Hay que afirmar que lo que sabemos de la anatomía humana ha crecido exponencialmente a lo largo de los siglos que lleva el ser humano observando y estudiando ese cuerpo que representa la expresión física de su existencia.
Desde Aristóteles y Galeno, en las antiguas Grecia y Roma, respectivamente, pasando por las disecciones de los cirujanos medievales, los detallados dibujos anatómicos de Leonardo Da Vinci, el invento de aparatos de auscultación como el estetoscopio, el microscopio y los rayos X, nos han dado una imagen muy completa de nuestros órganos y tejidos, así como de sus funciones.
En las últimas décadas, particularmente, el conocimiento ha avanzado a velocidades impensables gracias a las nuevas tecnologías como la ecografía y la imagen por resonancia magnética. Igualmente, se ha multiplicado la difusión de ese conocimiento a mucha de la población a través de nuevos métodos de divulgación y educación.
Sin embargo, el mapa humano no está completo. Son varios los órganos, células y partes nuevas que se han descubierto en años recientes y que nos hacen pensar ¿cuánto más hay por encontrar?
Aquí te presentamos cinco partes de nuestra anatomía que hasta hace poco no sabíamos que teníamos ni para qué servían.
Empezamos con dos que primero fueron declarados como nuevos órganos, aunque esa denominación inmediatamente generó debate entre la comunidad médica.
1. El intersticio
Es el «órgano» más nuevo en descubrirse. Una red de cavidades de colágeno y elastina rellenas de líquido, presente dentro y entre los tejidos de nuestro cuerpo.
Lo identificó un equipo de patólogos de la Escuela de Medicina de la Universidad NYU, de Estados Unidos, gracias a los avances tecnológicos de la endomicroscopia en vivo, que muestra en tiempo real la histología y estructura de los tejidos. Sus investigaciones se publicaron en marzo de 2018.
Es una «estructura» conectiva que se extiende por todo el cuerpo y podría tratarse de uno de los órganos más grandes.
Estos tejidos están debajo de la piel, recubren el tubo digestivo, los pulmones y el sistema urinario y rodean las arterias, venas y la fascia.
Los investigadores tienen varias teorías sobre su función. Creen que puede ser importante para explicar la metástasis del cáncer, el edema, la fibrosis y el funcionamiento mecánico de muchos o todos los tejidos y órganos de nuestro cuerpo.
Puede actuar como un amortiguador para evitar que los tejidos de nuestro cuerpo se rasguen con el funcionamiento diario, como también ser una especie de autopista para los fluidos en movimiento.
Algunos expertos no lo consideran un órgano, sin embargo, reconocen que eso no necesariamente le resta importancia a la estructura.
2. El mesenterio
Curiosamente, la primera mención del mesenterio la hizo Leonardo Da Vinci en el siglo XVI, pero permaneció casi ignorada por los médicos por 500 años.
En enero de 2018, un equipo de University Hospital Limerick, en Irlanda, declaró que era un órgano único y continuo al centro de nuestro sistema digestivo.
Se trata de un doble pliegue del peritoneo -como se llama al recubrimiento de la cavidad abdominal- que une el intestino con la pared del abdomen y permite que se mantenga en su lugar.
Los científicos aún no saben demasiado sobre sus funciones, más allá de proporcionar sostén y llevar irrigación a las vísceras. Pero es vital y tiene una estructura continua, necesaria para que un órgano sea considerado tal, expresó J. Calvin Coffey, líder de la investigación.
Sin embargo, la definición clásica de un órgano es que consista de más de un tejido, exista como una unidad discreta y cumpla una función específica. Por ahora, los críticos dicen que sólo cumple con dos de esos tres requisitos.
3. Vasos linfáticos del cerebro
Investigadores de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos prácticamente se «toparon» con unas misteriosas estructuras vasculares cuando hacían un estudio de la meninge, la membrana entre el cerebro y el cráneo que cubre el sistema nervioso central.
Allí encontraron muchas células inmunes en un lugar donde no deberían existir pues, hasta entonces, la idea que se tenía era que el cerebro no estaba conectado con el sistema inmune.
Tras investigar más a fondo, se dieron cuenta que algunas de esas células inmunes estaban dentro de estructuras vasculares que conectaban al cerebro con el sistema inmune.
Ese descubrimiento dio pie a un segundo estudio revelador. Esas células inmunes, que hasta entonces no se conocían, afectan las funciones de nuestro cerebro y la forma en que socializamos.
El descubrimiento, hecho en 2016, permitirá estudiar enfermedades cerebrales como el mal de Alzheimer desde el punto de vista del sistema inmune o el proceso de envejecimiento, entre muchas otras cosas.
4. El ligamento anterolateral
En 2013, dos cirujanos en Bélgica lograron identificar un ligamento de rodilla del que, hasta entonces, sólo se tenía sospecha.
La anatomía de la rodilla es muy compleja, rodeada por cuatro ligamentos principales, pero desde hace tiempo varios investigadores han estado explorando las estructuras menos definidas de la articulación.
El doctor Steven Claes y el profesor Johan Bellemans -de los hospitales universitarios de Lovaina, Bélgica- señalaron que este ligamento anterolateral (ahora conocido como LAL) podría tener un importante papel protector cuando giramos o cambiamos de dirección.
Anunciaron que lo habían mapeado con exactitud, como una banda que va desde el lado exterior del hueso del muslo hasta la tibia.
La presencia de esta banda ayuda a entender mejor una lesión común en el deporte que durante mucho tiempo ha desconcertado a doctores: la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA), según los cirujanos.
5. La capa Dua del ojo
También en 2013 se detectó un componente del ojo antes desconocido.
La ciencia creía que la córnea estaba compuesta de cinco capas pero, en lo más profundo de esa lámina transparente frente a nuestra pupila, yace una sexta capa de solo 0,001 milímetros de espesor.
Se le ha llamado Dua, en honor a su descubridor, el profesor Harminder Dua, de la Universidad de Nottingham, Inglaterra.
La manera como la detectó fue tomando córneas donadas para la investigación a las que cuidadosamente les inyectaron burbujas para ir separando con cuidado cada capa.
A través de un microscopio electrónico pudieron diferenciar una de otra.
Hay muchas enfermedades que afectan la parte posterior de la córnea y los médicos ya las están relacionando a la presencia, ausencia o rasgadura de esta capa, expresó el profesor Dua a la prensa británica.
El descubrimiento sirve para realizar operaciones oculares más sencillas.