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Se demuestra que las bacterias realmente comen y digieren plástico

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Las bacterias comen y digieren plástico, según demostró en experimentos de laboratorio la estudiante de doctorado Maaike Goudriaan, del Real Instituto de Investigación Marina de los Países Bajos (NIOZ).

Basándose en un estudio modelo con plástico en agua de mar artificial en el laboratorio, Goudriaan calculó que la bacteria Rhodococcus ruber puede descomponer alrededor de 1% del plástico alimentado al año en CO2 y otras sustancias inocuas.

«Pero esto no es en absoluto una solución al problema de la sopa de plástico en nuestros océanos. Es, sin embargo, otra parte de la respuesta a la pregunta de dónde ha ido a parar todo el plástico desaparecido de los océanos», advirtió

Goudriaan mandó fabricar un plástico especial para estos experimentos con una forma distinta de carbono (13C). Cuando alimentó a las bacterias con ese plástico tras un tratamiento previo con «luz solar» mediante una lámpara UV en una botella de agua de mar simulada, vio que esa versión especial de carbono aparecía como CO2 por encima del agua.

«El tratamiento con luz ultravioleta era necesario porque ya sabemos que la luz solar descompone parcialmente el plástico en trozos del tamaño de un bocado para las bacterias», explica.

«Es la primera vez que demostramos de esta forma que las bacterias digieren realmente el plástico en CO2 y otras moléculas», afirma. Ya se sabía que la bacteria Rhodococcus ruber puede formar una biopelícula sobre el plástico en la naturaleza. También se midió que el plástico desaparece bajo esa biopelícula. «Pero ahora demostramos realmente que la bacteria digiere el plástico», subraya.

Cuando Goudriaan calcula la descomposición total del plástico en CO2, estima que las bacterias pueden descomponer alrededor de 1% del plástico disponible al año.

«Probablemente sea una subestimación. Solo medimos la cantidad de carbono-13 en el CO2, no en los demás productos de descomposición del plástico. Seguramente habrá 13C en otras moléculas, pero es difícil decir qué parte fue descompuesta por la luz ultravioleta y qué parte fue digerida por las bacterias», comenta.

No es una solución

Aunque la microbióloga marina está muy entusiasmada con las bacterias devoradoras de plástico, subraya que la digestión microbiana no es una solución al enorme problema de todo el plástico que flota sobre y en nuestros océanos.

«Estos experimentos son sobre todo una prueba de principio. Lo veo como una pieza del rompecabezas, en la cuestión de dónde se queda todo el plástico que desaparece en los océanos. Si intentamos rastrear todos nuestros residuos, se pierde mucho plástico. La digestión por bacterias podría darnos parte de la explicación».

Para descubrir si las bacterias «salvajes» también se comen el plástico «en la naturaleza», hay que seguir investigando. Goudriaan ya hizo algunos experimentos piloto con agua de mar real y algunos sedimentos que recogió del fondo del mar de Wadden.

«Los primeros resultados de estos experimentos apuntan a que el plástico se degrada, incluso en la naturaleza. Un nuevo estudiante de doctorado tendrá que continuar ese trabajo. En última instancia, por supuesto, espera calcular cuánto plástico de los océanos degradan realmente las bacterias. Pero mucho mejor que limpiar, es prevenir. Y eso solo lo podemos hacer los humanos», recuerda.

Recientemente, Annalisa Delre, colega de Goudriaan, publicó un artículo sobre la luz solar que descompone los plásticos en la superficie de los océanos. Los microplásticos flotantes se descomponen en partículas nanoplásticas cada vez más pequeñas e invisibles que se esparcen por toda la columna de agua, pero también en compuestos que luego las bacterias pueden descomponer por completo. Así lo demuestran los experimentos realizados en el laboratorio del NIOZ, en Texel.

La estudiante de doctorado Annalisa Delre y sus colegas calculan que alrededor de 2% del plástico  puede desaparecer del océano de esta forma cada año. «Puede parecer poco, pero año tras año se va sumando. Nuestros datos muestran que la luz solar podría haber degradado una cantidad sustancial de todo el plástico flotante que se virtió en los océanos desde la década de 1950», afirma Delre.

 

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