En una polémica entrevista concedida a la revista Semana, la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, sostuvo que en Cuba no existía una dictadura, mientras que en Colombia sí la hubo. Respaldaba sus afirmaciones en el hecho de que la democracia no era solo una cuestión electoral, y se debían introducir otras cuestiones esenciales, como la inequidad, la desigualdad y las transformaciones sociales. No solo eso, si Cuba no había podido decidir por sí misma y avanzar en su democratización era básicamente por el bloqueo de Estados Unidos. Por eso, Márquez sostiene sus afirmaciones en el respeto por la autonomía y la soberanía de cada pueblo, que es, en definitiva, quien decide «cómo se organiza políticamente».
Más allá de la discusión recurrente sobre la naturaleza dictatorial o democrática del sistema político cubano, el trasfondo del debate está en la controvertida propuesta del presidente Gustavo Petro de transformar radicalmente el sistema de salud de su país, haciendo tabla rasa de las estructuras actuales, asentadas en torno a las EPS (Entidades Promotoras de Salud). En su lugar busca impulsar, prácticamente de la nada, un modelo controlado totalmente por el Estado, un proyecto que ha hecho sonar algunas alarmas en la amplia y heterogénea coalición parlamentaria que respalda al gobierno. Y desde la perspectiva de la vicepresidenta la experiencia cubana es esencial.
Para respaldar su admiración sobre el sistema de salud del país caribeño y sus grandes bondades, Francia Márquez dijo que Cuba no envía armas al extranjero sino médicos, algo que debe ser tenido muy en cuenta y valorado. También señaló: «Ojalá nosotros [los colombianos] pudiéramos enviar misiones de médicos a trabajar y a contribuir a la salud de otros». Según ella, el sistema sanitario cubano sigue siendo la joya de la corona, una de las instituciones de mayor carga simbólica de la Revolución, pese a las dificultades económicas que atraviesa la isla, no solo por las sanciones de Estados Unidos, sino también por la ineficiencia de la gestión económica y la falta de voluntad reformista de sus dirigentes.
Márquez es una activista feminista y medioambiental de origen humilde, que tras disputar con Petro el liderazgo de la izquierda en la carrera a la presidencia, fue cooptada por este último para acompañarlo en la fórmula presidencial. Es indudable que su figura genera un gran rechazo entre sus opositores y también en parte de las élites, algunas de las cuales se siguen moviendo con fuertes sentimientos machistas y racistas. Sin embargo, en política cuentan y mucho los errores no forzados, y la polémica en torno a Cuba y a la reforma sanitaria puede ser uno de ellos.
Para comenzar, resulta llamativo el diferente posicionamiento frente a Cuba, y la vulneración de los derechos humanos y políticos en la Isla, entre el gobierno chileno y el colombiano. Mientras el presidente de Chile, Gabriel Boric, ha sido categórico en relación con este tema, las respuestas de Petro y Márquez han transitado otros derroteros. También lo es la forma de valorizar la democracia, contrastando la fuerte presencia de valores republicanos en Chile con su marcada ausencia en el relato de la vicepresidenta.
Su cierre de filas con el discurso oficial de la Revolución cubana es casi total, como refleja su reciente visita a La Habana y su encuentro con el presidente Miguel Díaz-Canel. Así, se enorgullece de la importancia del fenómeno de exportación de médicos cubanos a diversos países del extranjero, sin mencionar que simultáneamente se trata de una importante fuente de ingresos para las mermadas arcas públicas cubanas. Sus respuestas también recuerdan que Cuba exporta médicos y no armas, olvidando que en sus inicios y durante muchos años, más allá de los viajes del Che Guevara, lo que sí exportaba Cuba a América Latina o incluso a África eran armas y revolucionarios, y no precisamente para llevar la democracia a los países adonde se hacía presente.
Por otra parte, y volviendo a la falta de valores republicanos, cuando la periodista que la entrevistó le recordó que si Colombia fuera una dictadura ni Petro ni ella estarían en el gobierno, decidió abandonar el marco de lo político–electoral para girar en torno a consideraciones sociales, como la pobreza y la desigualdad. Pero, como ella misma subrayó en diversas oportunidades, esos mismos problemas siguen existiendo en el país, lo que no le impidió ganar las elecciones.
En definitiva, su mirada hacia Cuba demuestra una falta de empatía casi total con los cubanos, no solo por la ausencia de una lectura crítica de lo que ocurre en la política isleña, la imposibilidad de manifestarse públicamente contra el régimen o de criticar a la Revolución (algo prohibido en la Constitución), sino también por su olvido de las mujeres cubanas, comenzando por las afrodescendientes.
Y si bien el sistema sanitario colombiano requiere una profunda transformación, no será aplicando el modelo cubano ni arrasando con lo existente como se lograrán los objetivos deseados. En vez de polarizar el gobierno debería trabajar por buscar el consenso y alcanzar acuerdos con todos los sectores implicados. Pero, como recuerda la salida del gobierno del ministro de Educación Alejandro Gaviria, el proceso actual se caracteriza más por el radicalismo de las posturas de Carolina Corcho, la ministra de Salud, que por el diálogo y la negociación.
Artículo publicado en El Periódico de España
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional