de Estrada de poner fin a su vida a través de la eutanasia y que no se aplique el Código Penal peruano en su caso, para que los profesionales que intervengan no puedan ser procesados.

Los ministerios de Justicia y de Salud tienen cinco días hábiles para apelar la decisión.

BBC Mundo conversó con Estrada en diciembre de 2019 y ahora volvió a hablar con ella a raíz de la sentencia.

¿Cómo recibiste la noticia?

No lo esperábamos para nada. Ha sido una sorpresa total. Mi corazón explotó de entre no creerlo y la alegría. Es el mayor logro de mi vida.

Yo sé que todavía falta ver si apelan las otras partes. Pero para mí ya es un logro.

Ya venían siendo un logro todas las etapas que he vivido en este camino y esta es la gran meta, así que estoy inundada de emociones, de felicidad y de mucho cariño.

Creo que el fallo no solo ha sido favorable, sino que es contundente. El mensaje es poderoso.

¿Cuál crees que es ese mensaje?

Ahora que ya tengo la sentencia favorable del juez, estoy viviendo lo que yo pensaba que iba a sentir.

Me están diciendo «tranquila, ya nadie va a ser culpable si es que en algún momento tú decides morir».

Me están diciendo «usted, Ana Estrada, tiene la libertad ahora en sus manos, las herramientas, para cuando usted decida que ya no puede seguir más, usted decida cuándo, dónde y cómo».

El solo hecho de saberlo, para mí es una libertad total. He reconquistado algo que había perdido, que era mi voluntad de decidir.

A pesar de estar en silla de ruedas tantos años, yo siempre había sido autónoma. Decidía sobre mi vida. Sentí que eso lo perdí (cuando entré a cuidados intensivos en 2015).

Yo sé que es difícil, que hay gente que no lo comprende. No pretendo convencer a nadie. Pero hay gente que sí lo comprende perfectamente.

Esta siempre ha sido una campaña por la libertad de elegir. No ha sido una campaña por la muerte.

¿Qué les dirías a los que piensan que ha sido tal o que quieres morir?

Me dicen que hay muchas personas que ahorita están luchando por su vida durante la pandemia, y que yo estoy pidiendo morir, y eso es completamente equivocado.

Aunque suene contradictorio, yo estuve y estoy luchando por mi vida, por mi vida digna, por mi vida en libertad.

Que yo pueda decidir hasta cuándo tolerar el sufrimiento. Teniendo esa carta de libertad, ya puedo vivir tranquila, aunque suene contradictorio. Yo no estoy luchando por mi muerte, yo no me quiero morir.

Mi mensaje siempre fue ese, que si yo había perdido mi vida cuando entré a cuidados intensivos, ahora he reconquistado esa autonomía que perdí.

¿Qué vas a hacer ahora que reconquistaste la autonomía, como tú lo describes?

Siempre he hecho las cosas de a pocos, sin adelantarme. Por ahora estoy solo disfrutando de este logro.

Estoy celebrando, porque no se trata solamente de mí, del derecho a la muerte digna, sino también creo que se trata de un paso para que se atiendan todos los derechos humanos que no han sido atendidos en el Perú.

Así que estoy disfrutando esta parte y estoy tratando de que el mensaje también llegue a las otras situaciones.

Ana Estrada está bajo el cuidado de enfermeras las 24 horas del día | Getty Images

¿Te ves en algún momento usando la libertad que te ha dado el Poder Judicial?

En el corto plazo no porque yo quiero que todo esté regularizado y eso no va a ser a corto plazo.

Porque esto no se trata solamente de mí. Se trata de todo un equipo que va a formar parte de la eutanasia.

Quiero que todo ese equipo, el médico, los abogados, mi familia, que todos estén tranquilos y seguros y confiados de que nada va a pasar.

El último momento de mi vida quiero que sea así. Quiero que el médico esté completamente tranquilo y seguro de que nada va a pasar.

(La muerte digna para mí sería) la muerte sin un sufrimiento intolerable, insoportable. No quiero que mis últimos momentos de vida sean una agonía.

¿Por eso dices que la sentencia te ayuda a vivir sin miedo?

Cuando salí del hospital, vivía con miedo de saber, de ser consciente de que mi enfermedad seguía avanzando, de que mi cuerpo se seguía deteriorando y de que en un momento yo ya no lo iba a soportar más. Cuando el juez dijo que se respetara mi libertad, ese miedo desapareció.

Yo sé que es difícil de explicar. Pero un periodista me recordó una cita de Nina Simone, de que «la libertad significa vivir sin miedo».

Para mí es eso, con la libertad que me han dado ahora me están diciendo «no tengas miedo, porque si tú lo deseas o en el momento que tú lo desees vas a evitar el sufrimiento».

Ana Estrada recibió el diagnóstico de polimiositis a los 12 años | Getty Images

¿Qué les dirías a los que se oponen a la sentencia o a los que creen que manda el mensaje de que solo vale la pena vivir estando sano?

Por supuesto que hay colectivos de personas con discapacidad que sienten que mi mensaje puede tergiversarse y que puede influir negativamente en sus derechos.

Que es como si yo estuviera diciendo «entonces las personas con discapacidad no tienen una vida digna y no deberían seguir luchando por su vida y que se mueran».

Eso es lo que están sintiendo ellos y yo lo comprendo. Pero más bien lo que quiero decir es que, durante muchos años, yo he sido una mujer con discapacidad.

Siempre fui una defensora de los derechos de las mujeres con discapacidad y lo voy a seguir siendo, y siempre estuve de acuerdo con las libertades individuales aunque no las necesitara.

Es decir, yo respetaba siempre, por ejemplo, la eutanasia, los derechos igualitarios, de todos, porque todos somos diferentes. Entonces no todos pensamos igual ni tenemos las mismas necesidades.

Hay personas que están en mi condición, o peor, pero no van a necesitar (la eutanasia).

La opción está para quienes lo necesiten. Son necesidades diferentes.

¿Vas a asumir alguna otra causa ahora?

Esta era mi batalla principal. Luego tengo otras motivaciones, como la escritura, la poesía. Tengo proyectos que tienen que ver más con la creación, así que todavía voy a estar aquí para cumplirlos.

Estoy en talleres de escritura, en los que he aprendido muchísimo, y tengo una colección de poemas y vamos a ver qué pasa. Estoy muy entusiasmada y quiero seguir en eso.

¿Cómo crees que tu caso va a impactar en otras personas?

El mío es un caso particular, pero espero que la inaplicación de la pena (de cárcel) para mi caso se convierta en una ley.

Eso sería extraordinario. Sería el mayor logro para el Perú, que se convierta en ley. No solo para mí, sino para todos.