El movimiento religioso de los Testigos de Jehová, cuyo centro en Hamburgo, Alemania, fue blanco el jueves por la noche de un tiroteo mortal, reivindica a más de ocho millones de miembros en el mundo y es regularmente acusado de derivas sectarias.
Fundado en 1870 en Pensilvania, Estados Unidos, por Charles Russell, este movimiento evangélico se define como cristiano. Pero ninguna de las grandes Iglesias (católica, protestante, ortodoxa) lo reconoce como tal, en particular porque no admite la naturaleza divina de Cristo.
No obstante, los Testigos de Jehová se consideran los únicos en practicar un cristianismo auténtico, como era en sus orígenes.
Este movimiento es «milenarista» porque sostiene la idea de un reino terrenal venidero de Jesucristo durante mil años.
Sus miembros son conocidos por su veta misionera y su actividad de puerta a puerta -provistos de su Biblia de traducción propia- para anunciar la próxima instauración del paraíso en la Tierra.
Los Testigos de Jehová reivindicaban en 2022 más de 8,6 millones de miembros activos en 239 países (1,2 millones solo en Estados Unidos).
Víctimas de persecución
Apolíticos y no violentos, los Testigos de Jehová fueron víctimas de persecuciones en la Alemania nazi, donde miles de fieles fueron encerrados en campos de concentración y cientos fueron asesinados. Lo mismo ocurrió bajo el régimen soviético.
En Francia, debido a su negativa al servicio militar, miles de jóvenes fueron encarcelados por insumisión antes de 1995.
En 2017, los Testigos de Jehová fueron prohibidos en Rusia tras una decisión de la Corte Suprema, que allanó el camino para la confiscación de los bienes de esta organización oficialmente considerada «extremista».
Este movimiento religioso considera que la sangre tiene «carácter sagrado» y rechazan no sólo el consumo de carnes no sangradas, sino también las transfusiones.
La estructura jerárquica del movimiento, su visión esencialmente negativa del mundo terrenal, su indiferencia hacia la vida social y el oprobio lanzado sobre los «apóstatas» explican que los Testigos de Jehová permanezcan bajo vigilancia de las autoridades en numerosos países y, a menudo, estén en el punto de mira de los grupos que luchan contra las sectas.
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