La Estación Espacial Internacional (EEI) es la nave espacial más grande que ha construido la humanidad: mide unos 109 metros de largo (casi como una cancha de fútbol) y pesa alrededor de 453 toneladas.
A la vez, es el laboratorio a más altura creado por el hombre, ya que orbita la Tierra a cerca de 400 kilómetros de su superficie.
Sus primeras piezas salieron al espacio en 1998 y este 2 de noviembre la EEI suma un hito más a su existencia: se cumplen 20 años desde que recibió a sus primeros huéspedes y desde que empezó a estar habitada de manera continua.
Desde que los astronautas Bill Shepherd (estadounidense), Yuri Gidzenko y Sergei Krikalev (rusos) se hospedaron ahí en noviembre de 2000, la EEI siempre ha estado ocupada, por 241 personas (en total, en distintos momentos) de 19 países.
«La humanidad ha logrado estar fuera del planeta por 20 años», le dice a BBC Mundo Carlos Fontanot, administrador de imágenes de la EEI en el Centro Espacial Johnson de la NASA.
Pero ¿para qué ha servido esa hazaña y qué ha logrado la EEI todo este tiempo?
Aquí te contamos algunos de los logros más importantes de la EEI y también por qué algunos científicos la critican.
1. Reunir a la comunidad internacional
La construcción de la EEI requirió la colaboración de 15 países y hoy las principales agencias a cargo son la NASA (EE UU), la Agencia Espacial Europea (ESA), Roscosmos (Rusia), Jaxa (Japón) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA).
Además, 108 países han realizado más de 2.700 investigaciones en la EEI, de acuerdo a la NASA.
«Lo mejor que la EEI ha hecho es unir a la comunidad internacional, a agencias espaciales internacionales, para cooperar en el espacio, lo que se había hecho en grado limitado antes de la EEI», le dice Laura Forzcyk, directora de la consultora espacial Astralytical, a BBC Mundo.
Fontanot coincide con Forzcyk en que uno de los mayores logros ha sido la participación de países que muchas veces se han encontrado en bandos opuestos, como EE UU y Rusia.
«Los países y los participantes de la EEI son hermanos, son humanos. Están orbitando la Tierra y dándose cuenta de que es un solo planeta», dice Fontanot a BBC Mundo.
Pero la EEI no solo ha funcionado como un elemento unificador de países, sino que también ha alcanzado importantes logros científicos.
2. Conocimiento del cuerpo humano en la microgravedad
La EEI es el único laboratorio con condiciones permanentes de microgravedad con el que cuenta la humanidad, destaca la NASA.
Esta característica, explica Forzcyk, ha permitido «entender cómo la biología, fisiología, psicología humana operan a largo plazo» en ausencia de gravedad.
Nuestros músculos y huesos están diseñados para sostener al cuerpo frente a la fuerza de gravedad de la Tierra. Pero en el espacio —y en la EEI— estos órganos tienen hacer mucho menos esfuerzo, por lo que pueden atrofiarse o perder masa.
Los estudios en los astronautas a bordo de la EEI han ayudado a entender la pérdida ósea y muscular, pero no solo a causa de la microgravedad del espacio, sino también en la Tierra, por razones como «la edad, estilo de vida, y algunas enfermedades», dice la NASA.
Asimismo, los científicos han estudiado las medidas para contrarrestar estas pérdidas por medio de ejercicios, alimentación y de fármacos incluso, tanto en el espacio como en la Tierra.
Estos avances beneficiarían «a las personas que sufren enfermedades musculares u otros males como la osteoporosis», agrega Fontanot.
Estas investigaciones sirven para prepararse para futuros viajes a la Luna y a Marte, entornos de microgravedad en los que los astronautas pasarían mucho más tiempo que en la EEI.
«Estos son los próximos pasos después de la EEI».
3. Estudio de otras enfermedades
Las condiciones de microgravedad también han permitido estudiar enfermedades como el alzheimer, el parkinson y el asma, el cáncer y hasta males cardíacos en los laboratorios de la EEI, detalla la NASA.
En la Tierra, la gravedad puede afectar la alineación de las moléculas, explica la agencia espacial.
En cambio, en la EEI, «al no haber gravedad, el ambiente es muy estable», dice Fontanot.
Estas circunstancias permiten estudiar y comprender mejor la estructura, las propiedades y comportamientos de las proteínas que causan enfermedades neurodegenerativas o la Distrofia Muscular de Duchenne (DMD) y de las células involucradas en la aparición del cáncer, explica la NASA.
La microgravedad también «permite desarrollar químicos, fármacos más puros, y estudiar tratamientos para el cáncer, para enfermedades de los músculos y otras cosas», agrega el administrador de imágenes de la EEI.
4. Observación de la Tierra
La EEI da vueltas a la Tierra 16 veces al día, a unos 28.000 km/h, y mientras la orbita, va tomándole fotos desde una perspectiva única.
La EEI «rastrea todos los continentes, en una órbita ideal para estudiar nuestro planeta, la agricultura, el clima, disturbios meteorológicos como los huracanes y las inundaciones que producen, los cambios geográficos, la vida marina y terrestre, etc.», cuenta Fontanot.
«Desde hace 20 años, tenemos millones de fotografías de diferentes áreas del mundo, lo que permite comparar cómo se veían antes y cómo se ven ahora», añade y dice también que las imágenes ayudan a entender el cambio climático.
«También hay imágenes de los glaciares, que han disminuido, de los incendios forestales. En la Amazonía pueden verse los cambios causados por la deforestación. Desde el espacio se observa claramente lo que está sucediendo, cómo se ha transformado la Tierra».
5. Reciclaje del agua
En la EEI no se desperdicia prácticamente nada.
«La tecnología de reciclaje de agua se ha afinado en la EEI. El sudor, la orina misma se reciclan y se convierten en agua potable», explica Fontanot.
El Sistema de Recuperación de Agua de la EEI permite reusar el 93% del agua de la nave, según la NASA.
Esta tecnología será mucho más útil cuando los astronautas puedan emprender misiones espaciales más lejanas y más largas, como a la Luna o a Marte.
Este sistema de reciclaje de agua se aplica también en la Tierra y ha permitido llevar agua a países como Irak y muchos otros lugares en los que no hay agua limpia para tomar, asegura Fontanot.
6. Impulsar la economía de la «órbita baja» de la Tierra
La EEI también ha propiciado avances comerciales en el sector espacial.Es así que las agencias espaciales gubernamentales ya no son las únicas que envían provisiones, equipos científicos o astronautas a la EEI.
En 2008, la NASA firmó contratos —que acabaron costando US$5.900.000— con la compañía SpaceX, de Elon Musk, con la actual Northrop Grumman (antes Orbital ATK), para que llevaran carga a la EEI.
En octubre de 2012 (menos de 2 años después del final del programa del Trasbordador Espacial de la NASA), SpaceX llevó la primera carga, y meses después le siguió Northrop Grumman.
SpaceX ya lleva 21 viajes a la EEI. En 2021, la compañía estadounidense Sierra Nevada también empezará a llevar carga a la nave.
En mayo pasado, Space X logró llevar a dos astronautas a la Estación, a bordo de la cápsula Crew Dragon, como parte de un contrato inicial de US$2.600.000 millones con la NASA.
Ambos astronautas fueron la primera tripulación que viajó a bordo de un vehículo comercial hasta la plataforma.
«Muy pronto será Boeing el que lleve astronautas en un vehículo nuevo», dice Fontanot. Esta compañía tiene un contrato de US$4.200.000 para llevar tripulación a la EEI.
La NASA dijo en mayo, según medios estadounidenses, que estos programas comerciales de tripulación podrían ahorrarle entre US$20.000.000.000 y US$30.000.000.000 a la agencia espacial.
«Mantener una estación espacial cuesta mucho dinero, entonces para usar ese dinero para ir a la Luna, o a Marte, la NASA le da la oportunidad a empresas comerciales de hacerse cargo de la EEI, empezando por transportar los suplementos que necesita. Esto ha creado una industria nueva del espacio», explica el administrador de imágenes de la EEI.
«La comercialización de la órbita terrestre baja libera recursos que la NASA necesita para continuar su exploración del espacio y abre un nuevo mercado», agrega la NASA.
La comercialización apunta también a que la EEI quede a cargo de empresas privadas después de 2024, año en que se acaba el presupuesto que hasta el momento le ha asignado el Congreso de EE UU.
La NASA proyecta que la nave funcione hasta 2030, y que después caiga al océano Pacífico.
Críticas
Pese a todos estos logros, algunos científicos dudan de que la inversión en la EEI haya valido la pena.
Hasta 2014, EE UU había invertido un total de alrededor US$75.000 millones en la EEI, según un informe de la NASA de ese año. El documento señala que la agencia seguiría invirtiendo entre US$3.000 millones y US$4.000 millones cada año, por lo que hasta 2020, el costo bordearía los US$100.000 millones.
«No creo que [la EEI] haya ofrecido un buen valor por la suma de 12 cifras que cuesta en total», dijo Sir Martin Rees, astrónomo real de Reino Unido y profesor emérito de Astronomía de la Universidad de Cambridge, a BBC Mundo.
«Los rendimientos científicos han sido escasos. Hemos aprendido un poco sobre cómo reacciona el cuerpo al pasar largos períodos en el espacio, y hemos desarrollado algunos cristales [de proteínas] en gravedad cero, pero eso no es de ninguna manera proporcional a las decenas de miles de millones de dólares que se han gastado en la EEI», dijo también Rees al diario británico The Guardian en octubre.
Rees menciona el estudio del cuerpo en la microgravedad y se duda de si «las potencialidades del espacio incluirán un papel para el ser humano».
Como mencionamos anteriormente, la NASA espera enviar misiones tripuladas a la Luna y a Marte como paso siguiente a la EEI.
«El caso práctico se debilita con cada avance en la robótica y la miniaturización (…). No obstante, hay planes, de Estados Unidos, Rusia y China, de regresar a la Luna, construir una «base» allí , pero ¿habrá suficiente motivación y voluntad política [de llevar humanos], dado lo que pueden hacer los robots?».
«Las personas que se aventuran al espacio son frágiles (…) En cambio, las naves espaciales automatizadas solo requieren una fuente de energía, cuestan mucho menos que los humanos, sabemos cómo mejorarlas cada año; y si fallan, solo perdemos dólares y resultados científicos», escribió Rees junto a Donald Goldsmith, astrónomo de la Universidad de California, Berkeley, en un artículo publicado en marzo en Scientifc American y enviado a BBC Mundo.
El físico y premio Nobel Steve Weinberg, de la Universidad de Texas en Austin, dijo también a The Guardian que la EEI «hubiera podido ponerse en órbita por un monto mucho más bajo con una misión no tripulada», ya que los astronautas «no habían jugado ningún rol» en algunos avances científicos.
Pero según Fontanot, «el costo de mantener la EEI es relativo» y es un presupuesto mínimo comparado con el presupuesto de EE UU.
«Tenemos la esperanza de que a bordo de la EEI vamos a ayudar a crear un medicamento que cure el cáncer. ¿Se le puede poner precio a eso? ¿Llevar agua potable a zonas remotas de la Tierra tiene precio? El costo de la EEI comparado con los beneficios que lleva al ser humano es probablemente mínimo», agregó.
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