La búsqueda de la felicidad es una cuestión que se plantean los filósofos de forma recurrente. Las tres escuelas de filosofía en la Grecia clásica daban respuestas alternativas.
El Estoicismo propugnaba despegarse de las cosas materiales y buscar el equilibrio en nuestro interior, el imperio de la razón sobre las necesidades físicas.
Por su parte, el Epicureísmo proponía explorar todo tipo de placeres, alcanzar el éxtasis mediante la experiencia sensorial e intelectual.
Finalmente, el Cinismo cuestionaba el sentido de la pregunta sobre la búsqueda de la felicidad, porque es imposible encontrar respuestas certeras a este tipo de interrogantes: es preferible vivir como se quiera y justificarlo como nos parezca.
Pienso que ninguna de esas tres alternativas satisface completamente las aspiraciones de la mayoría de la gente, que no son escépticos, ni quieren vivir como eremitas o en el exceso permanente.
Arthur Schopenhauer, el filósofo alemán al que se suele etiquetar como «pesimista», hizo sin embargo un intento de lo que él denominó como «eudemonología», o teoría sobre la felicidad, que le llevó a formular una serie de recomendaciones, especialmente útiles en el trabajo, pero también en la vida corriente.
Si pasamos al menos la mitad de nuestro tiempo dedicados a tareas profesionales, parece importante identificar qué pautas o recomendaciones nos pueden servir para aprender a disfrutar en ese contexto.
1. Entender la felicidad como un camino
La primera recomendación es entender la felicidad como camino, no como un destino, como el resultado del ejercicio permanente y no como un objetivo alcanzado.
Esta afirmación evoca el significado de la vida como viaje, presente en la literatura desde la Odisea. Las personas que pensamos que son felices no lo son por haber llegado a una situación y conformarse.
De hecho, para mantenerse en una situación determinada, conservar una relación personal o persistir en un estado de ánimo equilibrado hace falta seguir esforzándose.
Sucede como en la estrategia empresarial: la opción marginal de «seguir igual» implica invertir en mantener cuota de mercado, continuar mejorando la relación con los clientes, mejorar la imagen de marca, y no simplemente no hacer nada.
Esto es aplicable a la vida personal, como hemos aprendido sobre la importancia de la resiliencia durante la pandemia: una parada es un retroceso.
El principio también es aplicable al trabajo.
Para ser feliz en nuestra profesión es necesario continuar mejorando de forma permanente, formándonos para estar actualizados, proponernos nuevas metas.
Hay personas que piensan que se puede vivir de la buena reputación y los logros del pasado, lo cual es un error. Hay que seguir demostrando la competencia y la valía con el desempeño personal, fundamentalmente porque mejorará nuestra autoestima y nuestra felicidad.
2. Ser no es tener
No hay que confundir mejorar y progresar con acumular más cosas. Ser no es tener, como han explicado muchos filósofos.
Schopenhauer explica el sentimiento de vacío que sobreviene al logro de un bien material en el que se ponen todas las expectativas.
«La riqueza es como el agua del mar: cuanto más se beba, más sed se tendrá. Lo mismo vale para la fama», explica. Y yo añadiría que también es aplicable al poder y a los cargos en la empresa, si no se entienden con vocación de servicio.
3. Evitar los sentimientos extremos
Evitar los sentimientos extremos, especialmente la envidia, el odio y la ira.
Aunque a veces encontramos caricaturas de CEOs en biografías, películas e incluso materiales educativos, que retratan jefes insoportables, coléricos, que se arrebatan en episodios irrelevantes, los verdaderos líderes son los que enseñan y se convierten en referencia de comportamiento.
Los jefes irascibles solo consiguen que las personas de su entorno terminen yéndose de su empresa.
La envidia es un vicio especialmente dañino, porque genera amargura. Se trata de la tristeza por el bien ajeno, algo mezquino y que la gente suele rechazar.
Como afirmaba Séneca, filósofo de la Roma clásica, «nunca serás feliz si te atormenta que algún otro sea más feliz que tú». Desgraciadamente, parece que su alumno el emperador Nerón no aprendió la lección.
Por el contrario, mi experiencia es que la generosidad es la estrategia ganadora a largo plazo, y las personas que la cultivan reciben un reconocimiento recíproco.
Creo que una parte esencial de la dirección consiste precisamente en enseñar, que una buena manera de caracterizar al CEO es como profesor o coach. Esta dimensión proyecta una dimensión más trascendente al management, y también potencia la felicidad personal.
4. La felicidad está intrínsecamente relacionada con la salud
Como explica Schopenhauer, «nueve décimos de nuestra felicidad se basan únicamente en la salud».
Curiosamente, el filósofo alemán se anticipa a los avances de la neurociencia y a toda la corriente de bienestar («wellbeing») que se ha trasladado al entorno de las empresas.
Dado que la salud física tiene un carácter relativamente efímero, es fundamental la resiliencia y la búsqueda del equilibrio, entendido como un estado de conciencia que permite hacer frente al dolor.
Pero en todo caso, como decía el adagio latino, mens sana in corpore sano, si se cuida la salud corporal se estará construyendo una mejor salud mental.
5. Ejercitarse en la alegría
El último consejo que selecciono es la importancia de ejercitarse en la alegría de forma sistemática. La alegría es un estado de ánimo que se puede cultivar, y cuanto más se práctica más se consigue.
Como explicaba Sigmund Freud, el humor desanuda la represión, genera proximidad y contribuye a un mejor ambiente.
Por eso es recomendable el uso del humor en reuniones de trabajo, quizás no al principio, para no banalizar el intercambio de ideas, pero si en algunos momentos, para romper el hielo o destensar una discusión.
De nuevo, si pasamos tanto tiempo en el trabajo, parece deseable poder divertirse de vez en cuando.
Una de las actuaciones más memorables de Rita Hayworth en el cine es la canción Zip (Cremallera) en la película Pal Joey, donde encarna a una honorable filántropa apremiada a interpretar, en una subasta benéfica, uno de sus célebres números de cuando era vedette.
Una de las frases de la divertida canción dice:
«Zip; Anoche estuve leyendo a Schopenhauer
Zip; Y creo que Schopenhauer tenía razón».
Estoy de acuerdo con ella.