El papa Francisco hizo el domingo un llamamiento a «deponer las armas» durante una misa al aire libre en Juba, la capital de Sudán del Sur. La eucaristía marcó el final de su visita a este país africano desgarrado por la violencia y la miseria.
Francisco partió de Juba hacia las 12:00 hora local y dará su tradicional conferencia de prensa en el avión que lo lleva de regreso al Vaticano, junto con los jefes de las iglesias de Inglaterra y Escocia, representantes de las otras dos confesiones cristianas de Sudán del Sur con los que llevó a cabo la visita.
A lo largo de su visita de 48 horas, el pontífice hizo repetidos llamamientos a la paz en el país de mayoría cristiana y 12 millones de habitantes, que entre 2013 y 2018 se vio inmerso por una guerra civil entre los partidarios de los dos líderes rivales, Salva Kiir y Riek Machar, que dejó 380.000 muertos y millones de desplazados internos.
«Depongamos las armas del odio y de la venganza (…) superemos las antipatías y aversiones que, con el tiempo, se han vuelto crónicas y amenazan con contraponer las tribus y las etnias» dijo el Papa en la misa ante unos 70.000 fieles.
El Papa finaliza su visita a Sudán del Sur
Antes de la misa, Francisco, de 86 años, saludó y bendijo a la multitud durante un paseo en su papamóvil, al ritmo de los gritos de alegría y las panderetas.
A su paso, la multitud coreaba «¡Bienvenido a Sudán del Sur!», ondeando banderas del Estado más joven del mundo y del Vaticano.
Tras una oración ecuménica el sábado por la noche, muchos fieles pasaron la noche en el mausoleo de John Garang, que lleva el nombre del histórico líder de la rebelión sureña, fallecido en un misterioso accidente de helicóptero en 2005 y defensor de un Sudán federal unido, laico y democrático.
Otros recorrieron las polvorientas carreteras de la ciudad durante toda la noche, ataviados con ropas tradicionales. Algunos llevaban una cruz al cuello o una foto del Papa.
«Necesitamos la paz»
Como muchos sursudaneses, James Agiu, espera que esta visita «traiga cambios al país».
«Durante muchos años hemos estado en guerra, pero necesitamos la paz«, declaró a la AFP el joven de 24 años.
«He sufrido en mi vida. Por eso estoy aquí, para que el Papa me bendiga a mí y a mi familia», dijo Josephine James, de 32 años.
El sábado, Francisco pidió una «vida digna» para los desplazados internos de este país del este de África, sin salida al mar, que en diciembre contaba con unos 2,2 millones de desplazados internos, según la ONU.
Nada más llegar, el Papa llamó a los políticos a dar «un nuevo impulso» a la paz y condenó la corrupción.
La ONU y la comunidad internacional acusan a los dirigentes sursudaneses de alimentar la violencia, reprimir las libertades políticas y malversar fondos públicos.
Los ejércitos personales de Salva Kiir y Riek Machar también están acusados de crímenes de guerra.
A pesar del acuerdo de paz firmado en 2018 en el país que se independizó de Sudán en 2011, la violencia continúa.
El jueves, víspera de la llegada del Papa, al menos 21 personas murieron en un robo de ganado en el sur.
En 2019, Francisco recibió a los dos enemigos en el Vaticano y se arrodilló para besarles los pies, rogándoles que hicieran las paces, un gesto que no fue seguido de avances concretos.
Antes de Juba, Francisco realizó una visita de cuatro días a Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, donde condenó las «atroces crueldades» de los grupos armados.
Esta visita es la número 40 del Papa argentino en el extranjero desde su elección en 2013, y la tercera al África subsahariana.
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