La revista norteamericana Time designó a Volodímir Zelenski como “el personaje del año”. El presidente ucraniano no tenía rivales. Estaba claramente por encima de los otros jefes de Estado y de figuras científicas, políticas y artísticas que podían competirle. La forma valiente y clara cómo ha enfrentado la brutal e injustificada agresión de Vladimir Putin, lo convirtió en 2022 en el hombre más relevante del planeta. Lo más probable es que sin su recia personalidad y su capacidad de convocatoria y conducción, el autócrata ruso se habría apoderado del territorio ucraniano, al igual que lo hizo con Crimea en 2014 y con algunas naciones vecinas en las cuales instaló o apuntaló gobiernos títeres con mandatarios bufos. Tal es el caso de Bielorrusia y esa figura de opereta llamado Alexander Lukashenko.
Zelenski –el antiguo actor, productor y director cinematográfico– le plantó cara a Putin hasta lograr convencer a Estados Unidos, a la Unión Europea y a la OTAN de que si Ucrania caía en las garras del ejército ruso, luego vendrían los otros países del Este que limitan con Rusia o se encuentran cerca de ella. Esta expansión territorial recrearía en gran medida el antiguo imperio soviético y le daría a Putin una plataforma suficientemente sólida para reafirmar la alianza con la China de Xi Jinping en términos más equilibrados, lo cual convertiría a Putin y a Xi en los hombres más poderosos y peligrosos del planeta. La democracia se pondría en alto riesgo. Y la globalización, entendida como cooperación y complementación entre naciones que deben armonizar sus diversos intereses, también sufriría un duro revés. La Unión Europea quedaría muy debilitada frente al poderío de la alianza ruso-china. Putin aportaría el poderío y la audacia militar; mientras Xi Jinping contribuiría poniendo el inmenso músculo financiero que China posee.
La alianza entre Rusia y China fue definida y sellada en el documento firmado por ambos mandatarios el 4 de febrero de este año, en la víspera del inicio de las Olimpíadas de Invierno realizadas en Beijing. En ese texto –cargado de descalificaciones a las democracias occidentales– se define el marco estratégico de la cooperación entre ambas naciones. Dentro de esa estrategia, la invasión a Ucrania era un paso importante porque expandiría las fronteras rusas hacia el oeste, dándole a Rusia y, de paso a China, una zona de seguridad y confort mucho mayor.
La operación no salió como los rusos, y en menor medida los chinos, esperaban. El peligro advertido desde el comienzo por Zelenski fue divisado por Estados Unidos, por la UE y la OTAN cuando, a comienzos de 2022, Putin desplegó sus tropas a lo largo de la frontera oriental de Ucrania, en la zona del Donbás. Los servicios de inteligencia ucranianos, británicos y norteamericanos advirtieron que la invasión, planificada con suficiente anticipación, era inminente y en gran escala, y que la “operación militar especial” anunciada por Putin no era sino un eufemismo con el cual pretendía encubrir sus verdaderas intenciones: apoderarse de Ucrania e imponer un gobierno fantoche que obedeciera sin chistar las órdenes de Moscú.
En el fracaso de la operación ha sido crucial el papel desempeñado por Zelenski, quien se convirtió en héroe nacional y ejemplo mundial de resistencia frente a los apetitos imperiales de Putin. Todos los argumentos que el autócrata ruso ha esgrimido para justificar la agresión han sido demolidos por el presidente ucraniano, quien ha evidenciado la falta de escrúpulos de Putin al distorsionar la realidad de lo que sucede en la zona del Donbás con los pobladores de origen ruso que habitan desde hace siglos esa región. El verdadero comportamiento nazi ha sido el de Putin, quien prohibió la información veraz sobre lo que ocurre en Ucrania y en el frente de guerra, ha cerrado medios de comunicación, encarcelado periodistas y adversarios, y cometido toda clase de desmanes contra quienes se oponen a esa invasión injustificada y criminal.
El costo que están pagando los ucranianos es altísimo. Numerosas ciudades han sido devastadas por la brutalidad de los ataques rusos. Millones de personas se encuentran sin agua, electricidad, medios de transporte, hospitales y acceso a la salud. Las vías de comunicación y numerosas fábricas han sido devastadas. Reconstruir a Ucrania tomará mucho tiempo y mucho dinero. La solución política no se vislumbra en el corto ni en el mediano plazo. Putin propone que Ucrania acceda a la amputación de su territorio. Cosa inaceptable para una nación soberana que ha sido agredida por un megalómano ambicioso.
Zelenski exige el retiro de las tropas rusas para que las fronteras vuelvan a ser las mismas que existían antes de comenzar la invasión en febrero pasado. Cosa que Putin no admite.
Ahora, el gran reto de Zelenski será mantener el apoyo de Estados Unidos, la UE y otros países democráticos para lograr que Putin retroceda o admita negociar en términos aceptables para una nación independiente que no admite la tutela de un dictador. El haber sido nombrado personaje del año puede ayudarlo.
@trinomarquezc
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