A expresa petición mía he tenido la singular fortuna de acceder a la gozosa alegrìa intelectual de leer un libro de poesía como muy pocos hay en estos días en nuestra triste y empobrecida comarca nacional; se trata, efectivamente, de LOS CUADERNOS DE LA ATLÁNTIDA, de la periodista caraqueña por nacimiento, ciudadana del mundo por elección, Ángela Molina.
El libro en cuestión es un libro de POESÍA (con mayúsculas mías, en buena hora) editado en 1era edición en el año 2021 bajo la acertada coedición del patrocinio de Ediciones Idea, (Santa Cruz de Tenerife) conjuntamente con Ediciones Aguere, (Las Palmas de Gran Canaria) Impreso en España. Hermosísima edición en formato electrónico que, dicho sea de paso, protege el entorno ecosistémico. Enhorabuena! Bravo por la certera apuesta que han hecho los editores por este excepcional librode Molina.
He de decirlo sin más preámbulos; «Los cuadernos…» constituye un potente y vigoroso canto de unas casi 70 páginas de desgarrada angustia ontológica por el literal desgarramiento existencial de una nación hecha jirones por las fútiles contradicciones y antagonismos sociales y políticos que atenazan el corpus social y lo fractura en millones de partículas (hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos) difícil de volver a reunirse en un hipotético y utópico reencuentro.
Leo estas decenas de textos poéticos amorosamente dedicados al padre de la autora con profundo agradecimiento por la impagable enseñanza inculcada en el indomeñable espíritu de aeda migrante que es como se reconoce la artífice de esta pequeña reliquia bibliográfica. Nunca una dedicatoria estuvo mejor consagrada en homenaje y justa gratitud.
El libro se divide, es un simple decir, en dos segmentos perfectamente hermanados e imbricados por las temáticas de la desgarradura anímica y emocional que produce la constatación de una ciudad asediada por la violencia y el odio; una ciudad hostigada por el encono y la diatriba.
«La ciudad se apaga
en mi ventana
El Ávila se acorta y se desgaja
No sucumben las alas a este
aguacero de verano
Sólo en esta ciudad hay tanto abril
tanto pájaro huérfano
tanto amor a destiempo» (p.21)
El poema que contiene estos versos se titula elocuentemente LLUEVE EN CARACAS y es, a no dudarlo, un merecido homenaje a los chicos y chicas que dejaron su inquieta y vibrante humanidad utópica y soñadora en las ardientes barricadas de calles y avenidas del valle de Santiago de León de Caracas en medio de las refriegas estudiantiles, juveniles y populares que atizaron los incendios magnánimos de esta república de tristes que se sacrifica por los altos e inextinguibles valores substantivos de la libertad y la democracia. No hay poema más adecuado que este para iniciar un viaje ¿acaso sin retorno? que deja constancia del poema como testamento histórico de un tiempo social y cultural signado por la precariedad, la desolación y la incertidumbre. El poema en este magnífico libro de Molina hace las veces de un terrible fotograma que revela un quiebre irremediable de la sociedad en su conjunto. Después de leer este sulforoso libro de la escritora Ángela Molina ya nunca más el país de mis padres podrá ser visto y leído con los ojos de la misericordia y conmisceración por nuestros semejantes y hermanos de gentilicio nacional.
«Me basta con cerrar los ojos e inventarme». (p.24)
«Para volver a casa me basta la mirada de mi
[hermano
El sabor de mi gente triste y empecinada
alegre y rota» (ob.cit, p.24)
La escritora, sin ápice de duda alguna, hace ejercicio de espejo traducción metafórica de una hosca y hostil realidad socioecosistémica que hiere y lastima cruelmente su alma profunda y sensitiva de amanuense de sus percepciones como artista de la palabra artística de denso contenido lírico.
«mis crisis de asma se deben
a un niño que no logró vivir más allá del
[alumbramiento
a la despedida que no sé anticipar» (p.25)
Con profundo e inusual dominio del lenguaje en el idioma de Cervantes, esta admirada y admirable poeta escribe un libelo estético de hondas resonancias líricas que no elude la objetivación empírica de lo real pero al tiempo adopta una serena distancia del realismo sucio, mágico o real maravilloso, cualesqueira fueren sus atavíos o cognomentos literarios; si los hubiere por supuesto. Molina funda una estética de la creación verbal raigalmente entroncada con la savia lingüística de la tradición literaria venezolana sin alejarse de la frondosidad léxica del vivo y vivífico álbor del idioma materno en el cual fue amamantada y criada y formada estética e intelectualmente.
Por las memorables páginas de este extraodinario libro de poesía su autora se entrega en obsequiso brindis al lector que sabe catar, degustar con consciente y sensitivo paladeo empalabrador sus surcidos tejidos verbales de inocultables encadenamientos sintácticos expresivos, consciente plenamente de que lo que está entregando al lector es un Ars poética impregnada de inobjetable originalidad verbal, con asombrosa humildad, sin aspavientos y, especialmente, es digno de subrayar, con una confesa conciencia del lenguaje puesto al servicio de la más elevada de las formas del conocimiento.
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