Abril inicia con la noticia de que Rusia presidirá durante este mes el Consejo de Seguridad de la ONU. Este hecho rutinario, puesto que la rotación mensual de la Presidencia entre sus 15 miembros (permanentes y no) existe desde la fundación de la Organización, no hubiera sido de interés mediático si no es porque el presidente Zelenski, Josep Borrell y diversas organizaciones no gubernamentales manifestaron su indignación, completamente legítima, de ver a Rusia allí. La legalidad de la Carta de la ONU confiere esa prerrogativa a un Estado violador flagrante de los principios de la Organización para que presida temporalmente el órgano que precisamente tiene la exclusividad en el sistema internacional del uso de la fuerza para el mantenimiento de la paz y seguridad. La cúpula del poder encargada de este asunto de esencial importancia para el mundo está en manos del principal violador de sus competencias.
En la misma fecha de la asunción de Rusia al Consejo, paradójicamente coincidiendo con la celebración del Día de los Inocentes en varios países, hubo manifestaciones acerca del papel que tendría la diplomacia de Putin. El representante de Estados Unidos declaró que esperaba un desempeño profesional en la Presidencia, previendo entre otros asuntos el abuso por las amplias facultades que le concede el Consejo a la Presidencia de acuerdo con el reglamento, la propaganda en favor del régimen ruso y la manipulación para eludir en los debates el asunto más grave e importante en los actuales momentos, como es la invasión de Rusia a Ucrania. Todo ello fue negado por el representante ruso a la vez que anunciaba como temas de su agenda el conflicto Israel-Palestina, el respeto a la Carta de la ONU (¿?) y los convenios sobre armas convencionales. Igualmente, la presencia del ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, en dos sesiones en Nueva York.
Ahora bien, ¿qué consideraciones pudiésemos tener sobre esta situación? En primer lugar dudar absolutamente de la neutralidad y profesionalidad del Embajador ruso presidiendo esa instancia puesto que representa a un régimen acusado de una invasión violatoria del derecho internacional determinada por la Corte Internacional de Justicia, violador flagrante ,como lo mencione anteriormente, de todos los principios de la Carta de la ONU y múltiples obligaciones internacionales, entre ellas las que regulan la guerra (Convenciones de Ginebra) y derechos humanos, lo cual motivó su suspensión del respectivo Consejo y para colmo con un presidente que tiene una orden de detención por parte de la Corte Penal Internacional.
En segundo lugar, la propuesta de la agenda confirma lo anterior porque el tema de los tratados sobre armas convencionales seguramente estará dirigido al Tratado de 2012 sobre comercio de dichas armas y su desvío, con el objetivo de acusar a Occidente de la violación de las normas que contiene, todo ello a fin de intentar, sin éxito, impedir la asistencia que desde hace más de un año le es proporcionada a Ucrania en armas mayoritariamente defensivas y sin las cuales en estos momentos la integridad territorial y la soberanía de ese país estaría mucho más comprometida.
En tercer lugar, su actuación se constituye en una reafirmación de su plena, legal y legítima pertenencia tanto al Consejo como a la Organización. La invasión a Ucrania ha puesto sobre el tapete la posibilidad de su posible expulsión, alentadas quizás por la ocurrida en el Consejo de Derechos Humanos, como mencioné anteriormente, y en el Consejo Ejecutivo de la Organización de Aviación Civil Internacional. Invocar el Artículo Sexto de la Carta para tal propósito es necio de por sí, pues supone la autorización de la propia Rusia para su expulsión. El artículo 26 de la misma no menciona a Rusia como miembro del Consejo de Seguridad sino a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, lo cual pudiera abrir la posibilidad de su cuestionamiento desde el punto de vista jurídico porque la sucesión de Rusia no fue producto de una aprobación formal ni del secretario general, ni de la Asamblea ni del Consejo sino de un entendimiento tácito en 1991, producto del escenario posterior a la desintegración de la URSS y la creación de Rusia y la Comunidad de Estados Independientes. El embajador ruso ocupó el asiento y se cambió el cartón con el nombre. Fait Acompli.. Varios representantes en la organización han advertido que la solicitud realizada por el presidente de Ucrania en ese sentido es prácticamente inviable, aunque la misma tiene un eco mediático importante dentro de la sociedad civil.
Por otra parte, ¿qué podemos esperar de la actuación del resto de los integrantes del Consejo? Desde ya se especula sobre posibles ausencias de la sala durante el periodo, disminución del nivel de la representación y otras acciones que demuestren rechazo a la presidencia. Lo mas probable es que se mantenga la formalidad usual en ese recinto con llamados de atención al abuso del representante o del propio Canciller ruso tanto en los debates como en las declaraciones que son potestad de la presidencia. En mayo vuelta a la normalidad.
Todo lo anterior será objeto de la mayor expectativa y atención para el mundillo onusiano, mas no así para la comunidad internacional. El Consejo de Seguridad ya no es ni de lejos el epicentro de la paz y seguridad internacionales La gobernanza global tanto política como económica, ya no gravita exclusivamente alrededor de la ONU ni de Bretton Woods. Fenómenos como la fragmentación, la desglobalización, y el retroceso de la democracia, ,evidenciados por el ascenso de China y la invasión de Rusia a Ucrania suponen un paulatino cambio de paradigma en las relaciones internacionales. Observamos como la visita de Sholtz y Sánchez a China es seguida de manera inmediata por Macron y Von der Leyden evidenciando que se considera a Xi Ping como el único capaz de influenciar, si fuese posible, en la insania de Putin para lograr un acuerdo de paz que satisfaga los intereses legítimos de las partes en conflicto. En cuanto a la actual crisis bancari, los desajustes financieros y el resultado de las sanciones a Rusia, los países del BRIC’S ya están diseñando su propia nueva arquitectura en la materia, banco global incluido.
Finalmente, observaremos la actuación de Brasil como miembro no permanente del Consejo de Seguridad, y si de alguna manera se puede decir que representa a América Latina, cuya relevancia dentro de la comunidad internacional ha devenido a marginal de manera acelerada en este siglo a pesar de los esfuerzos de los Estados Unidos y Europa de animarlos a ser parte del desarrollo que les permita integrarse a la cuarta revolución industrial. Emblemáticos en sus empeños y éxitos en involucionar se encuentran Cuba, Nicaragua y Venezuela. Lamentablemente.
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