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Contrarrevolución a 100 dólares el barril

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El año 2022 terminó con un precio promedio del petróleo de 100 dólares el barril, lo que indica claramente que el mercado petrolero, luego del colapso provocado por la pandemia de la COVID-19 en 2020, ha experimentado una extraordinaria recuperación de la demanda que promedió 99,6 millones de barriles día el año pasado, mientras que el precio de los principales marcadores petroleros (Brent y WTI) se ha mantenido en permanente ascenso, desde finales de 2020 hasta ahora.

La coyuntura actual del mercado petrolero, a pesar de la invasión rusa a Ucrania, y las severas sanciones impuestas a Rusia –el tercer mayor productor de petróleo del mundo–, resultan altamente favorables a los países productores de petróleo y a las empresas petroleras internacionales. Ambos, países y empresas, han tenido ingresos extraordinarios, en muchos casos con números récord, producto de la producción y exportación petrolera.  Son los ciclos de alzas y bajas del mercado petrolero.

Lo que ha demostrado la crisis de la COVID-19 y la recuperación de la economía mundial es que, lejos de superarse el modelo petrolero, como pregonan en el país los factores interesados de apropiarse de nuestras reservas de petróleo –las más grandes del planeta–, el petróleo va a seguir desempeñando un papel crucial en el desarrollo de la economía mundial.

Las energías fósiles (petróleo, gas y carbón) continúan teniendo un papel preponderante en el desarrollo económico mundial, que, como sabemos, se caracteriza por ser profundamente desigual y asimétrico, en el que las grandes economías industrializadas del capitalismo –lideradas por Estados Unidos y China– consumen en conjunto 66,11 millones de barriles día. Al año 2022, el consumo de energías fósiles aún constituye 83% de la matriz energética del mundo. 

Es evidente entonces que queda un largo trecho para la transición energética hacia una economía verde. Como hemos sostenido los países productores de petróleo, agrupados en el seno de la OPEP, donde uno de nuestros vértices doctrinarios fundamentales es la preservación del recurso natural, el problema clave en el tema del cambio climático está del lado del consumo. Como dijo el presidente Chávez, en Copenhague en 2009, “en vez de cambiar el clima, cambiemos el sistema”, porque este, en la lógica del capital, resulta insostenible para el planeta.

Pero, mientras esta transición energética se produce y el capitalismo sea superado como modelo económico hegemónico, Venezuela, país petrolero por excelencia, con más de 100 años de actividad y reservas de 316.000 millones de barriles de petróleo (las más grandes del mundo), no puede perder de vista ni la importancia estratégica que reviste el petróleo para el mundo, ni la imperiosa necesidad de reconquistar la plena soberanía sobre su manejo.

La razón fundamental por la cual Venezuela ha estado ausente del mercado petrolero internacional -en los últimos 5 años-, y que el pueblo venezolano no haya podido beneficiarse de la renta petrolera, sobre todo en estos 2 últimos años, ha sido porque el gobierno de nicolás maduro, de forma torpe y entreguista, derogó la política de Plena Soberanía Petrolera del presidente Chávez, que estuvo en vigencia en el país hasta 2014.

El gobierno de maduro golpeó y desmanteló Pdvsa, nuestra operadora nacional, entregando el manejo del petróleo y el gas a operadores privados, en violación de nuestra Constitución y la Ley Orgánica de Hidrocarburos. Ha habido un ensañamiento sin precedentes en contra de los trabajadores de la industria petrolera y el carácter nacional, popular y revolucionario de la Pdvsa del pueblo, la roja rojita.

Esta decisión política de nicolás maduro es la razón fundamental de la catástrofe económica y humanitaria que padece la inmensa mayoría del país, donde se ha privado –de manera absolutamente irresponsable y criminal– al pueblo venezolano de la renta petrolera, para beneficiar a los grupos de poder que sostienen a maduro en Miraflores. Es por esto que nuestro pueblo está sumido en la pobreza.  

Una de las frases más infelices y alevosas acuñadas por los líderes del madurismo, hace unos años atrás, era que Chávez pudo hacer una revolución porque el precio del petróleo estaba a 100 dólares el barril. Esta consigna del madurismo no solamente es falsa, sino absolutamente baja y desconsiderada con el propio Comandante Chávez, el pueblo del 13 de abril y el de la derrota del sabotaje petrolero.

La verdad es que el promedio del precio del petróleo durante todos los años de gobierno del Comandante Chávez fue de 57,1 $/Bl tomando como referencia el marcador WTI, mientras que el promedio 2013-2022 durante los gobiernos de maduro ha sido 64,8 $/Bl. La gran diferencia es que con Chávez –luego del sabotaje petrolero– pudimos mantener una producción de 3 millones de barriles día, mientras que en el periodo de maduro la producción ha colapsado hasta ubicarse entre 2020-2022 en un promedio de 580.000 barriles día.

Cuando recibimos el gobierno en 1999, el precio de nuestra cesta petrolera se encontraba en 10 dólares el barril, sobre los cuales la vieja Pdvsa daba descuentos del 40% para favorecer al circuito Citgo en Estados Unidos, durante la etapa de mayor desestabilización política: golpe de Estado, plaza Altamira, Paro Cívico Nacional, sabotaje petrolero y guarimbas, el precio se mantuvo entre 17-25 dólares el barril; y, contrariamente a lo que predica el madurismo, fue precisamente en este periodo cuando el presidente Chávez pasó a la ofensiva revolucionaria y, más aún, proclamó la Revolución Bolivariana como antiimperialista y socialista. 

Luego, en 2008, el precio del petróleo reaccionó al alza extraordinaria, por la acción especulativa del mercado previa a la crisis inmobiliaria de Estados Unidos, lo que provocó que el precio del petróleo se cotizara en 140 dólares el barril al primer semestre del año. Pero a partir de agosto, cuando explotó la burbuja inmobiliaria, el precio cayó de manera abrupta y nuestra cesta petrolera llegó a 35 dólares el barril en enero de 2009.

Esta situación extraordinaria nos obligó, en el seno de la OPEP, en la reunión extraordinaria de Orán (Argelia) en el mes de diciembre de 2008, a hacer un recorte de producción de 4 millones de barriles día, del cual le correspondió a Venezuela un volumen de 363 MBD, vigentes a partir de enero de 2009. En ese momento el país tenía una producción de 3,4 millones de barriles día, y éramos el 5° mayor exportador de petróleo del mundo.

Recuerdo claramente que regresando de esa reunión informé al presidente Chávez de la situación de colapso del mercado petrolero, por lo que el presidente convocó una reunión de emergencia de su equipo económico el mismo 3 de enero de 2009, para decidir las medidas que se iban a tomar.

Allí acordamos un conjunto de medidas económicas, que tenían como eje central preservar las garantías sociales del pueblo y los trabajadores, el equilibrio económico del país; y, por supuesto, profundizar, nuestro empeño en el socialismo y la soberanía petrolera. Ninguna dificultad del capitalismo mundial hizo que cambiáramos nuestros objetivos estratégicos. 

En Pdvsa pasamos a desarrollar, en seguimiento de estas orientaciones, un plan que llamamos de Plena Soberanía Económica, para reforzar todas nuestras capacidades operacionales, independizarnos de los factores que podrían vulnerar y concentrarnos en mantener nuestra producción de petróleo en 3 millones de barriles día y el funcionamiento de nuestro sistema de refinación y gas a sus niveles óptimos, para continuar captando renta internacional del petróleo y atendiendo las necesidades de desarrollo del país, además de incrementar el ritmo en todas nuestras actividades de desarrollo social.

Gracias a este plan y nuestra determinación política, cuando en 2010 la administración norteamericana impuso severas sanciones sobre Pdvsa –por las relaciones de nuestro país con Irán– nosotros en la industria ya teníamos nuestras propias capacidades de perforación, servicios petroleros, transporte y exportación, con nuestros propios equipos y flota; así como acuerdos tecnológicos con otros proveedores petroleros a nivel mundial. Por ello, las sanciones norteamericanas no afectaron nuestra producción petrolera y, por ende, tampoco, la economía del país. 

Ni al presidente Chávez, ni a ninguno de nosotros, en momentos de impacto económico adverso por la situación del petróleo, se nos ocurrió entregar el petróleo y el gas a las transnacionales, vender Pdvsa en pedazos o privatizarla; y, mucho menos, dejar de captar la renta petrolera, la cual resultaba fundamental para nuestra economía y el “vivir bien” del pueblo.

Por el contrario, es a partir de esta crisis que pasamos a una ofensiva revolucionaria, para establecer un nuevo tipo de gestión del gobierno, cuyo mejor y más exitoso ejemplo fue la Gran Misión Vivienda Venezuela, donde pudimos realizar, efectivamente, 600.000 viviendas en tan solo 2 años y medio, que fueron construidas por el poder popular y entregadas a las familias más pobres y vulnerables del país.

Lo que estoy relatando es la gestión revolucionaria del gobierno del presidente Chávez y la Pdvsa del pueblo, la roja rojita, ante las crisis cíclicas del capitalismo mundial, que se reflejan en el comportamiento del precio del petróleo, que representaba, hasta 2013, 96% del ingreso del país.

El ejemplo del presidente Chávez contrasta radicalmente con lo que ha hecho nicolás maduro con el sector petrolero. Podríamos ahora nosotros, los chavistas, parafraseando la nefasta consigna de que “Chávez hizo una revolución a 100 dólares el barril”, diciendo que, por el contrario, “maduro, con el petróleo a 100 dólares el barril, ha impulsado la contrarrevolución en el país”.  

La gestión del gobierno de nicolás maduro al frente de Pdvsa ha sido un desastre. La producción petrolera entre 2014 y 2022 ha caído 84%, con respecto al nivel de 3 millones de barriles día que teníamos en 2013. Mientras, nuestro sistema de refinación ha colapsado opera solo el 10% y es incapaz siquiera de abastecer el mercado interno de combustible.

Luego de que maduro dilapidó los distintos Fondos que había previsto el Presidente Chávez para las contingencias de los ciclos petroleros (Fondo Chino, Fonden, Fondo Independencia, Fondo Zamora, Fondo Orinoco, entre otros), así como, el presupuesto operacional de Pdvsa y el Fondo de Jubilaciones de sus Trabajadores, e inició una feroz persecución política en contra nuestra y de los gerentes y trabajadores del Ministerio de Petróleo y de Pdvsa, encarcelando a más de 100 trabajadores y provocando la salida de 30.000 operarios e ingenieros de la industria, nuestra noble empresa nacional, ha colapsado en sus capacidades operativas.

El gobierno de maduro pregonaba como una victoria, “el fin del modelo rentista petrolero”, a la vez que militarizó a la empresa, colocando al frente, al nefasto general Manuel Quevedo, entregando la Faja Petrolífera del Orinoco al control de las transnacionales rusas, chinas y ahora, norteamericanas; mientras que, el equipamiento y los campos petroleros de Pdvsa, fueron entregados a sus mejores y más cercanos amigos. Todo ello ha sucedido en violación de la Constitución y de la Ley Orgánica de Hidrocarburos, bajo el argumento falsa de las “sanciones” utilizando la inconstitucional Ley Antibloqueo.

La debacle contrarrevolucionaria del gobierno, sin embargo, se produce abiertamente a partir de la instalación de la Comisión ARA y el nombramiento del ministro Tareck el Aissami. Esta Comisión llegó con un Plan de Privatización de Pdvsa bajo el brazo, el cual ha tenido como eje central, convertir a nuestra empresa operadora nacional – hoy desmantelada– en una simple Agencia Administradora de contratos, y ceder el manejo del petróleo, a los privados y a las transnacionales; es decir el sueño neoliberal hecho realidad por este gobierno.

Entre 2020 y 2022, el precio del petróleo ha sido en promedio de 70,9 $/Bl, mientras que la producción petrolera venezolana, se ubicó en un promedio de 576,8 miles de barriles día; nuestras refinerías, a duras penas, procesan 100 mil barriles día de petróleo, lo cual contrasta con su capacidad instalada de 1,3 millones de barriles día de petróleo.

Este desastre, sin antecedentes en nuestra historia o la historia de la industria petrolera, sucede sin el menor rubor por parte del gobierno, ni consecuencia alguna, a pesar de que, tanto nicolás maduro, como Tareck el Aissami, han prometido, desde el mismo 2020, que la producción llegaría a 2 millones de barriles día.

Los patéticos juramentos del ministro del petróleo, de aumentar la producción a 2 millones de barriles diarios y resolver los problemas de la gasolina, quedarán en el imaginario popular, como una muestra más, de la indolencia de este gobierno, ante los problemas de los venezolanos.  

El petróleo es tan buen negocio que, en 2022, a pesar de la menguada producción del petróleo del país –equivalente a la que teníamos en los años ‘30–  con los 685 MBD de 2022, y dados los precios altos del mercado internacional, Pdvsa ha debido reportar, al menos, 30.000 millones de dólares al país, tal como hizo la colombiana Ecopetrol, una empresa con una producción de 500.000 barriles día, similar a la Pdvsa actual y exportadora de crudos pesados, como nosotros. La gran pregunta es, como decía el expresidente Luis Herrera Campins, ¿dónde están los reales?

Ni el gobierno, ni la Pdvsa madurista, rinden cuentas a nadie. Desde 2017, no se emite ningún tipo de Estado Financiero Auditado de la empresa; ningún ministro de Petróleo, ni presidente de la misma, informa al país del desempeño de la empresa, como lo establece la Constitución. El Ministerio de Petróleo está desmantelado, no se fiscaliza la producción, ni las exportaciones petroleras, no se publica más el PODE (Petróleo y Otros Datos Estadísticos), ni ningún tipo de estadísticas del sector. 

A partir de 2017, Pdvsa cedió las exportaciones petroleras a los operadores privados cercanos al madurismo. Todo tipo de aventurero y oportunista vende por su cuenta el petróleo que Pdvsa les entrega, a cambio de pago de deudas, por servicios prestados o por favores políticos y económicos. El dinero se maneja en efectivo, en bolsas plásticas o en aviones. Pero la mayoría de estos recursos no entran en el país.

Durante la gestión de Tareck el Aissami y de Asdrúbal Chávez se estableció la práctica por medio de la cual, desde la Torre Sur de La Campiña, el vicepresidente de Comercio y Suministro, el coronel Antonio Pérez, entrega volúmenes de petróleo a los grupos económicos favorecidos por el gobierno, para que los vendan por su cuenta. Existe información precisa, por ejemplo, de que a unos hermanos, conocidos empresarios de origen árabe, que soportan el madurismo, se les entregaron volúmenes de petróleo por un valor de 10.000 millones de dólares y que hoy día están perdidos.

El petróleo venezolano se vende con un descuento de hasta 40% de su precio. Por ello, para restablecer esta nefasta práctica de descuentos masivos al precio del petróleo venezolano, fue que el gobierno eliminó los precios de venta tipo fórmulas y cerró la Oficina de Fiscalización de Precios de Venta de Petróleo del Ministerio del Petróleo en Viena, a la vez que persiguió a los funcionarios que dirigían esta oficina. 

Muy poco del dinero, producto de las ventas del petróleo, entra  a las cuentas del Banco Central de Venezuela. Ya no existen los mecanismos de conciliación de cuentas que teníamos entre el BCV, el ministro de Finanzas y Tesorería, y el Ministerio de Petróleo y Pdvsa, donde cada semana verificábamos los volúmenes de venta del petróleo y los precios, y todo ello, tenía que cuadrar con los precios de venta del mercado internacional. Ahora, nadie sabe nada, el dinero está en manos de los amigos del gobierno. 

Es por ello que el gobierno no puede contener la devaluación del bolívar. El dinero del petróleo nunca entra a las arcas del Banco Central. Por eso emite dinero inorgánico, billetes de monopolio, bolívares de mentira, sin respaldo, para pagar a los maestros, trabajadores y jubilados de Pdvsa y al resto de los asalariados, que reciben sus pagos en bolívares, en un país dolarizado y con inflación en dólares.

Como hemos dicho, este paquetazo antipopular es insostenible, no cuaja y la situación es mucho peor, fundamentalmente, por la catastrófica gestión petrolera, la destrucción de Pdvsa y la entrega del petróleo.

La última modalidad del gobierno, a pesar de los altos precios del petróleo, es que ahora permite que las “licencias” emitidas por la OFAC de Estados Unidos estén por encima de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la Ley Orgánica de Hidrocarburos, y determinen la política petrolera del país.

Como hemos denunciado, el gobierno ha cedido nuestra soberanía al capital transnacional y actúa ilegalmente, al permitir que Chevron produzca y se lleve el petróleo de los campos petroleros de Boscán en la Costa Occidental del lago de Maracaibo e Independencia (paradójicamente), ubicado en la faja petrolífera del Orinoco.

Este despojo de nuestra soberanía ha sucedido ante el silencio de la clase política del país, la cual, en actitud sumisa y entreguista, guarda silencio y permite que Venezuela retroceda institucional y económicamente a los tiempos del dictador Juan Vicente Gómez.

El pasado 24 de enero, las autoridades de Trinidad y Tobago anunciaron que la OFAC les autoriza a explotar y llevarse el gas venezolano que se halla en el Campo Dragón en nuestra Plataforma Deltana, yacimientos que fueron unificados bajo nuestra gestión, en la que pudimos determinar que 70% de ese hidrocarburo pertenece a los venezolanos. Ahora, serán explotados por la Shell y transformados en gas natural licuado por Trinidad, pero ningún recurso producto de esa venta puede ingresar al país.

Es decir, que tal como la licencia otorgada a la Chevron, ni Trinidad y Tobago, ni Shell, pagarán impuestos, ni regalías a Venezuela. ¡Se llevan el petróleo y el gas de la patria!

Así, con el precio del petróleo a 100 dólares el barril y un mercado petrolero que se mantiene al alza, avanza la contrarrevolución del madurismo.

La destrucción de Pdvsa, la derogación de la Plena Soberanía Petrolera y la política entreguista y errática del gobierno de nicolás maduro, y su compromiso con las transnacionales, han privado al pueblo venezolano del ingreso petrolero, que constituyen recursos indispensables para solventar la grave crisis económica y humanitaria generada por su paquetazo neoliberal y  que azota al país, provocando pobreza, desesperación y éxodo.

Por esto, uno de los elementos fundamentales para resolver nuestros agudos problemas actuales, pasa por lograr un impostergable y urgente cambio político en el país, y reconquistar la Plena Soberanía Petrolera y nuestra Pdvsa, para ponerla nuevamente al servicio del pueblo y de todos los venezolanos.

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