Un buen número de lectores, a los que agradezco de antemano sus siempre acertadas apreciaciones, me señalaron ayer que lo que representa Yolanda Díaz no es otra cosa que el comunismo de toda la vida. Y tienen razón. Sumar no deja de ser la octava ocasión en que el comunismo quiere revestirse de otros ropajes. En realidad, asistimos a un enmascaramiento del nombre, porque ya se sabe que ahora mismo la marca comunista no vende. Es más, el Parlamento Europeo condenó la ideología comunista y la puso al mismo nivel que la nazi. Sin embargo, España es el único país de toda la UE que está bajo la bota de un gobierno socialcomunista, donde su presidente se está radicalizando cada día más, hasta el punto de reducir todo su argumentario ideológico al ataque a los «poderosos».
Yolanda Díaz es comunista. Lo fue siempre. Perteneció al PCE, después reconvertido en Izquierda Unida, que bajo la dirección de Julio Anguita vivió su mejor momento, después se le llamó Podemos y luego Mareas. Ahora a esa misma ideología la denominan Sumar. Son los primos hermanos de los que arrasaron con las libertades y la riqueza en Cuba, Venezuela, Bolivia… Los mismos que caminan con paso decidido hacia la ruina de España y de nuestras economías familiares, ya que en su hoja de ruta nos necesitan pobres y dependientes. Es el viejo comunismo de siempre, la extrema izquierda que tantos tormentos ha practicado en este suelo patrio que nos duele.
La batalla del lenguaje es fundamental en el debate político. Conviene ser muy preciso en ello. La extrema izquierda tiende a llamar fascista a cualquiera que discrepe con sus postulados. Lo cierto es que el fascismo, tal y como lo concibió y practicó Mussolini, nada tiene que ver con el hecho de que un demócrata tenga otras ideas. Si en España hubiese tantos fascistas como dicen los comunistas, esto sería terrible. También es cierto que no hay muchos comunistas. Exactamente se cuentan los suficientes como para que haya una vicepresidenta en el gobierno que, entre otras cosas, falsea los datos del paro al más puro estilo propagandístico soviético. Así que no lo dicen; pero, pongan el nombre que pongan, son comunistas. Hablemos con propiedad.
Artículo publicado en el diario El Debate de España
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