Apóyanos

Un proyecto de poder, no de país

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

La resistencia soviética se comunicaba a través de panfletos llamados “samizdat”. El nombre remitía al individualismo de la publicación y, según el disidente Vladimir Bukovsky (dice la Wikipedia) al samizdat “lo escribo yo, lo edito yo, lo censuro yo, lo publico yo, lo distribuyo yo, y voy preso yo”. Los tiempos cambian y las redes sociales (alguna virtud hay que reconocerles) sustituyeron el individualismo terco y artesanal de aquellos tiempos. El documental Chavismo, la peste del siglo XXI circula por Youtube y vale la pena darle la estatura moral de un “samizdat”. Traza la historia de la Venezuela del 92 a estos días, historia que no por conocida debe ser vista y analizada una y otra vez.

Hay un punto común a los populismos y es su irreductibilidad a una sola de sus facetas. El chavismo es militarista, qué duda cabe; pero además es fascista en su afán de uniformar a la sociedad y penetrar sus instituciones; es comunista, pero adopta tácticas del capitalismo más salvaje; es, además, indigenista y antisemita y anticatólico, aunque dé vivas a Cristo; y detesta los libros y las bibliotecas aunque haya publicado cientos de miles de ellos. Ha sido todo y al final del camino está resultando ser la nada absoluta. El Mal, pues.

La virtud principal del documental sea tal vez poner de relieve esas contradicciones, remarcadas por comentaristas de alto perfil (Oscar Arias, Mario Vargas Llosa, Luis Almagro y una lista larga). El propósito es desnudar ese fraude, cosa que sin duda logra, aunque debamos admitir que la sola existencia del régimen logra sobradamente ese propósito. La importancia está en la pregunta que subyace a toda la operación. ¿Cómo pudo ocurrir?

Obviamente, el documental no puede dar respuesta a una pregunta que probablemente necesitará la ayuda de la perspectiva histórica, pero sí logra hurgar en aquellos puntos que con la perspectiva de estos veintiséis años se han vuelto claves. ¿Cómo un camaleón, sin más credenciales que un golpe de Estado fallido, logró engatusar a tanta gente? ¿Cómo el espejismo de los altos precios petroleros, históricamente cíclicos, ocultó la magnitud de errores macroeconómicos particularmente obvios? ¿Por qué ese encandilamiento con la violencia, la necrofilia, el llamado a la muerte y a la batalla, entre otras taras militares? No hay que buscar las respuestas en este documental, alcanza con que las preguntas sean las correctas y estén bien planteadas, como en efecto lo están.

En el debe, cabe anotar la omisión del accionar opositor, con sus aciertos y errores y la infelicidad del término “peste” del título. La peste remite a una calamidad biológica en el Medioevo, y, desde la novela de Albert Camus en el siglo XX, a una manifestación del absurdo existencial porque la peste, la enfermedad puede atacar a cualquiera en cualquier momento. Es una cuestión de mala suerte o de casualidad o de mala fortuna. Lo que la película busca es, precisamente, lo opuesto de este absurdo (de ahí lo inexplicable del título). Pide, junto con sus denuncias y su alarido de desesperación, que la barbarie se explique.

Ahora bien, el poder, en general es refractario a dar explicaciones. Está en su naturaleza. Y menos explicaciones da cuanto más autoritario se vuelve. Un entrevistado –J. J. Rendón– arriesga la tesis según la cual aquella democracia no era tan sólida, ni los venezolanos eran tan hermanos como podía parecer. Sin duda, el periplo del que da cuenta la película le da la razón. Y, sin duda también, la no recurrencia, en Venezuela o en algún lado, de la “peste” por usar la terminología del filme, dependerá de la fortaleza de las instituciones. Y de –¿qué duda cabe?– la lectura atenta de la catástrofe venezolana. Pero el chavismo, siendo una calamidad, no es una “peste” casual, al menos no fuera de lo retórico. En la perspectiva de la historia es un fenómeno cataclísmico, de dimensiones genocidas, con sus causas, sus motivaciones, que hay que analizar y entender muy bien.

Un tema final es la devaluación del lenguaje, que la película aborda muy correctamente desde la perspectiva de la descalificación del contrario y el uso, al voleo, de palabras a las que se desnuda de significado para dejar en pie únicamente su poder de choque. Probablemente, con el tiempo este sea uno de los pasivos más importantes con los que habrá que lidiar, para separar la paja del trigo y nombrar correctamente lo que hayamos aprendido a analizar y conocer. No es posible dejar de notar el aire de tristeza generalizada que la película trasmite, señal de comunión última con el tema que trata.

Chavismo: la peste del siglo XXI, México, Estados Unidos y Venezuela. Dirección: Gustavo Tovar Arroyo. Patrocinado por: Humano y Libre Foundation. Productora: La Orilla Films.

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional