La mañana del miércoles, el teniente CriCri se levantó con sus usuales ínfulas y ganas de confrontar; provisto, por supuesto, de esa iracundia, siempre latente, con la que insulta y amenaza a quien mal se le atraviese en el camino, desde la infame posición de poder que solo, y muy bien, saben aprovechar los cobardes guapos y apoyados.
Y es que resulta que el teniente CriCri, no bastándole con tener detrás de los barrotes al pobre comunicador y activista político Ronald Carreño ―en las más inhumanas condiciones hartamente denunciadas y condenadas―, la ha emprendido ahora con la otrora compañera de este último, la bien ponderada Carla Angola.
Este personaje que, como el propio Gran Hermano de George Orwell, está empeñado en meterse hasta con el poco oxígeno que les queda a los venezolanos, pegó su gran berrinche al darse cuenta de que Carla es una de las caras publicitarias de la empresa insignia productora de chucherías, que por tantos años ha deleitado el paladar de nuestro país. Claro que no faltaron las amenazas al grupo empresarial Nestlé-Savoy; algo así como que “guerra avisada no mata a soldado”. ¡Cuidado con el edificio Pigalle en Caracas! No vaya a ser que el teniente CriCri también se lo quiera apropiar.
Pero no solo eso. Ese mismo día el país se enteró de que el teniente CriCri solo come arepas con maíz pilado por él mismo. Nada de usar la harina precocida, marca PAN, del siempre potencial y temido archienemigo del chavismo. Es posible que, dando a conocer sus gustos más íntimos, el teniente CriCri estaba enviando un mensaje entre líneas al empresario Mendoza. Solo por si acaso.
En fin, durante esta semana recién concluida, el segundo al mando del chavismo habló hasta por los codos, con su mazo en la mano, mostrándose cual implacable verdugo del PSUV.
Una de las cosas más curiosas que dijo y sobre la cual es bueno tomar debida nota tiene que ver con su convicción de que la oposición venezolana no celebrará las tan anunciadas elecciones primarias, alegando, primero, razones relacionadas con la falta de financiamiento y, seguidamente, asegurando que al final de esta historia las fuerzas opositoras presentarían para las elecciones de 2024 (así lo dijo esa noche del 8 de febrero), como candidato de consenso, bien sea a Henrique Capriles, de Primero Justicia, o a Manuel Rosales, del partido Un Nuevo Tiempo.
Al día siguiente, ya enterado del plan de la Comisión de Primarias de la oposición que anunciaría para el próximo 15 de febrero la fecha de celebración de las primarias y el cronograma correspondiente, el teniente CriCri, haciendo gala de su gran perversidad, vino con el nuevo cuento de que el Consejo Nacional Electoral convocaría elecciones presidenciales “en poco tiempo”, y que ya su partido, el PSUV, estaba listo para la batalla. Es decir, ya no serían para diciembre de 2024.
Obviamente, y esto lo sabe todo el mundo, el chavismo hará todo lo posible por sabotear el proceso de elecciones primarias. Queda en manos del régimen, luego del próximo anuncio que hará la Comisión de las Primarias, decidir si impone o no su mano de hierro sobre el CNE para que anuncie un adelanto de las elecciones presidenciales, con lo cual no habría tiempo para realizar la contienda opositora. Resulta lógico pensar que estos escenarios ya deben haber sido analizados por las salas situacionales del régimen, aunque no hay dudas de que el teniente CriCri no pudo evitar verse enredado en ese mar de contradicciones e improvisaciones de su discurso.
Pero, al margen de los tiempos electorales, es pertinente volver a lo señalado por el teniente CriCri respecto a los supuestos candidatos por consenso que tendría previstos la oposición. Para no muy pocos, Henrique Capriles y Manuel Rosales podrían ser uno de esos llamados caballos de Troya del régimen.
La actuación “bien sospechosa” de estos dos personajes en los últimos tiempos proporcionan suficientes razones para la desconfianza. El oscuro regreso de Rosales a Venezuela en un momento dado y su reinserción en la política venezolana bajo el aval descarado del régimen que le ha permitido ser nuevamente gobernador del Zulia y sus recientes declaraciones, casi como vocero de Nicolás, pidiendo la eliminación de las sanciones internacionales, no pareciera dar espacio para las dudas.
Por su parte, Henrique, Henriquito, no deja de parecerse a eso que llaman “quinta columna”.
Justo el mismo 8 de febrero, cuando el teniente CriCri lo anunció como posible candidato de la oposición, el señor Capriles andaba por algunos barrios de Caracas repartiendo un “lote de medicamentos para la presión arterial, antiinflamatorios y antialérgicos”, así como otros fármacos. Algo que se parece mucho a lo que hace un candidato en plena campaña. ¿Financiado por quién? ¿Auspiciado y empujado por quiénes y por qué?
Y otro detalle, el señor Capriles ha dicho en varias oportunidades que si Maduro quiere unas elecciones “legítimas y competitivas”, estas deben realizarse sin “inhabilitados”. El teniente CriCri tuvo un pequeño “lapsus” al proponer al posible candidato de la preferencia del régimen, no mencionando la inhabilitación que pesa sobre Capriles desde 2017, y por un período de 15 años, diciendo luego, un poco disimulando al ser preguntado, que Henrique tendría que apelar ante la Contraloría si quería ver eliminada esa prohibición que, por cierto, ha acatado el excandidato presidencial, obediente y disciplinadamente hasta este año.
Así que, señores lectores, si ustedes ven que próximamente la inhabilitación de Capriles es levantada, ya tendrán suficientes elementos para bien pensar mal.
Un plan B
Pero ¡ojo! el régimen tiene un plan B en caso de que decida por alguna razón maquiavélica no adelantar las elecciones presidenciales, como anunció el teniente CriCri. Y es que tal vez erróneamente (el tiempo lo dirá), la plataforma unitaria de la oposición (G3), al haber solicitado a través de la Comisión Nacional de Primarias la colaboración del Consejo Nacional Electoral (CNE), pudiera estar abriendo las puertas a un régimen que seguro querrá influir en el proceso.
Ya el CNE, muy diligentemente él, ha nombrado una comisión técnica para determinar el alcance de su eventual asistencia al proceso de elecciones primarias, lo que ha comenzado a generar dudas acerca de la real transparencia de un proceso conducido por la plataforma unitaria a la que muchos acusan de colaboracionista, sobre todo a raíz de la defenestración de Juan Guaidó como presidente interino.
Los temores sobre una infiltración del régimen en el proceso de primarias cobran aún más relevancia al conocerse hace poco que uno de los miembros de la comisión técnica del CNE es Carlos Quintero, señalado en varias oportunidades como el cerebro del chavismo en ese apéndice electoral y sancionado por el gobierno de Estados Unidos por su cooperación con la dictadura en el socavamiento de la democracia en Venezuela.
No es extraño que la candidata por el partido Vente Venezuela, María Corina Machado, haya advertido en numerosas oportunidades que muchos factores de la falsa oposición están operando para que Nicolás Maduro intervenga el proceso de las primarias.
Ya María Corina Machado, la candidata con el mayor porcentaje de aprobación según las últimas encuestas, ha sido categórica al decir que no participará en unas primarias tuteladas por Maduro y Jorge Rodríguez, que conlleve a la selección de un candidato opositor a la medida de la dictadura. Es a esa potencial discordia y división de la oposición a la que estará apuntando el gobierno de facto y el teniente CriCri, en caso de no adelantar las elecciones presidenciales.
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