Fundada por el conquistador Pedro de Heredia hace 485 años, Cartagena fue uno de los puertos neurálgicos del poder español en el Caribe, junto con San Juan de Puerto Rico y Santo Domingo, y puerta de entrada y salida de personas y bienes hacia Suramérica.
Eso lo convirtió en un lugar rico, lo que explica los edificios coloniales que se conservan aún en la ciudad amurallada y también la mezcla de razas que se ve en sus calles: indios locales y colonos castellanos, que se unieron a los negros traídos por los portugueses como esclavos, y en el último siglo, los viajeros y aventureros europeos y estadounidenses, algunos de los cuales se quedaron. Cartagena es hispana, africana, indígena y, hoy también, global.
El casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es el principal atractivo de la antigua Kalamari, el nombre que tuvo el asentamiento indígena. Es un lugar congelado en el tiempo, con placitas coloniales, iglesias, palacetes y algunos edificios de especial interés como el Palacio de la Inquisición o el Museo del Oro Zenú, que muestra objetos de la cultura indígena. Entre las iglesias, la de San Pedro Claver es una de las más destacadas.
Lo mejor es perderse caminando por las coloridas calles. Quienes estén poco tiempo pueden contratar alguna visita guiada (www.civitatis.com/es/cartagena-de-indias/tour-cartagena-completo/) que incluya un recorrido por la moderna zona de playa Bocagrande y el Fuerte de San Felipe. Esta fortaleza es otro de los puntos imprescindibles de la ciudad, tanto por su historia como por sus vistas. La entrada al recinto cuesta 25.000 pesos colombianos (9 dólares) para el viajero que va independiente, mientras que los tours organizados suelen costar alrededor de 30 dólares incluyendo guía, transporte y recorrido por el resto de la ciudad.
Plaza y murallas. Para viajeros con tiempo, la mejor opción es sin duda callejear y perderse, plano en mano, por la ciudad, y sin mirar el reloj. La oficina de turismo de la ciudad (www.cartagenadeindias.travel) ofrece algunas rutas definidas, como la de las plazas, que arranca en la de la Aduana, una de las más grandes. En ella se ve la Torre del Reloj, foto típica de la ciudad.
En esta plaza, para los amantes de la música, se encuentra “Donde Fidel”, un mítico local de salsa en el que se puede tomar una cerveza a última hora de la tarde o por la noche, ya que mantiene precios asequibles. En los soportales de la plaza hay veinte puestos de dulces típicos, elaborados con cocos y otros sabores. Otras plazas imprescindibles de Cartagena, son las de Santo Domingo y la Bolívar.
Un paseo muy interesante es el habilitado sobre las murallas. Allí se ve la ciudad colonial desde su límite al tiempo que se observa el Caribe y la zona moderna de Cartagena. En este recorrido está el Café del Mar, un bar con música chill out que se suele llenar para ver la puesta del sol.
Menos conocido para el viajero es el barrio de Getsemaní. Ubicado frente a la zona histórica, aquí se proclamó en 1811 la independencia de la ciudad, y es un lugar con construcciones menos nobles. Sin embargo, en los últimos años se han restaurado casonas y calles que ahora se ha llenado de hoteles, tiendas y restaurantes.
En el barrio, lleno de grafitis, y cuyo epicentro es la plaza de la Trinidad es posible encontrar hostales y hoteles boutique preciosos a bajos precios. A esto se suma que estén dos de los bares más populares de la ciudad para bailar salsa, el Quebra-canto y el Havana.
Playas. Las Islas del Rosario, un archipiélago a una hora en barco de Cartagena, son una buena opción para ver un Caribe de aguas más cristalinas y disfrutar del buceo y otros deportes náuticos.
Los viajeros más exigentes pueden optar por la isla de Múcura. A dos horas en lancha de la ciudad, en esta isla se puede pasar la noche en el hotel Punta Faro, un establecimiento ecológico donde priva el silencio, la tranquilidad y el respeto por la biodiversidad.
Aunque cuenta con servicios de Internet y de televisión por cable, la mayoría de los huéspedes no los usa. La música y la fiesta están prohibidas en este paraíso. Otro atractivo de la isla es una laguna vecina para disfrutar de ese espectáculo natural que es el plancton con todas sus luces de colores dentro del agua (http://puntafaro.com/web/).
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Conviene saber
Hoteles. Para julio y agosto hay opciones en hostales desde 20 dólares la noche para dos personas, con valoraciones de 9,5 sobre 10, de acuerdo con Trabber.co. En el barrio de Getsemaní hay hoteles de 5 estrellas desde 100 euros la noche.
Taxis. Son seguros, pero siempre hay que preguntar precio antes de montarse. Dentro del área que se mueven los turistas es raro que cobren más de 2 euros. Uber funciona pero los precios son similares, aunque a favor está que no hay que regatear y en contra, que suelen tardar en llegar.
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Cambio de dinero. En el casco histórico hay muchas casas de cambio que aceptan principalmente euros, dólares estadounidenses y canadienses, y libras esterlinas. También monedas del resto de América Latina, pero en ese caso el cambio no suele ser muy ventajoso.
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De Compras
Como todo lugar turístico, la zona amurallada de Cartagena se ha convertido en un compendio de tiendas de lujos de marcas internacionales, y tiendas de souvenir para turistas.
A pesar de todo, hay que reconocer que la ciudad ha sabido mantener un armonía entre los comercios para los residentes, las marcas de lujo internacionales y otros comercios de calidad local, como la joyería Luis Alberto Cano, que es una de las referencias para comprar joyas de oro y bañadas en oro con diseños basados en motivos precolombinos con todas las garantías.
El regalo más típico y glamoroso para hombres puede ser una guayabera, la camisa típica del Caribe, en la tienda del modisto Édgar Gómez, que las hace a medida. Entre sus clientes estuvieron Gabriel García Márquez, el príncipe Carlos de Inglaterra y Fidel Castro.
Siguiendo con las compras para presupuestos holgados, las tiendas de esmeraldas salpican toda la urbe. Para interesados en el tema, se recomienda visitar primero el Museo-Tienda de la Esmeralda. Y como todo en Cartagena, conviene dedicarle tiempo y mirar las tiendas y comparar los precios sin prisa, callejeando y consultando.
Otros recuerdos menos costosos son los rones. Especialmente el Dictador, producido en Cartagena. Antes de comprar también se puede visitar la coctelería Alquímico para degustar los diferentes rones.
Si desea llevarse de Colombia un libro de Gabriel García Márquez, el mejor lugar es la librería Ábaco, donde además sirven un café excelente. Un lugar para leer, refrescarse y escribir postales (¡sí, aún existen!).
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