¿Cómo responderá Irán al controvertido asesinato de su principal científico nuclear ocurrido el viernes pasado?
Mohsen Fakhrizadeh murió en un misterioso ataque en una carretera en las afueras de la capital, Teherán, y este lunes se celebró un funeral de Estado en el que se le rindieron todos los honores militares.
Ningún país o grupo ha asumido la responsabilidad del ataque, pero los líderes de Irán culpan a Israel y han prometido venganza.
¿Cuáles son las opciones de respuesta de la República Islámica y cuáles son las limitaciones que enfrenta? Las analizamos.
Opción 1: acelerar el programa nuclear
Irán ya ha dado una primera respuesta.
En las 72 horas siguientes al ataque, su Parlamento aprobó una «aceleración» de su programa nuclear civil, aumentando el nivel de enriquecimiento de uranio en contravención del acuerdo nuclear, conocido como Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abandonó en 2018.
Fakhrizadeh no solo era un destacado científico nuclear, sino que tenía un papel destacado dentro del sistema de defensa de Irán, como lo demuestra la gran cantidad de altos mandos militares presentes en su funeral.
Acelerar el programa nuclear es una forma de desafiar al mundo, de demostrar que las actividades nucleares de Irán pueden sobrevivir a este asesinato.
Aunque cualquier incremento en el enriquecimiento de uranio genera sospechas de que Teherán podría estar trabajando para construir una bomba nuclear, esta medida es, hasta cierto punto, reversible.
Opción 2: usar agentes aliados
Irán tiene una serie de milicias aliadas a las que financia, entrena y arma en Medio Oriente: en Líbano, Irak, Siria y Yemen.
Cuando una batería de drones y misiles de crucero golpeó la infraestructura de procesamiento de petróleo de Arabia Saudita en septiembre de 2019, Irán dijo que fueron disparados por los rebeldes hutíes de Yemen, a pesar de que provenían del norte.
La inteligencia occidental concluyó que se trataba de un ataque iraní, lanzado como una advertencia a Riad sobre cuánto daño le podría causar a la economía saudita.
Irán dispone de una serie de alternativas que podría activar en este ámbito: podría instruir a Hezbolá en el Líbano o a Hamas en Gaza para que disparen cohetes contra Israel; podría hacer que las milicias chiítas en Irak ataquen la menguante presencia estadounidense allí; o podría conseguir que los hutíes de Yemen aumenten sus ataques contra Arabia Saudita.
Sin embargo, todas estas opciones implican el riesgo de un contraataque.
Opción 3: responder con otro asesinato
Probablemente para Irán esta sería la elección más arriesgada de todas: intentar asesinar a una figura israelí de alto rango con una posición similar a la del fallecido Mohsen Fakhrizadeh.
Irán ha demostrado que es capaz de atacar mucho más allá de las fronteras de Oriente Medio.
Después de una serie de asesinatos misteriosos de cuatro científicos nucleares iraníes ocurridos entre 2010 y 2012 -que se cree que fueron llevados a cabo por la agencia de inteligencia Mossad de Israel-, se responsabilizó a Hezbolá, el aliado de Irán en Líbano, por un ataque suicida con bomba contra un autobús lleno de turistas israelíes ejecutado en Bulgaria en 2012.
Años antes, Hezbolá e Irán fueron acusados de realizar ataques mortales contra los intereses israelíes en Argentina.
Más recientemente, han surgido sospechas sobre actuaciones de agentes iraníes en contra de disidentes de esa nacionalidad en territorio europeo.
La Fuerza Quds, el cuerpo élite de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, tiene equipos especialmente entrenados para realizar operaciones encubiertas, incluyendo asesinatos.
Pero el hecho de que el cordón protector de Fakhrizadeh fallara de forma tan notoria, al punto que sus asesinos conocían su ruta y la hora de salida exacta, habrá sido un recordatorio incómodo para Irán sobre las debilidades en el seno de su propia seguridad.
Irán también sabe que si golpea a Israel directamente es probable que sufra un ataque sumamente dañino en respuesta.
Israel ya no es un estado solitario y aislado rodeado de enemigos árabes. Hoy disfruta de una cooperación cada vez más estrecha con los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, así como de lazos cálidos, aunque todavía encubiertos, con Arabia Saudita.
Así que los militares de Irán responsables de planificar cualquier acción pensarán cuidadosamente cómo calibrar una respuesta que restaure algo de orgullo nacional pero sin desencadenar una guerra a gran escala o un ataque aéreo devastador contra su infraestructura militar.
Opción 4: no hacer nada
Por improbable que parezca, esta posibilidad también estará bajo consideración, al menos por ahora.
Aunque el embajador de Irán en Londres siempre ha dicho que los resultados de las elecciones presidenciales de EE UU no marcan ninguna diferencia para su gobierno, el hecho es que es mucho más probable que un gobierno de Biden quiera buscar un acercamiento con Teherán.
Ahora habrá voces moderadas, especialmente en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en el mundo empresarial, pidiendo contención o, al menos, una respuesta tardía para que cualquier trato futuro con la nueva administración en la Casa Blanca tenga alguna posibilidad de éxito.
El presidente electo Joe Biden ya ha dicho que quiere que Estados Unidos vuelva al acuerdo nuclear que abandonó Trump.
Para Irán, eso podría significar el levantamiento de las sanciones y la entrada de miles de millones de dólares.
«La principal limitación es que si Irán ataca, corre el riesgo de no poder llegar a un acuerdo con el gobierno entrante de Biden», señala Emile Hokayem, experto sobre Medio Oriente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.
Irán también tiene previstas unas elecciones para junio de 2021, en las que los partidarios de la línea dura esperan que les vaya bien. A pesar de la estridente retórica, habrá cierta cautela sobre el inicio de un proceso que podría descarrilar sus posibilidades en las urnas.