Durante los últimos meses, nuestra ciudad capital ha sufrido un incremento despiadado de tapices de hierro que forran y ensucian la visual de una ciudad, que aunque hermosa por su topografía, se encuentra castigada, entre muchas otras cosas por la contaminación visual de miles de anuncios de gran formato que tapan y en ocasiones entorpecen la visión y la circulación de vehículos y transeúntes.
Inmensos monitores audiovisuales, pendones, nuevas unidades de publicidad exterior, hombres vallas o cualquier otro tipo de publicidad se reproducen cada día. Muchas de estas estructuras operan al margen de la ley, es decir, sin permisología adecuada para su instalación y operación.
Hablamos en el caso menos severo de contaminación visual o de contaminación estética, que perturba la visualización de sitios o paisajes.La contaminación visual puede llegar a afectar a la salud de los individuos de la zona donde se produce el impacto ambiental, afectando psicológicamente al individuo.
Pero no podemos dejar de lado el peligro que representan esas unidades de gran formato que buscan llamar la atención de quienes se desplazan por las autopistas de nuestra ciudad. ¿De qué sirve prohibir el uso de dispositivos celulares mientras manejamos, cuando permitimos otros elementos distractores que luchan por el poder atencional de quienes deben mantener el foco en la conducción responsable?
Otra versión, todavía más peligrosa, son las vallas publicitarias luminosas que se han puesto de moda en las azoteas de grandes tiendas por departamento. Todavía peor son los monitores LED donde se reproducen piezas audiovisuales en plena vía pública. Son imágenes en movimiento que buscan la sobreestimulación visual agresiva, invasiva y simultánea. Algunas incluso han sido instaladas en autopistas bajo la mirada complaciente de autoridades que deberían buscar la protección de los conductores antes que los intereses comerciales de quienes instalan semejante peligro para la ciudadanía.
En este caso hablamos adicionalmente de contaminación lumínica. La introducción de luz artificial que produce degradación de los ecosistemas. Actualmente la ONU lo considera un subtipo de contaminación del aire.
Es imperativo que todas las autoridades relacionadas, busquen una inmediata solución, reduciendo o eliminando la publicidad exterior en aquellos sitios que representan peligro para los conductores y transeúntes en general. Lo demás sería cargar en los hombros con la potencial culpa que este tipo de publicidad pueda producir como producto de aparatosos accidentes de tráfico.
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