Durante el siglo XIX existió brevemente lo que fue un sueño de los libertadores, una Gran Colombia integrada por los territorios de Venezuela, Nueva Granada, Quito, Guayaquil y lo que es hoy Panamá. A la muerte de Bolívar, su gran defensor, cada quien “se fue por su lado”, creándose naciones independientes: Venezuela, Colombia, Ecuador…
Durante el siglo XX Colombia sufrió una larga lucha interna promovida por las guerrillas, pero logró establecer una sólida democracia, gracias a los aportes de grandes presidentes tanto liberales como conservadores. Venezuela, por su parte, sufrió una larga dictadura, pero emergió de ella estableciendo una vigorosa democracia y llegando a ser un modelo político para otros países de la región.
Durante el siglo XXI Venezuela y Colombia han visto sus democracias profundamente deterioradas con la llegada al poder de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela y de Gustavo Petro en Colombia, gobernantes autocráticos, llenos de complejos y resentimientos, imbuidos de ideologías populistas que llevan a una nivelación hacia abajo. Aunque Chávez y Maduro han tenido mucho más tiempo en el poder que Petro, parece claro que Petro va por el mismo camino de los venezolanos, a juzgar por sus discursos, de estilo y contenido casi idénticos a los del chavismo, con igual pretensión de colocarse por encima de las leyes establecidas. En Venezuela este abuso del chavismo ha sido tolerado debido a la complicidad y cobardía de parte de las élites políticas y empresariales del país. En Colombia la reacción de las élites ante Petro aún está por verse.
Aun con algunas importantes diferencias, los Nicolasitos, los hijos de Nicolás Maduro y de Gustavo Petro, ilustran el deterioro de lo que una vez fuera la idea superior de la Gran Colombia. Aquel sueño de libertadores, aquel momento de gloria republicana, es hoy una triste realidad mediocre cuyos autócratas tienen hijos corruptos que se preparan políticamente para heredar lo que pudiera definirse como monarquías de la barbarie.
Nicolasito Maduro
El hijo de Nicolás Maduro, Nicolasito, quien ya fue sancionado en 2019 por Estados Unidos por corrupto, tiene 32 años, es diputado, vicepresidente del PSUV, el partido del chavismo, lleva a cabo actividades ilícitas en la zona de Guayana, donde ha contribuido al existente desastre ecológico extrayendo oro y otros minerales en combinación aparente con guerrilleros colombianos. Ver: https://www.elmundo.es/loc/celebrities/2020/12/07/5fca1b3dfc6c8314778b45bf.html .
Según El Mundo, diario de España, Nicolasito es el enviado especial de su papá a Corea del Norte y acostumbra dar órdenes a funcionarios como si ya fuera presidente. Fue designado por el padre investigador del caso de corrupción Odebrecht y los lectores se imaginarán qué clase de investigación se llevó a cabo. Según Infobae (ver: https://www.infobae.com/america/venezuela/2023/01/26/la-sofisticada-estrategia-de-los-testaferros-de-nicolasito-maduro-para-evadir-las-investigaciones-en-su-contra/), Nicolasito tiene testaferros, los hermanos Santiago y Ricardo Morón Hernández, quienes son dueños de empresas de construcción beneficiadas con numerosos contratos. Según reporta El Mundo, ellos ayudan a Nicolasito en sus andanzas en el Arco Minero, mediante las cuales compra oro a bajos precios y lo revende al Banco Central de Venezuela a sobreprecio.
Es evidente que a Nicolasito lo están “preparando” para ser el sucesor del padre. En sus fiestas hacen caer lluvias de dólares sobre las cabezas de los invitados. Cuando tenía 23 años fue nombrado por su papá jefe del Cuerpo de Inspectores Especiales de la Presidencia de la República, nada menos que para luchar contra la corrupción.
Nicolasito Petro
La aparición de este Nicolasito en la escena política colombiana ha sido posterior a la del Nicolasito venezolano, pero aparentemente de similar tendencia, ver: https://www.infobae.com/colombia/2023/03/03/quien-es-nicolas-petro-el-polemico-hijo-del-presidente/.
Es diputado por el Departamento del Atlántico. Está acusado por su exesposa de haber recibido dinero de narcotraficantes para financiar sus campañas electorales. Académicamente está bastante mejor preparado que el Nicolasito venezolano. A diferencia del Nicolasito venezolano no es un incondicional seguidor de su padre, sino que le ha criticado con alguna frecuencia sus políticas. Fue sancionado y multado por el Consejo Nacional Electoral de Colombia por irregularidades cometidas durante las elecciones de 2019.
Con base en las acusaciones de su exesposa, el presidente Petro dice que lo deben investigar.
Los dos Nicolasitos
Aun con diferencias importantes en las relaciones de los dos Nicolasitos con sus padres hay ciertas similitudes que ilustran la degradación de los sistemas de gobernanza en los países que una vez fueron la Gran Colombia y que hoy son liderados por políticos rústicos, los tiranuelos de los cuales hablaba Bolívar. En ambos casos la carrera política de los hijos está inevitablemente enlazada a los nombres de sus padres. La conducta de Maduro en Venezuela es abiertamente criminal, ya que promueve los desmanes de su hijo. En el caso de Gustavo Petro en Colombia es alentador que no le haya dado al hijo solidaridad automática. Sin embargo, los dos casos ilustran la tendencia que existe en el entorno político de ambos países a la existencia de familias que buscan perpetuarse en el poder.
Nota: La democracia en Estados Unidos muestra una tendencia tribal similar
En Estados Unidos existe una tendencia más atenuada, pero similar hacia la perpetuación de la tribu en el poder político. En un país tan poblado, con tanta gente de talento, las presidencias y las posiciones de máximo poder político en Estados Unidos tienen a concentrarse cada vez más en familias o clanes. La familia Roosevelt, la familia Bush, la familia Kennedy, son ejemplos de esa tendencia a la concentración de poder en familias o pequeños grupos. También lo son la candidatura de la Sra. Clinton, esposa del expresidente Clinton y la posible candidatura de la Sra. Obama, esposa del expresidente Barack Obama, así como el activo papel de algunos de los hijos de Trump en su presidencia. Las razones de esta tendencia son diferentes al caso de nuestros países gran colombianos, pero también pueden llevar a mecanismos de elección no necesariamente basados en la meritocracia.
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