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Cómo se ve Petro al fin de 2022

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Petro

Foto: EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

A pocos meses del inicio de la presidencia en Colombia por parte de Gustavo Petro no puede decirse que el país se esté aglutinando en favor suyo ni de sus propuestas para iniciar un nuevo año.

Afirmar que el nuevo mandatario no ha hecho gran cosa sería una afirmación falaz e injusta. Este presidente está dotado de gran dinamismo y no ha parado, desde su advenimiento al poder, de tomar el pulso nacional con propuestas proyecto tras proyecto en distintos sectores del acontecer nacional.  Tampoco se ha detenido en hacer conocer su filosofía de gobierno con declaraciones principistas y de filosofía política tanto en el interior de Colombia como en cuanto foro internacional ha podido participar.

Así que cuando las encuestadoras iniciaron una encuesta nacional para conocer el apego o desapego del colectivo frente a su trayectoria en la Casa de Nariño, el novel mandatario tenía colocada ya bastante carne en el asador.

De la medición de INVAMER SAS hay unas cuantas conclusiones que extraer en el momento en que fenece el año electoral.  El apego de la población sigue siendo alto –nadie quiere admitir que el suyo fue un voto equivocado– y el resultado muestra que el hombre que rige los destinos colombianos desde junio pasado cuenta hoy con un apego bastante cercano al que lo colocó al frente del Ejecutivo Nacional. Gustavo Petro tiene una aprobación a su labor de presidente de 49,7 % y una desaprobación de 42,7 %. Recordemos que el mapa del resultado electoral del pasado mes de junio dejó al cordobés con una favorabilidad de 50,44% mientras que su contendor Rodolfo Hernández se alzó con 47,31 % del electorado.

Pero traigamos igualmente a la memoria que en la primera de las vueltas electorales, el actual presidente, después de batallar cuatro años enteros en contra de Duque, apenas consiguió que 2 de cada 5 de sus connacionales le dieran su voto. Hoy esa confianza ha crecido puesto que son 5 de cada 10 colombianos quienes lo secundan. Es decir, el ahora presidente no solo ha conseguido mantener lo que era su voto duro del proceso electoral sino que le ha sumado apegos a su manera de manejar el país. Este resultado está secundado por los hallazgos de la otra encuesta que publicó sus cifras hace pocos días. El Centro Nacional de Consultoría informó que 62% de sus compatriotas a esta fecha aprueba su gestión.

Así que con un buen capital de solidaridades este político de izquierda que para nada oculta sus intenciones está arrancando un año que está signado por sus cambios.

Pero es aquí donde el presidente comienza a caminar sobre huevos. Las mismas encuestas que hemos citado señalan también que 59,8% de los encuestados cree que las cosas van mal y apenas un tercio de ellos estima que van por buen camino. Es ahora cuando el país comienza a observar con detenimiento si las variables que lo afectan están respondiendo al líder y cuánto la calidad de vida de cada quien se va modificando para bien. Hasta ahora la labia y la capacidad histriónica del nuevo presidente -elementos que son signos distintivos de su estilo político de actuación- no se está dando de la mano con una modificación positiva y sustantiva del acontecer nacional que le facilita las cosas al colombiano.

En esta ocasión Petro ha podido poner el termómetro sobre la reacción de la colectividad ante algunas de sus propuestas más caras porque hasta ese detalle lograron penetrar las encuestas. Fue así como pudo constatar que no lo secundan bastante más de la mitad de sus compatriotas en asuntos como la nueva reglamentación tributaria, ni en lo atinente al perdón de la “primera línea” de los detenidos por delitos en las protestas de 2021, ni en la legalización del cannabis, ni en el cese de actividades petroleras y gasíferas, ni en los nuevos impuestos a las bebidas y alimentos ultraprocesados. Y fue así como le pudo quedar claro que una de las pocas cosas en las que lo secundan mayoritariamente es en la apertura hacia Venezuela.

Así que aún es temprano para sacar conclusiones contundentes sobre la manera en que su país lo aquilata. Lo que sí queda diáfano como el agua es que no le resulta posible descuidarse un ápice so pena de perder el poquito margen con el que se convirtió en la primera figura del país.

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