La ciudad estadounidense de Denver (Colorado) declaró el jueves estado de emergencia en respuesta a la crisis humanitaria causada por la llegada de cientos de migrantes durante los últimos días, algunos provenientes de El Paso (Texas) y muchos de ellos venezolanos.
El alcalde Michael Hancock indicó que la situación comenzó a gestarse en meses recientes, pero que desde la semana pasada llegan a Denver desde la frontera con México de 50 a 100 migrantes diarios de varios países de Latinoamérica.
Los migrantes ya desbordaron esta semana la ciudad de El Paso, desde donde se están desplazando a otros estados.
El alcalde de Denver detalló que los albergues de emergencia ya no tienen la capacidad de alojar nuevos migrantes.
«Estos arribos masivos de migrantes, la naturaleza imprevista de su llegada y nuestros desafíos actuales de espacio y personal han ejercido una inmensa presión sobre los recursos de la ciudad, hasta el punto de que están a punto de alcanzar un punto de ruptura en esta vez», dijo Hancock al anunciar la medida.
«Lo que no quiero ver es una crisis humanitaria local de migrantes sin refugio en nuestras manos debido a la falta de recursos», enfatizó.
La crisis estalló a principios de la semana pasada, cuando varios autobuses se detuvieron frente a la organización caritativa Denver Rescue Mission, que ayuda a desamparados en el centro de Denver, dejando unos 100 migrantes en ese lugar, la mayoría de ellos venezolanos.
Denver abrió dos albergues de emergencia para alojarlos, asumiendo que en pocos días los inmigrantes encontrarían un lugar donde quedarse, sea con familiares o amigos.
Sin embargo, ocurrió lo contrario y llegaron más migrantes, algunos desde El Paso, en viajes organizados y coordinados por ellos mismos.
Incluso la ayuda provista por iglesias y por organizaciones comunitarias resultó insuficiente. Por eso, Hancock decidió declarar a Denver en emergencia, una medida que permite acelerar el acceso a recursos locales, estatales y federales (incluyendo fondos para alojamiento), así como activar un centro de reunificación para que los migrantes contacten a sus familiares.
El alcalde pidió ayuda del gobierno federal al señalar que Denver ya gastó en menos de dos semanas unos 800.000 dólares en alojamiento, comida y servicios de salud para unos 600 migrantes.
Un venezolano, quien prefirió no dar su nombre por su situación migratoria irregular, indicó a EFE que había llegado a Denver con sus tres hijos hace cuatro días.
«Aquí me iban a dar trabajo», subrayó sin que aparentemente le explicasen la documentación con la que necesita contar para obtener empleo legalmente.
El hombre y su familia se están alojando temporalmente en una iglesia, pero dijo que ya se tienen que ir y señaló que sus pedidos de ayuda en las redes sociales para encontrar alojamiento o trabajo no fueron respondidos.
«Si alguien me da la oportunidad, hasta me pongo a remover nieve», comentó.
Por su parte, las ciudades de Colorado Springs y Aurora, la segunda y la tercera más pobladas de Colorado, indicaron que no recibirán a migrantes.
Mientras que Fort Collins, la principal ciudad en el norte del estado, anunció la semana que activaría un albergue para indocumentados, pero eso hasta el momento no ha sucedido.
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