Un paciente de Düsseldorf, Alemania, se ha convertido en el tercer caso del mundo confirmado de curación de VIH tras recibir un trasplante de células madre para tratar una leucemia, lo que acerca un poco más la posibilidad de disponer de un tratamiento aplicable a gran escala.
El caso ha sido estudiado por el consorcio IciStem, coordinado conjuntamente por el University Medical Center de Utrecht (Países Bajos) y el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa de Badalona (Barcelona, España), centro impulsado conjuntamente por la Fundación La Caixa y el Departamento de Salud de la Generalitat.
Se trata de un varón de 53 años de edad, que prefiere preservar su identidad, al que se le retiró el tratamiento antirretroviral contra el VIH de forma supervisada tras someterse a un trasplante de células madre para tratar una leucemia mieloide y, cuatro años después, el virus no ha reaparecido.
El estudio, que publica este lunes la revista Nature Medicine, ha demostrado la ausencia de VIH y de respuesta inmunológica contra este virus en el cuerpo del paciente a pesar de no recibir tratamiento durante cuatro años, unas evidencias que permiten certificar que es un caso nuevo de curación.
En 2008, un equipo médico de Düsseldorf (Alemania) diagnosticó la infección por el VIH a este paciente e inició el tratamiento antirretroviral estándar, que permite controlar la infección y reducir la cantidad de virus hasta niveles tan mínimos que resultan indetectables en un análisis de sangre, y tampoco tienen capacidad de contagio.
Cuatro años más tarde, en el 2012, sufrió una leucemia, por lo que fue sometido a un trasplante de células madre.
En estos casos tan singulares se busca a una persona donante de células madre que tenga una mutación llamada CCR5 Delta32, que hace que el cuerpo no produzca una de las puertas de entrada del VIH en las células y, por lo tanto, dificulta la infección.
Más de cinco años después del trasplante, y habiendo pasado por dos recaídas de la leucemia y varias complicaciones, el paciente se estabilizó y el equipo investigador consensuó retirarle el tratamiento antirretroviral contra el VIH.
«Han pasado diez años del trasplante y cuatro desde que se interrumpió el antirretroviral; normalmente, cuando se para el tratamiento el virus reaparece en cuatro días, así que cuatro años es un periodo suficiente para anunciar que es un caso de curación», ha explicado a EFE el coautor del artículo e investigador del IrsiCaixa, Javier Martínez-Picado.
Curación con intervención médica
Existen dos casos previos considerados como de curación, el paciente de Berlín (confirmado el 2011) y el de Londres (2020), que, como el de Düsseldorf, pasaron por un trasplante de células madre, una intervención médica que solo se aplica en personas que sufren una enfermedad hematológica.
«Son pacientes que han sufrido leucemias o linfomas y, además, eran portadoras del VIH, pero este trasplante es una intervención médica de altísimo riesgo solo reservada para personas que no tienen otra opción desde el punto de vista hematológico», ha señalado Martínez-Picado.
Además, es difícil «encontrar un donante adecuado, que no solo sea compatible para el trasplante sino que además tenga esa mutación (la CCR5 Delta32), y en eso la probabilidad es muy baja, como de uno entre un millón aproximadamente», ha destacado.
Así pues, esta vía no es aplicable a gran escala, pero sí que muestra el camino hacia una posible solución para todos los infectados.
Hay un fenómeno, además, que sucede en este tipo de trasplantes y que podría favorecer el éxito de la eliminación del VIH: el síndrome del injerto contra el huésped, explica Martínez-Picado al diario El País de España. “Con la quimioterapia previa para eliminar los linfocitos enfermos, se mata casi todo, aunque a algunas células cuesta eliminarlas. Pero cuando se hace el trasplante, las células del donante destruyen las células sanguíneas que quedaban del receptor, de forma que se fulmina cualquier célula aún oculta infectada por el virus. Siempre que hay esta reacción, vemos un buen pronóstico. Se le llama reacción del injerto contra reservorio”, sostiene el científico.
Al añadir la mutación en la ecuación de ese trasplante, cuando se regenera el sistema inmune, las células son refractarias al virus. Los pacientes, de hecho, se podrían reinfectar, pero las posibilidades son bajísimas. “Es prácticamente imposible que se infecten por un virus que use CCR5 como puerta de entrada. Hay una porción de virus que, a veces, en vez de empujar esa puerta, usan otra, la CXCR4, y es posible que se puedan reinfectar por virus que usan esta puerta”, apunta Martínez-Picado. Pero las probabilidades son bajas.
Los científicos, con todo, señalan en el estudio que no se pudo descartar por completo la presencia de virus residuales competentes para la replicación. Nunca sobra la prudencia, justifica Martínez-Picado: “Hay que ser cuidadoso en el campo científico y fuera porque este artículo lo leen también personas con VIH. No queremos enviar mensajes grandilocuentes. Además, un trasplante no lo podemos hacer escalable a todos los pacientes con VIH porque tiene un altísimo riesgo”.
Además de los pacientes tres pacientes confirmados, hay otros dos casos de remisión del VIH también posteriores a un trasplante que han sido presentados en conferencias científicas y que podrían sumarse pronto a la lista: el de Nueva York y el del Hospital City of Hope de Duarte (California, Estados Unidos).
La curación del VIH está cerca
No se puede hacer un trasplante de médula a todas las personas con VIH. Este procedimiento solo está indicado para tumores hematológicos cuando fallan otras alternativas terapéuticas. La técnica es muy arriesgada y no es ético someter a los pacientes a estos agresivos tratamientos para librarse del virus cuando hay antirretrovirales efectivos y menos peligrosos que mantienen a raya el VIH. Pero que no se pueda aplicar directamente este método no quiere decir que la estrategia no sea escalable.
En este sentido, los investigadores están trabajando desde hace tiempo sobre esta proteína CCR5 Delta32, capaz de impedir la infección, con el objetivo de modificarla genéticamente e implantarla en unas células que, una vez reintroducidas en el paciente, puedan expandirse rápidamente para curar la enfermedad.
«La curación del VIH de forma puntual ya es una realidad y, a un nivel escalable para el resto de la población, está cada vez más cerca», ha pronosticado Martínez-Picado, que ha recordado que también se está trabajando en vacunas preventivas que completarían esta futura estrategia curativa.
Lograr la curación a gran escala del VIH permitiría a los pacientes dejar de tomar toda su vida el tratamiento antirretroviral -lucrativo para las farmacéuticas pero costoso para el sistema público- y acabaría con el estigma que aún sufren.
Algunos expertos no son tan optimista. Pere Domingo, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Sant Pau de Barcelona, que no ha intervenido en la investigación, insiste en que, si bien el estudio tiene valor y sigue la estela de los otros dos pacientes y, en efecto, es muy espectacular, atractivo e inspirador, la terapia génica es muy compleja y difícilmente aplicable a la generalidad de los pacientes.
Casos de curación funcional
Casos distintos son los de curación funcional -como la paciente de Barcelona que investiga el Hospital Clínic-, que son personas que no han recibido un trasplante por otra enfermedad y que siguen teniendo el VIH pero que gozan de unos factores especiales que hacen que su cuerpo mantenga controlado el virus en niveles indetectables sin necesidad de tomar el tratamiento antirretroviral.
Estos llamados controladores de élite son un puñado de personas en el mundo que se infectaron pero, por sus particulares características inmunológicas, han llegado a controlar la infección por sí solos. También hay otro grupo, conocidos como controladores postratamiento, que, tras un período con tratamiento antiviral, dejaron la medicación y el virus no rebrotó.
“Son cosas diferentes, pero todo nos ayuda a entender la persistencia antiviral: los casos del trasplante son personas con enfermedad estándar que curamos con una intervención; los controladores de élite son personas que llevan más de 20 años en seguimiento, sin tratamiento ni virus, pero a los que nosotros no les hemos hecho nada para que controlen el VIH; los controladores postratamiento son personas que han tenido el virus en sangre un tiempo, han recibido tratamiento un tiempo y, tras dejarlo, el virus no reaparece”, señala Martínez-Picado.
A todos ellos, en cualquier caso, siguen estudiándolos minuciosamente. Y la confirmación del Paciente de Düsseldorf sirve como revulsivo para avivar la búsqueda de una cura contra el VIH.
Un venezolano, el segundo paciente curado
Un venezolano fue el segundo paciente en el mundo que se ha curado del VIH. El de llamado paciente de Londres, copó las portadas de los medios de comunicación en 2019 cuando investigadores de la Universidad de Cambridge anunciaron no haber detectado en su sangre ningún rastro del virus que causa el sida durante 18 meses. Un año después reveló su identidad.
Adam Castillejo, de 42 años de edad, creció en Caracas. Su padre era de ascendencia española y holandesa. Era piloto de una empresa de ecoturismo. Sus padres se divorciaron cuando era joven, por lo que fue criado principalmente por su madre, con quién vive en Londres desde hace más de 20 años.
«Una prueba viva de los 40 años del desarrollo de la ciencia contra el VIH soy yo y no podía quedarme de incógnito, sino que tenía que salir para dar un mensaje de esperanza a los investigadores y a mi comunidad, porque, aunque ya no tengo el VIH, seré siempre de la comunidad VIH, como superviviente», ha explicado Adam Castillejo en una entrevista a EFE.
En 2003, Castillejo recibió el diagnóstico de VIH, cuando el tratamiento antirretroviral no estaba tan avanzado como en la actualidad, y en 2012 llegó un segundo mazazo que, paradójicamente, fue el principio de una solución al sida, aunque repleta de complicaciones.
«En 2012 fui diagnosticado de un linfoma de Hodgkin en fase 4, muy agresivo, y en ese momento eso fue otra sentencia de muerte después de la primera de 2003 por el VIH, aunque esta vez fue diferente porque podía decirle a la gente que tenía cáncer y sentir el apoyo; con el VIH no pude porque la gente tiende a discriminar y estigmatizar», relató el paciente.
El tratamiento inicial no funcionó adecuadamente y en 2015 los doctores le dieron la opción de un trasplante de médula osea de un donante que, además, tenía una rara mutación, llamada CCR5 Delta32, que impide la entrada del virus en las células diana, con lo que podía curarse de ambas enfermedades.
El tratamiento funcionó y actualmente Castillejo, a sus 42 años, está en remisión de cáncer y de VIH, pero con un coste altísimo.
Uno de esos factores que permitieron a Castillejo eliminar el virus de su organismo fue su genética, producto de la histórica mezcla entre venezolanos e inmigrantes europeos. «Eso fue clave cuando recibí el trasplante de médula ósea porque, gracias a ese gen, yo soy compatible con 1% de la población del norte de Europa y pude conseguir mi donante de células madre. Esa mezcla fue la que me salvó», señaló.
Los casos similares de los pacientes de Berlín, Londres y Düsseldorf ayudan a la ciencia a trabajar en métodos de curación del sida a gran escala a partir de la mutación CCR5 Delta32 que no sean mediante un trasplante de médula ósea -intervención de alto riesgo solo reservada para algunos enfermos de cáncer de sangre-, pero, a la espera de resultados, la prevención sigue siendo el mejor método.
«Hay una cultura de pensar que el sida ya pasó y no es así, prevalece vivo y latente en todos los rincones del planeta», enfatizó Castillejo.
«Aún pensamos que es una enfermedad homosexual de los años 80 y no es así, es importante que la gente entienda que no debe tener esas connotaciones y que es una enfermedad como cualquier otra, como la diabetes o el cáncer», concluyó.
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