«Sus políticas son neoliberales», «Chávez no habría hecho eso». Nicolás Maduro es blanco de críticas de sectores del chavismo que lo acusan de distanciarse de su padre político, Hugo Chávez, para conservar a toda costa el poder.
«El socialismo es la vía», dice continuamente Maduro, quien sin embargo flexibilizó los estrictos controles económicos instaurados por Chávez y ha permitido una dolarización de facto con el fin de hacer frente a una crisis sin precedentes sin la billetera repleta de petrodólares con la que contaba su antecesor.
A continuación, cuatro claves del chavismo «pragmático» de Maduro.
Salir de la sombra de Chávez
Maduro nunca ha tenido altos índices de popularidad, que hoy se ubican en 22%, muy lejos de los de 70% de Chávez en su mejor momento.
Desde la muerte de Chávez, el 5 de marzo de 2013, Maduro abandonó la idea de ser un «remedo malo» y comenzó a diseñar su propia identidad, dice a la AFP el analista político Luis Vicente León, director de la reconocida encuestadora Datanálisis. «Se dio cuenta que al lado de Chávez se debilita», agrega.
Aunque intenta interactuar con el público como lo hacía Chávez, Maduro cambió su oratoria y parcialmente su discurso.
«Ya cada vez más Chávez es más un símbolo y menos poder, y cada vez más Maduro es más un poder y menos un símbolo», comenta el doctor en Ciencias Políticas Daniel Varnagy.
Flexibilización económica
Maduro no cuenta con los enormes recursos petroleros de la era Chávez.
Hoy la producción de crudo venezolana está estancada en unos 700.000 barriles por día. Esto tras un desplome que expertos vinculan con corrupción y desinversión en una industria que llegó a dar al país 90% de sus ingresos.
Maduro llama a desarrollar un modelo que no dependa del petróleo, en un momento de leve recuperación tras siete años de recesión y cuatro de hiperinflación que diluyeron el poder adquisitivo de la gente.
Ante la crisis, agravada con las sanciones de Estados Unidos, abandonó la visión «dogmática» de Chávez: relajó los controles de precios y del sistema cambiario, dando paso a una dolarización informal que labró el camino a signos de recuperación.
Se distanció igualmente de las políticas de estatización -promoviendo la venta de acciones de empresas públicas- y ha reducido al mínimo un histórico subsidio a la gasolina. Son «cambios tácticos» para sostenerse en el poder, señala Varnagy.
«Era necesario pragmáticamente» para resistir «toda la estrategia sancionatoria», coincide León.
«Represión brutal»
Maduro surfeó multitudinarias manifestaciones callejeras, pero enfrenta una ola de denuncias de violaciones de derechos humanos en el control de las protestas. Enfrenta por ello una investigación en la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de lesa humanidad.
Más de 200 muertes durante protestas se han registrado en el país desde 2014.
El expediente en la CPI incluye denuncias de torturas, muertes bajo custodia del Estado y ejecuciones extrajudiciales en operativos contra la criminalidad.
«La represión durante el gobierno de Maduro ha sido brutal y continua, sistemática», asegura la ONG Foro Penal, líder en la defensa de los presos políticos. «La violación de los derechos humanos ha sido más frecuente que con Chávez».
Foro Penal estima que en Venezuela existen más de 250 presos políticos.
Divide y vencerás
Maduro también ha sobrevivido a fracturas internas del chavismo, que se muestra como un bloque unido y fuerte pese a las disidencias.
Y al mismo tiempo ha sacado provecho de las fracturas de la oposición, que comenzó a debilitarse en 2017 con encarcelaciones e inhabilitaciones de líderes y terminó de fracturarse el pasado enero cuando puso fin al gobierno interino de Juan Guaidó, la última estrategia impulsada para sacar al mandatario del poder.
A un año de las elecciones presidenciales, Maduro no tiene un rival definido y «hará lo que tenga que hacer» por preservar el poder. «Esa es la estrategia», insiste León.
La oposición espera definir un candidato único el 22 de octubre en elecciones primarias.
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