Por equipo editorial
Más que una burla, resultó una acción humillante por parte de los ministerios de educación básica y universitaria en relación con lo que habrían sido los pagos de los salarios y compensaciones de fin de año, no sólo a los docentes, sino también a los trabajadores de ambas dependencias, sin obviar los educadores adscritos a gobernaciones y alcaldias, los cuales terminaron en similares proporciones de asignaciones, todas devoradas por el efecto pernicioso de la inflación y la devaluación de un signo monetario, donde simplemente el bolívar dejó de existir como moneda referencial en la sociedad venezolana; al punto que el propio gobierno en una acción desesperada ordena a sus órganos de «control» fijar precios en dólares, aunque eso vaya contra la «patriótica Constitución», señalada por los panegíricos del «Estado» como la «mejor del mundo».
Peor es la situación de los jubilados y pensionados, donde casi todos sus «beneficiarios» obtienen la suma de 130 bolívares mensuales, los cuales a la tasa de cambio actual, apenas si equivalen a unos 8 dólares, que termina por desnudar finalizando el 2022, el cómo Venezuela se encuentra en una tragedia macroeconómica y presupuestaria, que solo conduce a tapar los huecos fiscales con la generación de dinero inorgánico, y por ende, terminar de hundir la economía, De hecho, tuvimos conocimiento que además el madurismo ordenó pagar «prestaciones sociales» a varios docentes y trabajadores adscritos en la administración pública, que en el mejor de los casos, por tener entre 25 y 30 años de servicio, apenas sobrepasaban los 1000 dolares al cambio en bolívares que perdían valor diariamente, lo cual, en la praxis también fue una acción importante en la demolición que ha tenido la moneda nacional en esta última parte del año.
No se puede hablar de «educación de calidad» con una crisis sin precedentes en este sector, en el cual, la deserción estudiantil y docente, aunado con la destrucción y colapso de la infraestructura, sin obviar la eliminación de facto de los comedores y transportes para la población infantil, adolescente y juvenil, con «instituciones» donde solo existe caos en los servicios públicos, al punto que el agua se ha convertido en un elemento de lujo, y cuyo servicio eléctrico «funciona» con permanentes interrupciones, y telecomunicaciones que podrían definirse como inexistentes, pues, estamos cerrando el 2022 con una terrible liquidación de todo el sistema educativo.
Sería hipócrita decir que hubo actividades «navideñas» en las escuelas, liceos y universidades, éstas últimas en otrora tiempo, con extraordinarios encuentros de gaitas y parrandas, propias de la cultura de cada estado y del país, y que debido a la pésima dirección y nulas políticas públicas, prácticamente hasta la esencia de idiosincrasia y de Identidad Nacional, la hemos perdido por el efecto de carecer de espacios apropiados en cada centro educativo, así como tener instrumentos, y por supuesto, una población estudiantil y docente desmotivada para la realización de tales actividades.
Estamos presenciando la destrucción de la República con la liquidación de la educación. Docentes que están sometidos a una constante sobrevivencia junto con estudiantes que tampoco tienen las viabilidades alimenticias, ropa, calzado, libros y equipos de tecnología, es poco o nada lo que se pueda ofrecer para alcanzar un conocimiento conforme con las exigencias de este siglo. Por el contrario, pareciera que estamos retornando cada vez más, hasta los pormenores que existían en la Venezuela rural, en virtud que el neoanalfabetismo es lo que se puede visualizar en el corto plazo, mientras no exista un plan serio y reordenado de políticas públicas educativas.
Instituciones sin presupuesto es la bienvenida que el madurismo otorga a la educación en todos sus niveles para 2023; y a la par un grupo de «sindicalistas» que parecen más grupos genuflexos al gobernante de turno, intentan maquillar una sensación de un «bienestar» que ante el desastre en las finanzas públicas, es seguro que la historia que se vivió con el bolívar en este 2022, pues se repita, y con mayor intensidad el próximo año. O sea, no tenemos futuro, y menos certeza que la realidad pueda ser diferente a la que hemos vivido en la última década.
La educación pulverizada, junto con los ingresos y «aguinaldos» de los docentes liquidados, es el regalo de fin de año que desde Miraflores se entrega a lo que debería ser el sector más importante de Venezuela. Es simple. No habrá feliz Navidad y sería otra burla desear un «feliz año». Debemos cambiar esta tragedia con la educación o la tragedia de la educación terminará enterrando a Venezuela.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional