¿Qué dirán los libros de historia del futuro sobre el proceso socio-político y económico vivido en Venezuela durante los últimos veinticuatro años? Cincuenta años antes, en la década de los setenta del siglo pasado, se hablaba de la Venezuela saudita, el país del Tercer Mundo con una inmensa riqueza petrolera y un índice de ingreso per cápita de los mayores de América y del mundo. Venezuela ya era, para ese entonces, un caso de estudio en las cátedras de Economía Política. Las dificultades económicas que a nivel mundial se originaron a principios de los años ochenta con la caída de los precios petroleros en el mercado internacional, golpearon duramente a Venezuela por ser un país monoproductor de ese hidrocarburo.
La crisis económica en Venezuela se prolongó por el resto del siglo XX, deteriorando las condiciones de vida de los ciudadanos y debilitando peligrosamente las incipientes instituciones democráticas y las organizaciones políticas surgidas y desarrolladas defectuosamente en los cuarenta años de democracia posteriores a la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958. Las condiciones económicas, políticas y sociales de los últimos veinte años del siglo pasado en Venezuela dieron lugar al fenómeno chavista, un movimiento militar golpista simpatizante del castro-comunismo cubano. El apoyo popular y de muchos otros sectores sociales a esa corriente política fue un intento desesperado e ingenuo de salir de la crisis y recuperar la bonanza perdida a la que estábamos acostumbrados los venezolanos.
Veinticuatro años después de esa equivocada decisión, años 1999 a 2022, ambos inclusive, el resultado obtenido con el chavismo hecho cargo del país, no pudo ser más inaudito ni más contrario a lo deseado. En vez de riqueza obtuvimos más pobreza, con resultados catastróficos en todos los órdenes de la vida nacional. De una crisis económica y política pasamos a una crisis global multifacética que lo envuelve todo, tanto los aspectos materiales, como los éticos y espirituales. Unos siete millones de compatriotas, una quinta parte, aproximadamente, de la población, han abandonado el país impulsados por la necesidad de sobrevivir, algo insólito en un país que posee las reservas petroleras más grandes del mundo.
Lo peor de todo eso es que Venezuela pudo haber salido, sin mayores problemas, con un gobierno medianamente eficiente, de la crisis económica que lo azotaba en las décadas finales del siglo pasado que ya hemos comentado, porque apenas comenzando el siglo XXI los precios del petróleo se elevaron inmensamente a niveles nunca vistos, que llegaron hasta 130 dólares por barril, cuando el promedio de los precios, en los años de la crisis, estaba situado en unos 10 dólares por barril. Ese incremento de precios suministró al régimen chavista, en su primera etapa, cuando Chávez vivía, una suma de más de 1 millón de millones de dólares (1 billón en idioma español), una cantidad superior al total de los ingresos fiscales habidos en todos los gobiernos anteriores, contados a partir de la fecha de la Independencia. Así, Venezuela pasó, en apenas cuatro décadas, con la crisis y con el chavismo, de ser el país saudita por excelencia a uno de los más pobres de la región y del mundo. Algo insólito, difícilmente explicable bajo las leyes y preceptos tradicionales de la Economía Política.
Pero Venezuela, además de ser, por todo lo expuesto, un país inaudito, es además un país inauditable (valga el neologismo), porque no es posible, bajo ningún sistema de contabilidad conocido, demostrar con cifras cómo se gastó, en los pocos años de la bonanza petrolera de inicios del siglo XXI, una cifra tan exorbitante de millones y millones de dólares sin que se hayan construido muchas y grandes obras públicas (como las de Pérez Jiménez en los cinco años de su gestión, por ejemplo) ni tampoco invertido grandes sumas de dinero en mejorar, o siquiera mantener en buenas condiciones, las infraestructuras de los servicios públicos básicos: electricidad, acueductos, aguas servidas, vías de tránsito, gasolina para automotores, gas doméstico, telefonía, Internet, etc., etc. Este es uno de los aspectos más asombrosos de todo el proceso chavista, que dará mucho de qué hablar, investigar y explicar a los historiadores, politólogos, economistas y sociólogos del futuro.
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