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Ni las clientelas chavistas pueden ser indiferentes ante la debacle económica 

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En medio del show anticorrupción que montó el régimen chavista, de los discursos sobre las primarias de la falsa oposición y de las actividades de la Semana Mayor, no podemos olvidar a las víctimas del mal llamado socialismo del siglo XXI: los empleados públicos, maestros, profesores universitarios, pensionados y jubilados.

Hoy se agregan dos razones más para no olvidar a los que están padeciendo la tragedia chavista: la primera, la devaluación del bolívar frente al dólar estadounidense en 28% durante el primer trimestre de este año 2023, lo cual afecta directamente a los trabajadores, cuyo sueldo mínimo se ubica en 130 bolívares mensuales. La nueva caída del bolívar frente al dólar en este trimestre hizo que el salario pasara de 7 dólares a un poco más de 5 dólares mensuales.

¿Qué hace el chavismo frente a esto? Pensando en calmar las protestas, el régimen asignó a los empleados públicos un bono social equivalente a 30 dólares mensuales, mientras que los militares reciben lo equivalente a 200 dólares como bono social.

Es indignante, por supuesto. Pero ni siquiera el bono de los militares alcanza para comprar la canasta básica; pues, según el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), la Canasta Alimentaria, con 80 productos, se ubicó en el mes de febrero de este año en 388 dólares.

Estas cifras demuestran el desmantelamiento irreversible de la economía venezolana. En otras palabras, los salarios de hambre que el régimen paga en bolívares megadevaluados no alcanzan para comprar 1 kilo de carne, pues mientras los trabajadores ganan 5 dólares mensuales, 1 kilo de carne cuesta 10 dólares.

Ahora, en Venezuela, donde casi todo se paga en dólares, incluida la gasolina (40 litros cuestan 20 dólares), ¿cómo hace un trabajador para ir a trabajar, si ni siquiera puede pagar el costo del transporte para asistir al lugar donde labora? O, mejor ¿cómo hace un trabajador para vivir?

Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro en un flamante ejercicio de narcisismo político se entretiene mirándose el ombligo.  Pese a las solicitudes hechas por los maestros, por los pensionados, por los jubilados; a pesar de las continuas protestas y de la inflación desenfrenada que hay en Venezuela, el régimen ha ignorado todas las peticiones de mejoras salariales, y ha dejado al sector público sumido en el hambre y la miseria.

Es un insulto a los trabajadores y obreros decir que este es un gobierno del pueblo y que tiene un presidente obrero. ¿Cuántas familias se podrían alimentar con lo que Venezuela le pagó a Salt Bae para prepararle 2 kilos de los mejores cortes de carne en Turquía?

Esta dramática crisis económica que hoy azota a Venezuela no pide carnet de partido, y le pasa factura por igual a chavistas y no chavistas. Probablemente esto es lo que hizo que Padrino López asegurara que Nicolás Maduro está “pariendo” para pagar los salarios a los maestros venezolanos. Sabe que las clientelas chavistas también están molestas porque están pasando hambre.

Todo esto contrasta con la vida de lujos de la que hacen alarde los grandes acólitos del régimen. ¿Qué sentirán los trabajadores chavistas al ver a sus dirigentes disfrutando de las comodidades y los lujos producto de la corrupción en Pdvsa, mientras ellos no pueden comprar siquiera 1 kilo de carne con su salario?

Seguramente, vendrán más protestas en la calle. La situación económica en Venezuela es tan dramática que es imposible que los empleados públicos, chavistas o no, sean indiferentes frente a la debacle y el hambre. Y es que hay un refrán de infinita sabiduría popular que siempre nos recuerda “no hay peor cuña que la del mismo palo”.

@humbertotweets

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