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El entramado

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En medio de la ola de violencia que consume al país, de la aparente incapacidad del Estado para ponerle coto y del negacionismo de la izquierda legal sobre la participación del terrorismo y crimen organizado en las mal llamadas protestas, conviene apreciar el entramado de la situación, cómo se relacionan y encajan los hechos penosos que vive nuestra patria.

Primero: El origen mediato de la crisis se remonta al desastroso quinquenio 2016-2021, cuando el Poder Ejecutivo y Legislativo se enfrascaron en una lucha suicida. La izquierda legal la promovió, pensando que finiquitarían al fujimorismo y al aprismo como fuerzas políticas que les impedían hacerse del poder.

Segundo: El fujimorismo pactó con el felón Vizcarra, quien les retribuyó como podía esperarse de un traidor consumado: propició el encarcelamiento de la señora Fujimori y entregó a la izquierda legal, que tanto la odia, el control del aparato estatal. Los grandes derrotados del 2016 coparon el Estado por la puerta falsa. De igual manera, ayudado por la prensa miope, demolió nuestras instituciones. No tenía un proyecto ideológico, solo acumular poder y dinero mal habido.

Tercero: En este contexto, ocurre lo inesperado: la pandemia. Su manejo sanitario y económico, pésimo, el político y escénico, brillante. El problema para Vizcarra fue que su podredumbre moral lo alcanzó, derribándolo del poder. Lastimosamente, en el camino, la izquierda que no gana las elecciones, pero sí se infiltra en las instituciones, tomó el sistema electoral y el nombramiento de jueces y fiscales.

Cuarto: Vacado Vizcarra, la izquierda legal, con el concurso de la prensa miope, salió a defender su cuota de poder mal obtenida. A través de una maquiavélica manipulación, provocaron dos muertes y con ello la caída de Merino, imponiendo a un presidente cuya catadura moral corresponde a la de un sujeto que solicita autógrafos a su secuestrador, como ticket de salida de la Embajada de Japón en la crisis de los rehenes de 1996. Infame.

Quinto: La izquierda legal y la prensa miope pensaron que así lograrían la elección de un candidato afín a sus intereses, pero la manipulación tiene límites y la enfermedad social provocada por la pandemia y su pésimo manejo alteraron el ánimo colectivo del país.

Sexto: Mientras esto ocurría, crecía el radicalismo, en particular en el sur. Las poblaciones rurales observaban como en medio de una enorme bonanza minera, su situación no cambiaba, culpando a Lima. En realidad, su problema eran sus autoridades locales y regionales que, o no sabían cómo invertir los ingentes recursos transferidos por el Canon, o, simplemente los robaban.

Séptimo: Mientras tanto, la izquierda legal y empresarios tontos alimentaban discursos frívolos (género, matrimonio igualitario) y denostaban a la minería. Se preocupaban del ingreso del Perú a la OCDE y de complicar más el sistema regulatorio, en temas que no les afectaban. Como consecuencia, las nuevas inversiones mineras, en especial, pequeñas y medianas, devenían en imposibles. Todo esto favoreció el avance de economías grises como la minería y tala ilegal, el narcotráfico y la trata de personas.

Octavo: Es en este ambiente que el ahora reo Castillo Terrones llega al poder. No era sino el mascarón de proa de un partido marxista leninista maoísta, compañero táctico de todas estas economías ilegales que necesitan caos para prosperar. Desde el Ejecutivo, las alentaron y fortalecieron. Infiltraron el Estado de elementos de extrema izquierda, antiguos cuadros de Sendero Luminoso y de sus movimientos de fachada como el Movadef. También, y esto es muy importante, están aliados con Evo Morales quien ambiciona, hace mucho tiempo, dominar el sur del Perú y crear un supersantuario para el narcotráfico.

Noveno: En palabras de Cerrón, Perú Libre había ganado las elecciones, pero no había tomado el poder. Eran minoría en el Congreso, la prensa despertaba de su estupor y las fuerzas armadas y las fuerzas policiales no estaban dispuestas a embarcarse en un proyecto totalitario chavista.

Décimo: Castillo Terrones y Cerrón se lanzaron a preparar un golpe de Estado e implantar, de forma relámpago, un régimen a la cubana. En el camino, se dispararon al pie, incurriendo en la más burda y escandalosa corrupción, dejando pruebas por doquier de su accionar.

Undécima: El Ministerio Público se sacudió del control izquierdista y, bajo la conducción de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, inició complejas investigaciones que acorralaron al gobierno. Los más cercanos colaboradores de Castillo Terrones tuvieron que convertirse en colaboradores eficaces y delatar a sus compinches. Pruebas abrumadoras se acumulaban una encima de la otra, deslegitimando al gobierno y colocándolo a la defensiva.

Duodécima: Sintiéndose atrapado y haciendo un mal cálculo, Castillo Terrones precipitó el golpe de Estado. El resultado fue el fiasco del 7 de diciembre y su encarcelamiento inmediato, pero, se desató la violencia sangrienta prevista para más adelante. Esta violencia busca capitalizar el grave descontento existente en las zonas rurales, en especial del sur del país.

Decimotercera: No tengo duda sobre la capacidad operativa de las fuerzas armadas y las fuerzas policiales para controlar la situación, si reciben las órdenes pertinentes y el respaldo político requerido. Falta información sobre lo primero, pero, sobre lo segundo, existen dudas, que la irresponsable conducta de la izquierda legal agrava. No entienden que ya pasó el momento de manipulaciones mezquinas, ahora debe restablecerse orden en el país. No entienden que Cerrón busca el caos e imponerse por el terror.

Decimocuarta: Por su lado, la presidente parece sentirse insegura, enfrentada, en contra de su voluntad, a antiguos aliados que ahora la quieren ver presa. La presidente sabe bien que si fracasa le espera un destino como el de Jeanine Añez, la expresidenta transitoria de Bolivia, que sufre la cruel venganza de Evo Morales y del MAS.

Decimoquinta: Mientras tanto, Sendero Luminoso grita que están vivitos y coleando. Los perros que matan, vieja táctica senderista, son un mensaje clarísimo al respecto.

Decimosexta: En medio de este complejo entramado debemos identificar los verdaderos peligros para el Perú. En mi opinión existen varios, pero menciono dos:

Ceder a la presión y forzar la salida de la presidente, cosa que un grupo de ambiciosos irresponsables moraditos quiere hacer, en la idiota creencia de que ellos se quedarían en el poder. Las congresistas Susel Paredes y Flor Pablo se imaginan Sagasti’s, pero incluso este tenía ciertos atributos que le permitieron enamorar a la burguesía. En todo caso, ¿cuándo un menchevique le ha ganado a un bolchevique, me pregunto?

El otro es tratar como enemiga a la población rural del sur. Esta no es marxista, pero, no encuentra canales de representación. Uno de los grandes desafíos para una derecha democrática y popular es buscarlos y brindarlos. Superado los problemas inmediatos de seguridad pública, esto es fundamental para la estabilidad futura del Perú.

Décimoséptima: Por último, tenemos una gran oportunidad si la restauración de la paz y tranquilidad públicas viene acompañada de una dinámica política en la que los sectores rurales del Perú, que se han beneficiado menos de la modernidad, se sienten claramente representados. También si ese Estado que asfixia a peruanos emprendedores y emergentes y deja de ser indolente; cuyas insólitas regulaciones ahuyentan a los peruanos honestos y empoderan a los corruptos. Que la trágica crisis que vivimos no sea en vano.

Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú

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